Argentina es el país de la pasión. El lugar donde todo se vive con intensidad. Hasta en el más mínimo detalle, su gente se entrega en su totalidad, sin medias tintas e independientemente de la circunstancia. Es el valor de una nación enorme, capaz de cautivar a cualquier mortal y de atrapar a todos los que pisan su territorio. Sin embargo, Argentina, por mucho que los focos apunten a Europa, es la cuna del fútbol. La pasión que se vive cada vez que rueda un balón en cualquiera de sus estadios es inaudito en el mundo. Va en el ADN de una sociedad caracterizada por sentir el balompié desde la más absoluta locura y percibirlo como su forma de vida.
El Levante, a pesar de estar situado a más de 10.000 kilómetros de Argentina, también afronta su realidad desde la pasión, el sentimiento y el orgullo que le produce representar a un club centenario. Sus aficionados, de hecho, lo sienten como si les fuera la vida en ello. Es la identidad de una institución especial, que no pasa desapercibida. Por ello, Matías Moreno (24 de septiembre de 2003, Córdoba, Argentina), pese a llevar solo tres meses en Orriols, tiene la sensación de que ha acertado aceptando el desafío de defender la elástica levantinista y de que casa tanto con su personalidad como con sus orígenes.
Matías Moreno, durante su entrevista con SUPER. / GERMÁN CABALLERO
Apasionado sobre el terreno de juego, e intenso cada vez que interviene en defensa, su adaptación, tras una experiencia llena de sinsabores en la Fiorentina, ha sido satisfactoria. Y su hambre por sumar minutos, y ayudar a sus compañeros a lograr la permanencia, es tan grande que no le ve techo a un equipo cargado de talento. Con contrato hasta el 30 de junio de 2026, en calidad de cedido y con una opción de compra de 15 millones de euros, Moreno no sabe lo que le deparará el futuro, pero reconoce que su ilusión es compartir eje de la zaga con Cuti Romero, central del Tottenham y referente del ‘2’ levantinista, en la Selección Argentina. Desconoce si será más tarde o más temprano, pero, de seguir rindiendo como hasta la fecha, estará más cerca de conseguirlo.

Matías Moreno posa para las cáramas de SUPER. / GERMÁN CABALLERO
¿Qué tal está?
Me siento muy feliz. Estoy muy a gusto en la ciudad y, desde el primer momento que llegué, el equipo me recibió muy bien. Es un grupo humano muy lindo. Y eso, al fin y al cabo, ayuda y suma mucho en el rendimiento de cada uno. Estoy contento de sumar minutos, que era lo que buscaba, y poder reencontrarme conmigo mismo después de un año sin jugar mucho. Era muy importante para mí lograrlo.
Da la sensación de que se ha estabilizado en la zaga defensiva. Ante el Oviedo cuajó un notable encuentro.
Es fácil mejorar el rendimiento cuando hay buenas relaciones y una sana competitividad dentro del grupo. Nos esforzamos mucho todos los días, hay una competencia muy linda. Siento que es muy importante porque nos eleva a todos: al que juega, al que no juega y al que quiere jugar. Todos se esfuerzan día a día para poder estar en el equipo y creo que eso influye mucho.
Es más, de los cinco últimos partidos, el Levante puntuó en los cuatro que jugó. Debe ser satisfactorio para usted.
Sin duda. Siendo defensor, no encajar ayuda mucho y da confianza a todo el equipo, pero, a los que nos involucramos más en la parte defensiva, da seguridad y es bonito que se hable de ello.
¿Cree que han reducido la sangría defensiva de los primeros compromisos ligueros?
Era un factor que nos fastidiaba mucho. Lo mejoramos trabajando en el campo, viendo vídeos, todos los días, sobre lo que hacíamos mal y en lo que había que progresar. Juntando ambos aspectos para no volver a cometer tantos errores. Como defensores, nuestro objetivo es hacer lo máximo posible para no encajar porque generamos muchas situaciones de ataque. Casi siempre hacemos goles. Menos en Elche, en todos los partidos hemos anotado. Nosotros debemos enfocarnos en encajar el menor número posible.
¿Se siente con más confianza después de su debut ‘accidentado’ contra el Alavés? Salió en el 85’ y su marcaje a Tenaglia, en el último minuto del partido, acabó con gol del jugador babazorro.
Venía de un año sin jugar mucho y de una lesión que me impidió disputar los amistosos de pretemporada. Debuté con una falta de minutos importante. Es complicado entrar al mismo ritmo que mis compañeros y que el rival, pero de esa situación aprendí para tenerlo en cuenta más adelante.
Ahora su realidad es diferente.
Quería, desde los primeros días de pretemporada, enfocarme en el club en el que iba a estar esta temporada. Fue una lástima la lesión, estaba muy ilusionado. No obstante, ya pasó. Ahora disfruto de un buen presente con la intención de seguir sumando.
Dicen que es una persona muy calmada, pero que, cuando sale al campo, es todo lo contrario. ¿Cierto?
Fuera del campo soy muy tranquilo y calmado, pero, cuando entro en la cancha, me transformo. Me peleo con todos. Sin embargo, creo que es la manera en la que hay que vivir los partidos.
¿Va en el ADN del central argentino?
Puede ser. Hace poco leí una entrevista en la que Paul Pogba decía que los argentinos son buenas personas, pero que, dentro de la cancha, nunca quería jugar contra un argentino. Tal vez tenga razón. Puede que lo llevemos en la sangre, pero no compito como si fuera un mal tipo. Me gusta estar atento y picar al rival.
Así han llegado a la élite mundial defensas como Mascherano, Ayala, Nicolás Otamendi o Cuti Romero.
Sí. Me atrevería a decir que, los dos últimos, han implantado escuela. Desde que estás en inferiores te dicen: “Mira cómo juega Otamendi, lo fuerte que entra. Nunca vayas con mala leche, pero siempre tienes que ir fuerte y hacerte de notar en la cancha”. Nos involucran desde pequeños que un central nunca puede perder.
¿Siempre quiso ser central?
No. Jugaba de mediocentro, pero, a la que vi que había que correr mucho, me fui hacia atrás (ríe). Después, cuando crecí de altura bastante más que mis compañeros, me enviaron a la retaguardia. Yo quería atacar, dar los últimos pases, pero me mandaron a defender.
Y, cuando vio que su vida iba encaminada al fútbol, ¿en quién empezó a fijarse?
Cuando empiezo a ver que el fútbol iba en serio, y que me llamaban con el primer equipo, tengo el claro ejemplo de Cuti Romero. Saliendo de Belgrano, al igual que yo, se marchó a Europa, lo hizo bien, va con la Selección Argentina y es de los mejores centrales del mundo. Para mí es una inspiración, alguien al que veía mucho y que me gusta. Encima, tal y como me pasó a mí, fue a Italia cuando salió de Belgrano. Es el espejo en el que me miro. No obstante, también me fijo en Virgil van Dijk. Miro mucho sus partidos.
Procedente de Argentina, ¿es tan apasionado el fútbol argentino como se percibe desde fuera?
El fútbol argentino es una locura. El hincha, aunque no tenga para comer en la semana, los únicos pesos que tiene se los gasta en la entrada para ver a su equipo.Esos detalles tienen que hacer que los jugadores sientan que no pueden salir a perder. Creo que es el motivo por el que el fútbol argentino es tan intenso, tan pasional. En Belgrano, club del que procedo, todos los partidos son una locura. El hincha argentino está loco por su equipo.
Usted lo vivió desde dentro. ¿Qué se siente?
Es increíble. En nuestro clásico, que es contra Talleres, empiezan a tirar fuegos artificiales desde la tribuna. Te pasan por encima de la cabeza. Una locura.
Sin embargo, el fútbol argentino le duró muy poco. Debutó con Belgrano ante Colón el 10 de junio de 2023 y, en agosto de 2024, fue traspasado a la Fiorentina.
Pasó todo muy rápido, pero lo disfruté. Mi intención es volver en un futuro, pero salté a la Serie A en un abrir y cerrar de ojos, en apenas un año. Pasar a un lugar donde no dominas el idioma hace que sea más difícil acostumbrarse. Me costó un poco, por eso siento que en España está siendo todo más fácil. Los argentinos y los españoles somos muy parecidos. Encima, València es hermosa. Ahora está yendo todo mejor.
¿Cómo gestionó dicha irrupción?
Muy tranquilo. Gracias a mi novia, mis hermanos y mis padres, con los que vivía allá en Córdoba, me mantenía calmado y sin prisas. Me ayudaron a gestionarlo.
¿Su familia es futbolera? Si no me equivoco, tiene un hermano futbolista.
Sí. Mi hermano, que tiene dos años más que yo, está jugando en la Tercera División argentina. Y mi familia es futbolera, sí. Desde los cuatro o cinco años, mis padres nos acompañaban a los entrenamientos y adonde fuéramos, aunque jugáramos en la otra punta de la ciudad. Nos inculcaron a vivir el fútbol intensamente.
¿Cómo afrontó su salto a Europa? Supongo que, en parte, triste por dejar atrás al club del que es aficionado.
Estaba muy feliz e ilusionado. No pasó lo que pensé que iba a pasar, que era demostrar en el fútbol italiano lo que puedo dar. Fue un aprendizaje para tener en cuenta de cara al futuro. Me sentía muy contento en Belgrano, jugando cerca de mi casa y de mi familia. Y más, en el club del que soy hincha. Me encantaba lo que estaba viviendo, pero, como profesional, tenía, y tengo, el sueño de jugar en Europa y de hacer cosas grandes.
¿Qué pasó para que su aventura en la Fiorentina no saliera como esperaba?
No lo sé, la verdad. Para extraer esas conclusiones hay que sentarse y analizarlo tranquilamente. Al principio me costó un poco el idioma y el estilo de vida, pero después me adapté e hice buenos partidos. Hay veces que no depende de uno mismo. Quizás no le gustaba del todo al entrenador.
¿Puede que un cambio de sistema condicionara su falta de oportunidades?
Llegué a la Fiorentina en los últimos días de mercado, con el torneo empezado, y no entendía ni lo que me decía el cuerpo técnico ni cómo era el fútbol en Italia. Por eso, en este curso, quería estar en mi nuevo club durante los primeros días para entrar de lleno en la pretemporada. Me llamaron para ser el central derecho, en un esquema de cinco, y, al poco tiempo, cambiaron a línea de cuatro siendo seis centrales. Por lo tanto, los seis competíamos por dos puestos. Fue un mal año en lo personal. Cumplí el sueño de jugar en Europa, pero siempre pienso en mejorar y en demostrar mi juego.
Volviendo al presente, ¿por qué se decantó por el Levante?
Había varios clubes interesados en contratarme, pero me llamó Julián Calero y, desde esa conversación, le dije a mi novia: “tenemos que ir al Levante”. Me demostró tanto cariño y confianza que sentí que era el lugar indicado para poder demostrar lo que puedo dar y lo que aspiro a ser como jugador.
¿Qué tal fue la conversación con Julián Calero? La dirección deportiva, por otro lado, lo siguió de cerca durante mucho tiempo.
No me garantizó minutos, pero quería que estuviera con ellos, ayudarme a crecer y demostrarme que, si doy el cien por cien, puedo jugar. Me dijo que, con trabajo y esfuerzo diario, iba a tener protagonismo. Encima, la dirección deportiva me llevaba siguiendo desde hace tiempo. Le pedí a mi representante que hiciera todo lo posible para cerrar mi llegada al Levante. Y, por suerte, se hizo muy rápidamente la operación.
¿Siente que ha acertado con la decisión?
Sí, totalmente. Me siento muy feliz en el día a día, algo que el año pasado no podía disfrutar. Con minutos es más fácil que sin ellos, pero me lo estoy pasando muy bien con el grupo y en cada entrenamiento.
Italia y España son un trampolín de talento para los futbolistas argentinos. Usted, con 22 años, ya ha jugado en ambas ligas.
La liga italiana es conocida por tener defensas buenos, ser una cuna de defensores centrales, pero la opción de la Fiorentina me gustó por los argentinos que jugaron allí e hicieron historia. Sin embargo, a mi agente, cuando tomamos la decisión de salir cedidos, le aseguré que quería ir a España porque sentía que iba más con mi juego. Ahora puedo decir que estaba en lo cierto.
¿Cree que el juego en España se adapta mejor a su forma de entender el fútbol?
El fútbol de Italia es diferente al de España. Allí es más pausado, más físico y más chocante. Aquí es más parecido al de Argentina, en el sentido del ida y vuelta, las asociaciones, la mentalidad atacante…
A sus 22 años, ¿qué sueños tiene pendientes por cumplir?
Me quedan un montón de sueños todavía, pero el objetivo que tengo ahora es competir lo mejor posible con el Levante, hacer un año increíble y quedar lo más arriba posible.
¿Ve al Levante capaz de quedar lo más arriba posible?
Esta opinión es personal. Yo no pienso en la permanencia. Creo que tenemos un buen equipo, que tiene que mejorar un montón de cosas, pero, viendo la plantilla que tenemos, creo que podemos hacer cosas muy lindas. Obviamente el objetivo es la salvación, pero miro al equipo y digo: “tenemos que ver un poco más arriba”. No me refiero a clasificarnos para la Europa League, pero sí a no estar abajo. Tenemos muy buen equipo, y con lo mucho que podemos mejorar, sumado a las ganas y el hambre que tenemos, aspectos que veo muy importantes, vamos a hacer cosas más lindas de las que pensamos.
Una salvación tranquila y sin sufrimientos. ¿Cierto?
Exacto. No estar sufriendo por ver otros resultados. En definitiva, estar tranquilos.
Lo de los sueños pendientes se lo pregunté por si siente, de seguir así, que puede estar a tiempo de ser seleccionable con Argentina para el Mundial de 2026.
Sería un sueño lindo por cumplir. Pero, ahora mismo, veo, y creo, que aún tengo bastante por hacer en el fútbol para demostrarle al cuerpo técnico de la selección argentina todo lo que le puedo dar. Sería algo hermoso, pero, con paciencia y esfuerzo, seguro que llegará en algún momento. Es verdad que España e Inglaterra son las ligas más vistas del mundo. Y, por tanto, da más visibilidad a la hora de competir por los puestos de la selección argentina. Pese a ello, creo que la competencia es altísima. Tengo que trabajar muy duro para entrar en el radar del cuerpo técnico.
Un fijo en el equipo de Lionel Scaloni es Cuti Romero, uno de sus referentes. ¿Le gustaría compartir vestuario con él en la albiceleste?
El Cuti Romero, cuando tenía vacaciones en Europa, iba a Argentina y, en uno de esos viajes, lo vi como una o dos veces. Lo miraba como lo que es: un figura y uno de los mejores centrales del mundo. El día que me transfirieron a la Fiorentina, me envió un mensaje, me felicitó, y me dijo que le metiera trabajo y que me esperaba en la selección. Me dio más motivación. Que una persona como él me mandara ese mensaje y me dijera eso me hizo muchísima ilusión.












