A través de un mensaje en el móvil estando en el trabajo es como Gema Rubio conoció el diagnóstico de su cáncer de mama hace dos años. Esta murciana de 40 años ha pasado desde entonces la etapa más dura de su vida luchando contra un cáncer hormonodependiente HER2+ que le ha llevado a pasar por quimioterapia, radioterapia y una mastectomía con la que ha perdido su pecho derecho.
Ahora, aún con el miedo en el cuerpo por si la enfermedad reaparece y mientras sigue un tratamiento preventivo al que estará enganchada durante varios años más, intenta rehacer su vida e iniciar un proyecto laboral que le llena de ilusión, esa emoción que transmite cuando habla de su gran pasión: el yoga. Ahora, esta pasión estará ligada a la enfermedad oncológica que le ha marcado y lo hará intentando ayudar a otros pacientes.
Gema explica a La Opinión que el cáncer apareció de pronto en su vida, «sin avisar», cuando tenía 38 años. «Un día, al salir de la ducha y secarme con la toalla noté un bulto en el pecho, pero a diferencia de las señales externas a las que nos dicen que debemos estar atentas, yo no tenía nada: ni enrojecimiento de la piel, ni deformidad del pezón… sólo un bulto que me noté de pronto«, dice. Rápidamente cogió cita con su ginecóloga del seguro de salud privado y le hicieron una ecografía, a la que siguió una mamografía y una biopsia. Y ahí apareció.
«Dan año y medio de baja, pero eso es lo que dura el tratamiento y te quedas destrozada»
Esta usuaria sí que lamenta la forma en la que recibió el diagnóstico y considera que el hospital privado en el que fue atendida en un primer momento «debería cambiar el protocolo», algo que ya les ha trasladado y que no han hecho. «No está bien mandar un diagnóstico de cáncer por mensaje al móvil como si se tratara de una cita médica», insiste.
El día que se enteró, Gema Rubio estaba en la oficina, donde trabajaba como diseñadora gráfica. Le llegó un mensaje al móvil, lo abrió y leyó que el diagnóstico era ‘carcinoma tipo 2’. «En ese momento me bloqueé, me quedé paralizada. Es algo tan duro que no conseguía procesarlo. Lo recuerdo como algo muy traumático, sólo quería gritar, pero estaba en el trabajo y no podía», afirma. Recuerda que recibió un gran abrazo de una compañera de trabajo e inmediatamente se metió en un taxi en dirección al hospital.
Tras comentarle el diagnóstico en persona, la ginecóloga la derivó a un hospital público, al Morales Meseguer de Murcia, donde el cirujano Pepe Aguilar le puso en situación y le informó de todo el proceso y las opciones que había. «De la Unidad de Mama del Morales salí con toda la información y recomendaciones de lo que iba a necesitar. Es impresionante como trabajan, lo bien organizados que están y el trato humano y profesional que dan a los pacientes», indica esta usuaria. Reconoce que tuvo mucha suerte con el equipo, ya que su oncólogo fue el jefe de sección Francisco Ayala, quien este mismo año ha pasado a dirigir el servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. «Es una persona excepcional y no me extraña que lo hayan fichado», dice.
El tumor de Gema era «grande y muy agresivo», explica, Un cáncer HER2+ hormonodependiente, lo que hacía que se alimentara de ciertas hormonas y siguiera creciendo. Tenía un tamaño de 11 centímetros por 8 y por 5. «En pocas semanas duplicó su tamaño, ya que la biopsia lo ramificó, y comenzó a crecer», recuerda.
«Volver a estar en activo es como volver a la vida y el yoga hará que mi vocación sea mi profesión»
En pocos días inició el tratamiento de quimioterapia, al que estuvo enganchada cada 21 días durante seis meses con el objetivo de intentar reducir el tamaño del tumor del pecho. «El oncólogo me llegó a decir que el margen entre la dosis que cura y la que intoxica es muy pequeño y que irían al límite para lograr el mejor resultado«.
Recuerda la quimioterapia como una de las fases más duras, el agua le sabía como si bebiera lejía, lo que la llevó a estar más de mes y medio sin probarla. La boca se le llenó de llagas y apenas comía, con eccemas por manos, cuello y cara, e inflamada por los corticoides y dolores en todos los huesos. Tras la quimio llegó la operación. Al escuchar las propuestas y opciones que existían, Gema Rubio se decantó por la mastectomía. Descartó las prótesis de silicona y una extirpación parcial. «Sólo quería la opción que hiciera que esto no se volviera a repetir», dice.
Después del quirófano fue el turno de la radioterapia y tras varias revisiones, actualmente se encuentra ‘libre de lesión’. Pero esto no quiere decir que todo haya acabado. Esta paciente debe seguir un tratamiento preventivo durante varios años con el que se le ha retirado el periodo, ya que «reduciendo las hormonas también se reduce el riesgo de que vuelva a aparecer», señala.
Cuando recibió el diagnóstico, esta usuaria trabajaba como diseñadora gráfica y en sus ratos libres daba clases de yoga, su gran pasión. Pero con la enfermedad tuvo que coger la baja. «El sistema de salud considera el cáncer una enfermedad común y el tiempo máximo de baja es un año y medio, muy poco si se tiene en cuenta que eso es prácticamente lo que dura el tratamiento formal tras el que te quedas destrozada, como si te hubiera pasado un tornado por encima. No te puedes incorporar«, explica. Agradece el apoyo recibido por la AECC, donde estuvo un año de terapia con la psicooncóloga Toñi Galián y en el grupo de terapia de supervivientes con 11 mujeres con las que mantiene amistad.
En su caso, ha aprovechado esta última etapa de su tratamiento para formarse en yoga para pacientes con cáncer a través de la Asociación Yoga Sin Fronteras y su responsable Mireia Coma-Cros (que visitó Murcia el pasado mes de mayo), entidad que cuenta con médicos y oncólogos y que reafirma los beneficios de esta atención para los usuarios. El proyecto arrancó en el Hospital del Mar de Barcelona como primer centro público en ofrecer este servicio y ya son doce hospitales españoles los que lo han implantado. Ahora, Gema trabaja en un proyecto para acompañar a pacientes oncológicos a través del yoga en el SMS.
Se muestra feliz porque podrá hacer de su vocación su profesión y dice que «volver a estar en activo es como volver a la vida. Volveré a estar con los pacientes, pero como profesional para ayudarles y con la experiencia de haber pasado por ello».