POLÍTICA | Chiquitines

Podemos ha elegido la estrategia de la liliputización. Parece un suicidio, pero más bien es un proceso similar al un vampiro que se alimenta chupándose su propia sangre. Pablo Iglesias y sus colegas están convencidos que la radicalización –incluso llevada a extremos delirantes– solo tiene como alternativa la desaparición a medio plazo. Sin radicalización política, ideológica y programática solo les queda agonizar como fuerza extraparlamentaria. Si persisten en sus majaderías rojales, en cambio, podrán aglutinar el voto de la izquierda antisistema separándose de la socialdemocracia ortopédica de Sumar, es decir, del yolandismo, esa elevación de la afasia a principio de acción política. Por supuesto que con eso Podemos solo consigue un puñado de votos, pero con unos 350.000 votos en varias circunscripciones atraparán los cinco diputados que les permitiría formar grupo mixto en el Congreso de los Diputados, con portavocía, asesores y asignación de fondos. Y ahí mismo atrincherarse para los pésimos tiempos que les esperan.

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