¿Los genios nacen o se hacen? ¿Es posible entrenar a alguien hasta convertirlo en un fenómeno, en alguien absolutamente excepcional…? ¿Es mejor el talento natural o el entrenamiento? En función de a quién le pregunten, la respuesta será una u otra. Me imagino que Toni Nadal piensa lo segundo. Hace unos años, el pedagogo húngaro László Polgár lo demostró en un experimento en el que utilizó como sujetos… a sus propias hijas. De hecho, lo planeó antes de que nacieran: estaba tan convencido de que podría entrenar a cualquiera hasta convertirlo en un genio, que buscó una esposa que aceptara participar en dicho proyecto.
Educarían tempranamente a su prole en alguna disciplina cuyos resultados pudieran medir perfectamente, a fin de comprobar que, tal como intuía, los genios no nacen, se hacen. Contra todo pronóstico, una maestra de escuela aceptó formar parte del experimento, así que László se casó con Klara y del matrimonio nacieron tres hijas. ¿Y saben en qué decidieron entrenarlas…? En ajedrez.
La ajedrectista húngara Judit Polgar. / EFE
Así que, desde que vinieron al mundo, para aquellas tres niñas todo fue ajedrez. Aprendieron a leer con manuales de ajedrez (más de diez mil había en su casa…!), estudiaron matemáticas moviendo las fichas por el tablero y todo en el hogar de los Polgár se convertía en una excusa para jugar a lo único, a lo absoluto, al destino de ser las mejores en el arte de los escaques. La hija mayor, Zsuzsa, empezó a ganar campeonatos desde los cuatro años. Su padre se negaba a que compitieran únicamente en categoría femenina, así que desde siempre se acostumbraron a jugar contra hombres.
Su hermana Judit fue la persona más joven del mundo en conseguir el título de Gran Maestro Internacional de ajedrez con solo quince años, y se convirtió en la mejor ajedrecista de la historia, capaz de ganarle a los grandes como Kárpov o Kaspárov. Para cuando quiso nacer Zsófia, el método Polgar funcionaba a las mil maravillas y ella fue, de nuevo, un prodigio del ajedrez reconocida con multitud de medallas y algún que otro récord. Las hermanas Polgár son, simple y llanamente, las mejores ajedrecistas de la historia. Su padre estaba en lo cierto.

La ajedrecista Judit Polgar, durante una visita al Ayuntamiento de Valencia junto al ex alcalde, Joan Ribó. / Europa Press
El ejemplo de esta singular familia húngara ha de servir de inspiración a cualquier deportista que busque la excelencia. Nuestro HLA Alicante ha empezado la temporada con dos victorias en casa, a pesar de los contratiempos que han acechado a la plantilla. Los grandes equipos no nacen, sino que se hacen, y son el trabajo diario, la disciplina y el entrenamiento los que marcan el camino del éxito. La única forma de ganar el domingo en el Movistar Arena, frente al temido Estudiantes de Toni Ten, es trabajar mucho y muy bien esta semana, preparando el partido a conciencia.
En el baloncesto, como en el ajedrez, no hay recetas mágicas, así que no dudo de que los nuestros se entregarán a dicha misión en cuerpo y alma esta jornada para poner en jaque a uno de los reyes de la competición. El Lucentum va bien pertrechado de Torres, y el juego de piezas blancas de Rubén Perelló garantiza un enroque letal con nuestra pieza reina, Kevin Larsen. Veremos qué apertura se encuentran en Madrid y qué tácticas se despliegan sobre el tablero. László Polgar lo tenía claro. El talento y la suerte ayudan, pero la constancia y la dedicación son la clave. Porque los grandes equipos, como los genios, no nacen: se hacen.
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