No sería mala cosa entretener la espera hasta el estreno en cines de «Los domingos», la película con la que Alauda Ruiz de Azúa se ha alzado con la Concha de Oro en la última edición del Festival de San Sebastián, dando un repaso a la trayectoria, aún breve, de la directora. Hasta el 24 de octubre, el día en el que la película se subirá a la cartelera nacional, hay tiempo más que suficiente para ver dos de sus obras más significativas, su primer largometraje y una serie.
Ambas han dado que hablar largo y tendido. Se puede catalogar como una cineasta feminista, si se quiere simplificar, y, por supuesto, lo es, pero el planteamiento de Ruiz de Azúa es complejo y más ambicioso. Una trata sobre cuidadores y cuidados, la otra sobre el consentimiento; ambas sobre identidades y relaciones, y, en último término, las dos sobre los condicionamientos sociales, culturales y familiares y sobre el deseo de autoafirmación personal. Sobre la libertad individual, en definitiva.
La película, «Cinco lobitos», de 2022, empieza enfocada en la maternidad y sus retos contemporáneos. Hacia la mitad del metraje ensancha la mirada, en una panorámica intergeneracional, y muestra una sociedad que aún no ha integrado ni resuelto el asunto de los cuidados, ni los de los niños ni los de los mayores. La otra, «Querer», de 2023, es un drama narrado en cuatro capítulos, cargado de sutilezas, sobre una manera de entender el matrimonio y la pareja que legitima el sometimiento, el control y el abuso, y de nuevo aquí pone en evidencia los contrastes entre unas generaciones y otras.
Las mujeres son las protagonistas y hay en ellas, pese a la resignación, sobre todo la de las más veteranas, cierta clarividencia. Intentan entender y entenderse.
Los personajes masculinos, por el contrario, parecen sumidos en una suerte de inconsciencia. Ellos no entienden y, a veces, tampoco quieren entender. Poco duchos en el lenguaje de los sentimientos, intentan hacerlo lo mejor que pueden, pero lo mejor a menudo no es suficiente.
La de Alauda Ruiz de Azúa no es una narrativa efectista, no es una guionista de tramas enredadas ni desenlaces inesperados. Todo lo que muestra es familiar, puede resultar hasta aburrido por momentos: una recién parida dolorida y llorosa superada por su nueva responsabilidad, una buena ama de casa envuelta en comodidades burguesas.
Lo emocionante de la obra de Ruiz de Azúa es esa reivindicación del individuo, el latido de la libertad por debajo de todos las convenciones.
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