El 54,3 % de la población española mayor de 15 años tiene, al menos, una enfermedad crónica. Un porcentaje que se incrementa notablemente en las personas mayores de 65 años: en esta franja de edad, el 40 % de los hombres y el 44 % de las mujeres presentan dos o más enfermedades crónicas, según datos recogidos en el nuevo ‘Documento de Desarrollo 2025–2028 de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud (SNS)’.
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha sido el encargado de inaugurar la jornada ‘Cambiando la mirada de la Cronicidad’ en la que se ha presentado el informe. «Los sistemas sanitarios no tienen que girar en torno a la cronicidad, es la cronicidad lo que define los sistemas sanitarios. Para abordarla debemos tener claro que cronicidad es domicilio, es multiprofesionalidad, es integración sociosanitaria, es ciencia y evidencia, es estratificación, coordinación y orientación comunitaria», ha dicho Padilla.
Un desafío
En España, la cronicidad constituye uno de los principales desafíos de salud pública. Según los datos recogidos en el Documento de Desarrollo 2025–2028 de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad, las dolencias crónicas son responsables de aproximadamente el 80 % del gasto sanitario público y generan entre el 70 % y el 75 % de las consultas en Atención Primaria.
Además, se estima que cerca del 60 % de las hospitalizaciones evitables están relacionadas con el manejo inadecuado de patologías crónicas como la EPOC, la insuficiencia cardíaca o la diabetes. La complejidad clínica de estos pacientes, que en muchos casos presentan multimorbilidad y situaciones de fragilidad, requiere un enfoque asistencial integral, continuado y centrado en la persona.
Polimedicación
En el ámbito farmacológico, uno de los factores asociados a la cronicidad es la polimedicación, que afecta a más del 27 % de las personas mayores de 65 años, alcanzando el 45 % en residencias y entornos sociosanitarios. Entre 2021 y 2024, las acciones desplegadas desde el Sistema Nacional de Salud han logrado una reducción del 8 % en la polimedicación innecesaria en mayores de 65 años. Asimismo, se ha registrado una mejora del 15 % en la adherencia terapéutica, lo que refleja avances en el seguimiento farmacológico, la conciliación terapéutica y la educación sanitaria.
El nuevo Documento de Desarrollo 2025–2028 ha sido elaborado mediante un proceso participativo en el que han intervenido comunidades autónomas, sociedades científicas, profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y entidades del tercer sector. Se definen varias líneas estratégicas prioritarias orientadas a consolidar un modelo de atención integral, centrado en la persona y adaptado a las distintas fases del ciclo vital.
Se impulsa la coordinación efectiva entre niveles asistenciales (Atención Primaria, hospitalaria, especializada, urgencias y atención domiciliaria), con protocolos compartidos, tecnologías interoperables y sistemas de información integrados. Se promueve un enfoque de cuidados continuos, especialmente relevante para personas con alta complejidad o múltiples transiciones asistenciales.
Atención domiciliaria
Además, se refuerzan los programas estructurados de atención en el domicilio, incluyendo hospitalización a domicilio (HaD), seguimiento proactivo y telemonitorización. El objetivo es mejorar la accesibilidad y la autonomía del paciente, evitando ingresos innecesarios y permitiendo una atención personalizada en el entorno habitual de la persona.
La estrategia apuesta por la coordinación operativa y funcional entre los servicios de salud y los servicios sociales, mediante el desarrollo de equipos mixtos y el uso de herramientas compartidas de evaluación y planificación. Esta línea es clave para garantizar respuestas coherentes ante situaciones de dependencia, fragilidad o exclusión.
Cuidados paliativos
También, se refuerzan los servicios y recursos orientados a cuidados paliativos, con un enfoque centrado en la dignidad, el bienestar y las preferencias de la persona. Se contempla la mejora del acceso, la equidad territorial, la formación profesional y la incorporación de la atención paliativa en todos los niveles asistenciales.
En la estrategia se contempla, asimismo, el uso de herramientas como los Grupos de Morbilidad Ajustada del SNS (GMA-SNS) para segmentar a la población según su nivel de complejidad y riesgo. Esto, señala Sanidad, permite orientar la planificación de recursos, la asignación proactiva de intervenciones y el diseño de itinerarios personalizados de atención, con mayor efectividad clínica y eficiencia organizativa.
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