El oso ha arrasado por completo el colmenar que el líder del PP asturiano, Álvaro Queipo, tiene en la localidad de Sorrodiles, en Cangas del Narcea. «Sabía que este día podía llegar. Como a tantos apicultores, agricultores y ganaderos a mí también me ha tocado«, señala el político castropolense, que admite que este ataque le obligará a comenzar «de cero» el próximo año. Por suerte, Queipo ya había extraído la miel de la campaña, un total de 70 kilos que utiliza para autoconsumo.
Este año extrajo la miel antes de lo habitual por culpa de los incendios. No en vano, el voraz incendio que afectó a Cangas del Narcea en verano dejó el fuego a cien metros de su propiedad. «Saqué la miel por si tenía que mover las colmenas para que no ardieran«, precisa Queipo, que disfruta en este rincón cangués donde tiene parte de sus raíces familiares.
No es la primera vez que el oso causa daños en el colmenar que construyó durante la pandemia y con ayuda de su tío y su padre. Sin embargo, esta vez el animal arrasó con todo. «Para entrar a destrozar todo excavó un agujero de un metro de profundidad y salvó los dos pastores que tenía puestos», relata Queipo, que da cuenta de visitas frecuentes del oso desde el pasado julio. Lo tiene todo registrado gracias a una cámara de fototrampeo en la que ha captado a diversos ejemplares merodeando por su finca de Sorrodiles.
«Animal emblemático»
«Nadie puede dudar que el oso pardo es un animal emblemático de Asturias que ha estado en serio peligro de extinción pero tampoco se puede negar que su recuperación es hoy una realidad y el número se ha incrementado tanto que los daños al ganado, colmenas y plantaciones se han disparado«, señaló el líder popular en sus redes sociales, en un mensaje donde dio cuenta de los daños y que acompañó con varios vídeos del oso entre sus colmenas.
«Este que he grabado en mis colmenas no dejó una en pie. Afortunadamente, habíamos sacado la cosecha en agosto para salvarla de los incendios que dejaron el fuego a unos metros, por lo que nos quedamos sin colmenas pero, al menos, nos quedamos gran parte de la miel. El año que viene habrá que empezar de cero», añade Queipo. Este año la cosecha de miel ha sido mala en Asturias, sin embargo, Queipo logró una cifra aceptable de 70 kilos. «Lo que yo hago es autoconsumo, no vendemos», añade.
Aficionado desde la pandemia
El pasado junio, Queipo contó a LA NUEVA ESPAÑA su pasión por la apicultura, una afición que conoció en la pandemia. Hizo un curso de apicultura en los Oscos y decidió aventurarse, recuperando la tradición familiar, pues ya su bisabuela tenía truébanos en Cangas. Lio a su padre y a su tío, que «se dejaron llevar aún no sé por qué», y se hicieron con sus primeras colmenas en una parcela de castaños que plantó su abuela.
Lo más sorprendente de su afición es que no le gusta la miel. «La producción la repartimos entre mi padre, mi tío y yo, pero mi parte siempre la regalo. Tengo un bote en casa con la intención de ir tomándola poco a poco, pero pasa el tiempo y sigue ahí», reconoció en el reportaje publicado en junio por LA NUEVA ESPAÑA.