El Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) se clausuraba este viernes en Arequipa, Perú, después del enfrentamiento vivido en la última semana larga entre las dos instituciones que velan por la salud del español y su lugar en el mundo, la Real Academia de la Lengua (RAE) y el Instituto Cervantes. Lo hacía con una declaración final en la que la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) mostraba su respaldo a Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y por tanto de esa asociación, tras las acusaciones contra él hechas por Luis García Montero, director del Cervantes. Una tangana cultural que, desde Madrid, saltaba a la ciudad andina con un debate más bien bronco y al que se iban sumando diferentes personalidades de la cultura. El único que ha permanecido prácticamente callado, por el momento, ha sido el propio Muñoz Machado, que ha dejado su defensa en manos de quienes están bajo su dirección.
«La ASALE quiere reconocer, muy especialmente, el firme liderazgo intelectual y cultural que desarrolla nuestro presidente, el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que está impulsando nuestra organización y trabajo común con acciones panhispánicas muy variadas, enriquecedoras e innovadoras -se podía leer en el comunicado-. La ASALE respalda unánimemente su iniciativa y comparte su programa de actuación tanto en el ámbito institucional como en los numerosos proyectos que desarrollamos mancomunadamente al servicio de las necesidades de los hispanohablantes de todo el mundo en el complejo tiempo actual». Un cierre de filas que, de nuevo, se presentaba como unánime con el ‘agraviado’.
Recordemos que este último episodio del pulso entre ambas personalidades e instituciones, que no es nuevo, se desencadenó el pasado 9 de octubre, en el contexto de un desayuno informativo organizado por el Foro de la Nueva Comunicación poco antes de partir hacia Perú. Preguntado entonces por las relaciones entre los dos («¿cómo se llevan los directores del Instituto Cervantes y de la RAE? ¿cómo se llevan ambas instituciones?», dice textualmente el presentador, como se puede ver en el vídeo a partir del minuto 1:04:02), García Montero comienza respondiendo que los dos se ven obligados a colaborar, pero argumenta que el Cervantes está vinculado con todas las lenguas del estado y que él lamenta la cerrazón (de la RAE, se entiende) a la hora de «reconocer esa riqueza». Dice también que España representa solo el 9% de los hablantes de español en el mundo y que «nadie tiene derecho a hacer del centro ni decirle a los demás como tienen que hablar», en referencia a la actitud que percibe en la Academia.
Es después cuando llegan las frases que han trascendido, y que reproducimos de manera literal: «También tengo que reconocer que yo como filólogo, pues estaba acostumbrado a hablar con Don Fernando Lázaro Carreter, Don Víctor García de la Concha, Don Darío Villanueva, grandes filólogos y grandes hombres de la cultura. Y ahora la Academia está en manos de un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho para las empresas multimillonarias y claro, eso personalmente también crea unas distancias». En la sala del Foro se escucha un fuerte rumor y el presentador bromea con que no sabe cómo seguir. Poco después, la polémica está en todas partes.
La Academia, que se reunía en pleno ese mismo día antes de que algunos de sus miembros viajaran al Congreso, reaccionó en pocas horas y de forma tajante, manifestando «por unanimidad» de sus miembros su «absoluta repulsa» hacia unas manifestaciones que consideraban «una agresión». Defendían además el currículum de su director, del que se decía que «no solo es un experto jurista, sino uno de los ensayistas e historiadores más reconocidos de nuestro país, con premios como el nacional de ensayo y el nacional de historia». Y remataban diciendo que, con el Cervantes, la Academia había mantenido siempre unas «excelentes relaciones históricas».
Discrepancias de largo recorrido
No es del todo cierto. Aunque menos dramáticos, hay antecedentes del enfrentamiento entre ambos directores, unos episodios que no por casualidad se han venido produciendo con ocasión de esos Congresos de la Lengua que se celebran cada tres años en una ciudad del ámbito hispanoparlante, y que son el terreno más propicio para el choque porque ambas instituciones, además de la mencionada ASALE, participan en su organización. Fue el Instituto Cervantes el que, solo un año después de su fundación en 1991, tuvo la iniciativa de organizar un Congreso de la Lengua Española en el contexto de la Expo 92 en Sevilla. Fue la semilla de estos CILEs que, a partir del organizado en 1997 en Zacatecas, empezaron a convocarse con periodicidad trienal. La realidad, sin embargo, es que a lo largo de los años, y debido a su dominio en el apartado científico que la hace responsable de organizar la mayoría de las ponencias, la RAE se ha ido haciendo con el protagonismo en este tipo de convocatorias. Y de ahí vienen muchas de las fricciones.
Según contaron algunos de los que estuvieron presentes, ya en el primero de los congresos al que ambos asistieron, el celebrado en Córdoba (Argentina) en 2019, Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado manifestaron sus primeras discrepancias. Casualmente, los dos habían sido nombrados el año anterior, 2018. En el siguiente Congreso, Cádiz 2023, esas diferencias fueron todavía más evidentes, con ambos responsables convocando a la prensa por separado y el reconocimiento público de que se habían producido algunas tensiones. Pero nada parecido al enfrentamiento con espadas en alto que hemos visto estos días. Un estallido en el que muchos han querido ver una irrefrenable lucha de egos, pero en el que sin duda también hay bastante de ideología. Luis García Montero nunca ha ocultado su ideología de izquierda, en la que ha militado siempre, mientras que ha Muñoz Machado se le suele encuadrar en posiciones más conservadoras, y en cuestiones que envuelven a la lengua como las que planteaba el Congreso (Grandes desafíos de la lengua española: mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y accesible, culturas digitales e inteligencia artificial, era su título este año) esas diferencias se pueden hacer evidentes.
El Instituto Cervantes y la RAE son dos instituciones de muy diferente naturaleza. Fundada en 1713, la Real Academia Española es una institución independiente que elige a sus responsables democráticamente, por voto de sus miembros, y cuyo trabajo consiste básicamente en velar por la lengua española e ir adaptándola a los tiempos. Por su parte, el Instituto Cervantes, creado en 1991, es un organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, y su labor es la de promocionar el español en el mundo a través de la educación y la divulgación. Sin embargo, entre sus competencias también está la de ayudar a impulsar las lenguas cooficiales del estado, el catalán, gallego y euskera. Ahí surgen algunas de las diferencias que enfrentan a ambas instituciones.
Trincheras políticas
La dependencia del Cervantes del Gobierno ha hecho que muchos hayan visto en las palabras de García Montero, nombrado bajo el mandato de Pedro Sánchez, un intento por parte del ejecutivo de debilitar la autoridad de la RAE e intentar tener más control sobre ella. Ahí se enmarcan las declaraciones de Arturo Pérez-Reverte, por ejemplo, cuando tachó en redes al también filólogo y poeta de «mediocre y paniaguado director del Cervantes (criatura de Albares)», aduciendo que Exteriores pretende «colonizar el ámbito natural de la RAE abriéndose paso a codazos para protagonizar la fotografía. Y a ser posible, de cara al futuro próximo, prepararse para controlar también la Academia, si se le permite hacerlo. O sea, ponerla a su servicio y contaminarla como han hecho con todas las instituciones españolas», decía el creador de Alatriste, siempre presto para el combate.
Le tocaba despejar balones al ministro de cultura, Ernest Urtasun. Preguntado por los periodistas desplazados a Arequipa por el tuit de Pérez-Reverte, contestaba que no iba a entrar en polémicas, poniendo de manifiesto la voluntad del gobierno de mantenerse al margen de la pelea, aunque también aprovechaba para defender el «magnífico trabajo» desarrollado por García Montero al frente del Cervantes. Poca leña al fuego, por tanto, desde el lado del ejecutivo.
De hecho, la dimensión política del enfrentamiento podría entenderse también a la contra. Es decir, que desde determinados sectores ideológicos se hubiera utilizado este desacuerdo personal o intelectual expresado por García Montero para arremeter contra el Gobierno. Así se podría entender la insistencia de determinados medios en agitar el conflicto, o los calificativos utilizados por algunos de los críticos con el director del Cervantes. Uno de los primeros en contestarle, de hecho, fue el consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, Mariano de Paco, que en un tuit de apoyo a Muñoz Machado decía: «Una institución como el Instituto Cervantes no puede estar en manos de un sectario paniaguado y apesebrado que desprestigia nuestra Cultura y nuestra lengua española con sus desmanes».
Enseguida se sumaban otros. El escritor y excandidato de UPyD Álvaro Pombo le dedicaba un artículo en ABC en el que, además de calificarle como «un poeta menor, agradablemente menor, pero faltón», desplegaba toda una diatriba contra el comunismo, ideología en la que el director de Cervantes se ha reconocido toda la vida. Días después se unía a la polémica Fernando Savater, también azote del actual gobierno, que en declaraciones a Servimedia decía que García Montero es «un mandado del Gobierno» que «quiere colonizar también la Real Academia». Casi palabra por palabra lo dicho por Pérez-Reverte.
En el otro lado, y en plena tormenta, la Generalitat de Catalunya anunciaba el pasado martes la concesión del XX Premio Blanquera que concede su Delegación en Madrid, el primero que se entregaba desde 2017, al director del Instituto Cervantes. El Ejecutivo catalán lo hacía por su trayectoria como “difusor de la literatura catalana, como poeta, crítico y profesor, así como su compromiso con todas las literaturas del Estado desde la dirección del Instituto Cervantes”. Muchos han querido ver ahí un apoyo del hemisferio socialista a García Montero, aunque el galardón lo concede un jurado en el que había personalidades de diferentes ámbitos de la cultura y la comunicación como Àngels Barceló, Irene Escolar, José María Lassalle o Enric Juliana.
Mientras tanto, en Perú, los dos protagonistas del enfrentamiento se encontraba en la rueda de prensa de apertura del congreso, en la que quedaba claro el clima gélido que se vive entre ambos y las instituciones que representan. Cuando Muñoz Machado dijo que sobre Inteligencia Artificial hablarían «expertos que saben mucho más que nosotros», García Montero respondió al poco tiempo: «yo soy filólogo y soy experto en esos temas”. El directo de la RAE dijo también que los programas del congreso «los fijan las academias y posteriormente interviene el Cervantes», como dejando claro quién manda aquí. Pero con lo que se quedó todo el mundo fue con la declaración de García Montero cuando se le preguntó por el choque entre ambos: “Las diferencias, que son muchas, las hablaremos después, cuando acabe el Congreso. Incluida la preparación de la sucesión del director de la RAE”, frente a lo que el Académico verbalizó un «Ni idea», como si no estuviera al tanto de nada. Hace ya un tiempo que se viene hablando de una posible sucesión pactada en la RAE, pero lo que pueda estar pasando ahí, como en las series, se desvelará en el próximo capítulo.