Mireya Almeida no daba crédito cuando recibió el correo electrónico que la confirmaba como una de las becadas. «Lo primero que hice al saber que me la habían dado fue llamar a mi madre llorando y decirle: ‘Mamá, ¡por fin algo bueno!’, rememora. Para esta joven de Fuenlabrada, que ha acabado un grado en Biología en la Universidad Autónoma de Madrid, la beca de grado de la Fundación «la Caixa» le ha permitido no depender económicamente de sus padres.
Y es que las ayudas de la Fundación «la Caixa», destinadas a estudiantes con expedientes brillantes y recursos económicos limitados, están dotadas con 750 euros. «La beca de grado para mí ha supuesto libertad» y «haberme podido mantener por mí misma», resume Mireya.
Esta joven también valora, más allá de la dotación económica, otras herramientas que le ha aportado el programa.»La beca busca que te desarrolles como profesional y adquieras habilidades que en el futuro no solo te sirvan para estudiar o trabajar, sino más a nivel personal», relata. De hecho, además del acompañamiento y de las ayudas económicas, el programa prevé para los becados cursos de idiomas y una formación en habilidades transversales.
Ahora, Mireya, que desde pequeña tenía claro que quería ser policía, busca «combinar la vertiente científica» de sus estudios en Biología con la criminalística «para trabajar en un laboratorio y contribuir a la justicia social» desde la policía científica, explica.
En sus cinco primeros años, el programa de Becas de Grado de la Fundación «la Caixa», que combina excelencia y equidad social, ha hecho posible que 255 jóvenes con talento y escasos recursos económicos accedan a la universidad.
“Lo primero que pensé cuando me dieron la beca fue: ¡Imposible!”, explica Ana Vázquez, otra de las becadas. Acababa de saber que formaría parte de la primera promoción de estudiantes becados por el programa. Hoy, acaba de graduarse en Historia por la Universitat de València. «Fue un alivio económico para mis padres», admite. Acceder a este tipo de ayudas es vital para asegurar la igualdad de oportunidades entre los jóvenes y evitar que se pierda talento como consecuencia de la falta de recursos económicos para poder estudiar.
Ana encontró su vocación en la ESO. «Empecé a enseñar a mis compañeros lo que no entendían. Ahí me di cuenta de que explicar algo tan importante como la historia, que nos dice de dónde venimos y a dónde vamos es superbonito», cuenta.
Sin embargo, los primeros meses de Ana en la universidad no fueron fáciles. «Te enfrentas a un sistema educativo nuevo, asignaturas más densas… Pero gracias a las herramientas de la beca, como el orientador o las charlas sobre gestión del estrés y la ansiedad, poco a poco todo fue más fácil«, relata.
En su caso, su orientador Alfonso, estuvo ahí desde el primer día para ayudarla a «ver los errores, no como un fracaso, sino como una oportunidad para mejorar», asegura. Ver cómo los becados «no somos solo un número, sino personas con problemas y muchas situaciones distintas, y que te comprendan ha sido muy importante», reflexiona.
Ahora, Ana ya está matriculada en un máster en Historia Contemporánea en la misma universidad y no descarta ir más allá en el mundo académico e intentar acceder a un doctorado o una cátedra.
«El mejor año de mi vida»
Otro de los beneficiarios de aquella primera promoción de Becas de grado fue Joaquín Márquez. Este almeriense de origen argentino decidió estudiar Física en la Universidad Complutense de Madrid inspirado por divulgadores como ‘Quantum Fracture’ o Javier Santaolalla. Lo que más marcó a Márquez durante su etapa universitaria fue el año que pasó en la University of California Los Angeles (UCLA). Ahí, “no solo estudié física de los mejores profesores del país, sino que también me rodeé de una serie de amigos que llevo aún en el corazón”, rememora un sonriente Márquez, que asegura que fue «uno de los mejores años» de su vida.
Participar en un programa de movilidad internacional es, de hecho, uno de las compromisos que aceptan como beneficiarios del programa. Las ayudas mensuales que reciben aumentan 400 euros mientras se quedan en el extranjero y también cuentan con una dotación única de 400 euros más para gastos de desplazamiento e instalación.
Para Javier Barrio, otro de los beneficiarios del programa que acaba de graduarse en Biotecnología por la Universitat de València, conocer al resto de becados fue una de las mayores ventajas que le aportó la beca. «He ganado amistades muy buenas y contactos para el futuro, ya que todos somos personas talentosas en nuestros campos«, asegura este joven, que se decantó por esa carrera inspirado por las visitas con su padre al Museo de Ciencias Naturales de València.
Javier anima a todo aquel que se lo plantee a presentarse a la beca y cumplir sus sueños. «Si comparo a la persona que era en primero de carrera con la que soy ahora, veo una evolución completa en todos los aspectos de mi vida«, reflexiona.













