El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha presentado esta semana un documento en el que fija la visión que tiene su partido sobre el fenómeno migratorio en España y la política que al respecto aplicaría en caso de que llegara al Gobierno. Desde que asumió el liderazgo del principal partido conservador del país, el político gallego ha ido acomodando su discurso a las circunstancias de determinados momentos de crisis migratoria que han tenido lugar desde entonces, con confusos giros en algunas ocasiones, pero desde hace meses asumiendo claramente muchos de los postulados que sobre esta cuestión sostiene Vox.
El líder del PP, como en general todo el partido, ha combinado en todo este tiempo el lanzamiento de medidas radicales, que en su mayoría no son realistas y de difícil o imposible aplicación (por ejemplo, el despliegue de la Armada en aguas canarias para evitar la llegada de pateras y cayucos a las Islas), con otros mensajes de corte doctrinal o ideológico cuyo objetivo es identificar la inmigración con la inseguridad ciudadana y apelando en muchas ocasiones al Código Penal, vinculando además a los migrantes con el deterioro de los servicios públicos, cuestionando su derecho a ayudas sociales en las condiciones en que las recibe el resto de la ciudadanía y fomentando la idea de que muchos migrantes viven a costa de los españoles. Dice que busca una mirada y soluciones a caballo entre el «descontrol» del actual Gobierno central y las «exageraciones» de Vox, pero lo cierto es que tanto el fondo de las medidas que plantea como toda su retórica suponen un claro endurecimiento de su posición y lo alinean con la corriente xenófoba que se impone en muchos países y gobiernos de la UE y de otros países en todo el mundo occidental.
Los datos oficiales y una observación imparcial de la realidad migratoria en España desmienten toda la argumentación del ‘programa’ de Feijóo sobre esta cuestión, un documento que está lleno de tergiversaciones, bulos, hipérboles, algunas obviedades, muchas generalizaciones sin apenas medidas concretas y redundancias respecto a otras que ya se están aplicando en la actualidad o están contempladas en el pacto europeo sobre migraciones.
Una sola medida
Sin entrar a analizar al detalle el decálogo de puntos del ‘plan Feijóo’, no deja de ser llamativo que mientras se prodiga en documentos, teorías, especulaciones y discursos, su partido no ha sido capaz de poner en marcha, o apoyar, una sola medida que se haya puesto sobre la mesa para una mejor gobernanza de la inmigración en todas sus vertientes, en especial para la atención a menores migrantes no acompañados. De hecho, ni siquiera menciona algunos de los puntos más sensibles y presentes de esta cuestión, como por ejemplo la situación de los casi 4.000 menores no acompañados que esperan en Canarias su traslado a otras comunidades autónomas o a dependencias del Estado en los casos en que son solicitantes de asilo. Sobre la situación de este colectivo doblemente vulnerable y lo que ello implica para el Archipiélago como territorio de acogida inicial, el documento se reduce a plantear una reforma de la Ley de Extranjería para «expulsar a cualquier extranjero que se haya declarado menor cuando las pruebas realizadas determinen su mayoría de edad por resolución firme».
¿En serio es esto todo lo que ofrece el PP sobre un fenómeno tan sensible como el de los menores migrantes? ¿Dado el amplio margen de error ligado a los exámenes de determinación de edad, reconocidos por la Fiscalía y el Defensor del Pueblo, se va a correr el gran riesgo de acusar de «fraude de edad» a menores? ¿Qué propone el PP sobre todo el proceso actualmente en marcha para su distribución y acogida entre todos los territorios? En el ‘plan Feijóo’ sobre inmigración, nada se aprecia mínimamente aprovechable sobre menores, nada sobre la emergencia humanitaria en Canarias.
Esta propuesta del PP llega poco más de un año después de que el propio Feijóo lanzara otro plan migratorio que parece haber superado en su nueva estrategia de convertir la inmigración en un problema de otra dimensión a la que realmente representa para España, en su empeño de competir con Vox en este tema, ya avanzado previamente en el Congreso del partido en julio de 2024, y en la convención de Murcia de hace unas semanas. El ‘plan de acción’ presentado en septiembre de 2024, de cinco páginas y nueve puntos, llevaba asociada la firma y el aval del presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y trataba de ser un plan alternativo al fracasado intento, pocas fechas antes, de la reforma de la Ley de Extranjería para el reparto de menores.
En los coros
Feijóo, con Clavijo en los coros, presentó aquel documento como un programa en materia migratoria que ofrecía al Gobierno de Pedro Sánchez como alternativa al «caos migratorio» imperante. Pero parece que aquello ya no sirve y que ahora se impone una propuesta muy diferente, mientras que las comunidades del PP, en connivencia con la calle Génova, están boicoteando una de las medidas que sí busca dar salida a la situación que se vive en Canarias.
Feijóo ha encontrado un terreno en el que formular ideas sin necesidad de tener que concretar medidas de gestión, con el objetivo obvio de restar espacio al partido que le está quitando votos por la derecha. Por el camino deja parte esencial de algunos de los grandes valores del humanismo cristiano al que tanto apelan los partidos conservadores europeos como base de la sociedad occidental que dicen defender. Incluso un aliado natural de este espacio político como es la Iglesia afea y combate estas posiciones sobre el fenómeno migratorio. Además de sus elementos claramente xenófobos, su propuesta tiene un enfoque clasista y un planteamiento denigratorio y discriminatorio para los migrantes más pobres y, sobre todo, para los de origen africano.
El visado por puntos, que Rajoy ya prometió en 2008 pero no impuso pese a su mayoría absoluta de 2011, o elevar el nivel de conocimiento lingüístico y cultural sobre España por parte de los migrantes para obtener la nacionalidad o la residencia, tienen esa clara intención de categorizar a los migrantes. Con su propuesta, el líder del PP no ha dado ningún paso importante en la gestión de la inmigración en España, pero cumple de sobra con su objetivo de entrar de lleno en la guerra ideológica de la ultraderecha para ‘apretar’ al inmigrante y lanzarle el mensaje de que no le va a ser fácil vivir en este país.
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