de la opción más segura al arresto asegurado

Donald Trump se ha citado con Vladímir Putin algún día de las próximas dos semanas en Budapest. Los presidentes de Estados Unidos y Rusia protagonizarán una segunda cumbre en la capital de Hungría para encontrar, por qué no, una salida negociada a la guerra en Ucrania.

Del mismo modo que sucedió el pasado agosto en Alaska, nadie espera que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski tenga un asiento reservado. El interés de Trump en celebrar una cumbre trilateral parece haberse desvanecido tras la conversación telefónica de más de dos horas que mantuvo el jueves con su homólogo ruso.

Las expectativas de Simon Schlegel, analista del Zentrum Liberale Moderne, un think tank con sede en Berlín, son más bien bajas.

«Lo más probable es que Putin repita sus exigencias maximalistas: que Ucrania ceda territorio, descarte para siempre la posibilidad de ingresar en la OTAN y reduzca el tamaño de su ejército», explica el especialista en conversación con este periódico. «Todo eso es inaceptable para Ucrania, tanto ahora como en agosto, cuando Putin y Trump se reunieron en Alaska, o hace tres años y medio, cuando Putin invadió Ucrania».

«Para colmo de males —añade Schlegel—, tanto para Ucrania como para la Unión Europea, Putin y Trump se reunirán en el mismo corazón de Europa, donde se firmó el infame Memorando de Budapest, en el que Rusia prometió en vano respetar las fronteras de Ucrania a cambio de que Ucrania entregara sus armas nucleares».

Este viernes, la Comisión Europea se limitó a puntualizar que, aunque la reunión no ha sido confirmada, «no existen prohibiciones de entrada» en la UE para Putin. La portavoz del Ejecutivo comunitario, Anitta Hipper, estaba dejando la puerta abierta.

Yuri Ushakov, asesor del Kremlin, confesó que la elección de Budapest como sede del encuentro corrió a cargo de Trump. Putin no puso reparos. De hecho, Ushakov aseguró que el presidente ruso aceptó «de inmediato» la propuesta. La razón es obvia. Trump y Putin tienen un amigo común en Hungría. Viktor Orbán es aliado ideológico del primero y admirador político del segundo.

El primer ministro húngaro no sólo pone facilidades a las partes para organizar la cumbre, sino que, además, aspira a ser mucho más que un mero anfitrión. De entrada, Orbán prometió a Putin inmunidad ante la Corte Penal Internacional (CPI). La misma inmunidad que le ofreció al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cuando visitó el país en abril.

El presidente ruso no tiene motivos para temer ser detenido a instancias del Tribunal de La Haya, que lo reclama desde marzo de 2023 por presuntos crímenes de guerra en Ucrania. La gran incógnita es saber cómo volará desde Moscú hasta Budapest.

¿Qué ruta puede seguir para reducir al mínimo las opciones de ser detenido? El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reconoció este viernes que «por supuesto, sigue sin estar clara» la respuesta.

Queda por saber si el Ilyushin Il-96 de Putin puede contar o no con la protección de Estados Unidos. Protección que la Casa Blanca ya le brindó en su primer encuentro en Alaska y que Oleg Ignatov, analista para Rusia del Crisis Group, da por descontada.

«Si es por el espacio aéreo de la OTAN, los cazas estadounidenses garantizarán la seguridad de Putin», anticipa el especialista en diálogo con EL ESPAÑOL. «No es ningún problema».


Las rutas que Putin puede seguir para aterrizar en Budapest

Sandra Vilches

1. Rusia, Turquía, Montenegro, Serbia y Hungría

Es la ruta más probable porque es la ruta más segura para Putin. Evitaría sobrevolar Ucrania, cuyo espacio aéreo permanece cerrado para vuelos civiles desde el inicio de la invasión a gran escala, además de los países bálticos y Polonia, los más hostiles con el Kremlin en el seno de la UE y la OTAN.

Con este itinerario, el presidente ruso también esquivaría Eslovaquia, un país que, pese a estar gobernado por el primer ministro Robert Fico, uno de sus caballos de Troya en la Unión Europea, es también signatario del Estatuto de Roma, el tratado que reconoce la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI).

Putin, sin embargo, cruzaría Montenegro. El país balcánico reconoce la legitimidad del Tribunal de La Haya y no sólo es candidato a entrar en las instituciones comunitarias sino que, además, es miembro de la OTAN.

Serbia también reconoce la jurisdicción de la CPI, pero en Belgrado gobierna con puño de hierro el presidente Aleksandar Vučić, un buen amigo de Putin y uno de los contados mandatarios internacionales que acudieron a su desfile del Día de la Victoria del pasado 9 de mayo.

2. Rusia, Cáucaso, Turquía, Montenegro, Serbia y Hungría

Este itinerario es similar al anterior, con la única diferencia de que el presidente ruso bordearía el mar Negro, uno de los escenarios donde se libra la guerra. Esta ruta le haría recorrer incluso más kilómetros que la primera, un detalle que evidencia su aislamiento diplomático en la esfera occidental.

Putin estaría obligado a sobrevolar o bien Georgia o bien Armenia y Azerbaiyán. Tres aliados caucásicos que, bien es cierto, no pondrían pegas. Además, en contraposición a Tiflis y Ereván, Bakú ni siquiera suscribe el Estatuto de Roma. Nada que temer.

3. Rusia, Turquía, Bulgaria, Rumanía y Hungría

Pese a ser miembro de la OTAN, Turquía entra en casi todas las rutas previsibles porque, por un lado, no reconoce la autoridad de la CPI y Recep Tayyip Erdoğan tiene una relación más que cordial con Putin. Trump, además, considera que el presidente turco es «respetado por Rusia» y puede mediar en el eventual acuerdo de paz en Ucrania.

En este trayecto, sin embargo, Putin tendría que cruzar Bulgaria y Rumanía, dos países miembros de la UE que reconocen la legitimidad del Tribunal de La Haya y con los que el Kremlin mantiene relaciones diplomáticas más bien tensas a raíz de la denominada «operación militar especial».

4. Rusia, Bielorrusia, Polonia, Eslovaquia y Hungría

Es el camino más improbable porque es el camino más inseguro para Putin. Sobrevolar su satélite bielorruso es un mero trámite, es cierto, pero tendría que atravesar después el espacio aéreo de Polonia, miembro destacado de la UE, socio de la OTAN con mayor gasto de PIB en defensa y firmante del Estatuto de Roma.

El presidente ultranacionalista Karol Nawrocki, respaldado por el partido Ley y Justicia (PiS), es amigo de Trump, pero su vinculación con la formación del conservador Jarosław Kaczyński hace impensable que dé luz verde a que el avión de Putin sobrevuele el país.

En 2010, el jefe del PiS perdió a su hermano, el entonces presidente Lech Kaczyński, en un accidente aéreo cerca de la ciudad rusa de Smolensk, en el que murieron otras 95 personas. Kaczyński, némesis del primer ministro, Donald Tusk, siempre acusó a Rusia de orquestar la tragedia. «La decisión tuvo que haberse tomado al más alto nivel del Kremlin», aseguró en 2022. Los tribunales polacos, sin embargo, nunca hallaron pruebas.

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