CRÓNICA PARLAMENTARIA | Modorra y calma chicha

En los parlamentos, si se trata de gobiernos con un sólido apoyo parlamentario, siempre se produce, sobre la mitad de la legislatura, un momento de modorra más o menos plácida, un paréntesis en las hostilidades verbales, que se prolonga hasta la próxima cita importante en la asamblea. Es lo que está ocurriendo en el pleno que comenzó ayer: orden oficinesco, calma chicha y una suerte de aburrimiento democráticamente compartido. Lo que el presidente Fernando Clavijo bautizó como «el modo canario de hacer política» deriva, en buena parte, de la estabilidad parlamentaria de su gabinete y de la ausencia de cambios dramáticos en el horizonte de 2027 gracias a un tripartidismo solo ligeramente imperfecto: cuatro o cinco diputados colaboradores del centroderecha, tres o cuatro diputados colaboradores del centroizquierda y pare usted de contar. Existen, por tanto, pocos incentivos para desmelenarse, chillar, anunciar el fin de los tiempos o despreciar burlescamente a la oposición. Claro que algunas de sus señorías no necesitan ayuda para adoptar ninguna de esas actitudes.

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