Otro de los participantes en la séptima edición del Ecoforum que ha tenido lugar este miércoles en el Moll de Costa, en el Grau de Castelló, ha sido el director general de Facsa, José Claramonte, que ha instado a pasar cuanto antes a la acción para mitigar el impacto de los fenómenos climáticos extremos sobre el agua, cada vez más frecuentes en la provincia de Castellón, como son las sequías, las inundaciones por las lluvias torrenciales o las olas de calor.
El alto cargo de la empresa del Grupo Gimeno ha desgranado los principales ejes del estudio que ha redactado la compañía Impacto de los extremos climáticos en los recursos hídricos. Desafíos y estrategias de mitigación, cuya elaboración se enmarca dentro del compromiso y la responsabilidad Facsa de intentar concienciar a la sociedad sobre la afección que puede tener estos fenómenos cada vez más asiduos en la gestión del agua, un elemento que es «absolutamente transversal».
El informe, que nació muy focalizado en el impacto que produjo las prolongadas sequías a finales de 2023, buscaba «motivar y dar respuesta a la necesidad de adoptar acciones que ayuden a mitigar este cambio climático que ha venido para quedarse y ante la urgencia de que se nos está agotando el tiempo».
Claramonte, en otro momento de su discurso. / Gabriel Utiel
Un contexto de extremos
Tal como ha expuesto el ponente, nadie puede cuestionar que los efectos del cambio climático son del todo palpables con olas de claro, lluvias torrenciales muy recientes estos últimos días, olas de frío, ciclo de sequías o aumento de huracanes y ciclones, por lo que lamenta que actualmente no se estén tomando las medidas suficientes para hacerles frente. «El big data o la IA son herramientas que nos deben facilitar la toma de decisiones, pero cuando hacemos proyecciones, no las queremos ver, porque si no, ya estaríamos haciendo algo para revertir estos escenarios», ha argumentado.
El aumento de los fenómenos climáticos extremos representa uno de los principales retos para la gestión de los recursos hídricos en el siglo XXI, afectando tanto la disponibilidad como la calidad del agua, alterando los ecosistemas y poniendo en riesgo infraestructuras críticas y actividades económicas.
«Son tendencias climáticas que están dando señales de alarma para ponernos en marcha y por ello queremos poner este debate en la opinión pública. Además, no es que pase en otro rincón del mundo, es que estamos en una de las zonas donde estamos sufriendo más el impacto del cambio climática», ha afirmado, a la vez que ha recordado que, en 2022, España ya era el quinto país más afectado por fenómenos extremos, sin haber ocurrido aún todos los episodios que estaban por llegar.
La urgencia es clara
El director general de Facsa ha puesto de manifiesto que las tendencias climáticas no solo afectan a la disponibilidad y calidad del agua. Complican la planificación, gobernanza, acceso y distribución del agua, así como la gestión de la demanda y la competencia por este recurso vital.
Algunas de las afecciones que ha enumerado son:
- Reducción de la disponibilidad del recurso (ríos, embalses, acuíferos)
- Contaminación del agua por escorrentía y salinización de recursos
- Inundaciones repentinas, desbordamientos de ríos, presas y sistemas de saneamiento
- Daños en infraestructuras hidráulicas
- Pérdida de servicios ecosistémicos
- Aumento de la inseguridad hídrica y desigualdad social
- Impactos en cultivos, turismo, salud y migraciones
El coste de la inacción
Claramonte ha hecho hincapié en que gran parte del sistema hídrico en España fue diseñado para un clima del pasado. Hoy en día, España se enfrenta a fenómenos más extremos, frecuentes e imprevisibles, sin planificación suficiente ni recursos adecuados para responder. Y ha añadido que la inacción (o la respuesta insuficiente) conlleva costes cada vez más elevados, que se manifiestan tanto de forma inmediata como estructural.
«No hacer nada no es una opción ni una solución. Tenemos que pasar de ser reactivos a proactivos y no esperar a tener que reparar los daños«, ha señalado.
Retos estructurales
Partiendo de que las infraestructuras hidráulicas, diseñadas bajo supuestos del siglo XX, resultan insuficientes frente a lluvias torrenciales, sequías prolongadas y olas de calor sin precedentes, a ella hay que sumar desigualdades crecientes en el acceso al agua, una gobernanza fragmentada, financiación inestable y una limitada capacidad de adaptación.
Por ello, Facsa se marca en el informe seis retos estructurales en los que considera necesario incidir:
- Infraestructuras actualmente obsoletas frente a nuevos extremos climáticos
- Planificación aún basada en promedios históricos que ya no reflejan la realidad
- Acceso al agua marcado por desigualdades sociales y territoriales crecientes
- Gobernanza fragmentada y poco coordinada entre niveles institucionales
- Financiación insuficiente y reactiva, sin estabilidad a largo plazo
- Anticipación limitada por la falta de sistemas de alerta temprana y cultura del riesgo
Decálogo para la resiliencia hídrica
Como «no podemos esperar más», la compañía plantea en este estudio un decálogo para la resiliencia hídrica. Facsa considera esencial fortalecer los marcos de gobernanza del agua, fomentando la cooperación entre sectores, la planificación integrada y la participación de todos los actores incluyendo las comunidades más vulnerables.
Estas son las 10 propuestas de mejora:
10 propuestas de mejora:
- Incluir el riesgo climático en la planificación hidrológica
- Rediseñar infraestructuras para eventos extremos
- Implantar sistemas de alerta temprana
- Reforzar la gobernanza cooperativa del agua
- Restaurar ecosistemas fluviales y humedales
- Usar el agua de forma más eficiente
- Proteger a las personas más vulnerables
- Fomentar la innovación tecnológica y el conocimiento
- Asegurar financiación estable y sostenible
- Sensibilizar y educar a la ciudadanía
«El modelo que tenemos actualmente en España es demasiado estático y rígido. O hacemos algo o las próximas generaciones van a sufrir los peores efectos. Tenemos que dejar las palabras, por todos aceptadas, y pasar a la acción, aportar nuestro granito de arena para mitigar al menos, si no se puede revertir, el impacto de los fenómenos climáticos extremos«, ha concluido el director general de Facsa.











