La Ofrenda de flores a la Virgen del Pilar es el acto más emotivo de las Fiestas del Pilar de Zaragoza. Cada 12 de octubre, miles de personas recorren las calles de la capital aragonesa para depositar sus ramos en el monumental manto floral de la Virgen, en la plaza del Pilar. Un acto de devoción, identidad y belleza colectiva que, con los años, se ha convertido en uno de los mayores homenajes florales del mundo.
Pero ¿sabes cuándo empezó esta tradición, cuántas flores se utilizan o cuántos kilómetros caminan los oferentes? A continuación, te contamos algunos datos curiosos de la Ofrenda que quizá no conocías:
Una tradición moderna con raíces antiguas
Aunque pueda parecer una tradición centenaria, la Ofrenda de Flores del Pilar nació en 1958, impulsada por el entonces delegado de fiestas de Zaragoza, Manuel Siurana. Aquel primer año participaron unas 2.000 personas, una cifra modesta comparada con la marea actual. La idea de ofrecer flores a la Virgen en el día de su festividad se inspiró en costumbres similares de América Latina, pero pronto adquirió un carácter único aragonés.
Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar en 1962. / GRAN ARCHIVO ZARAGOZA ANTIGUA
De unas pocas flores a más de siete toneladas
En la actualidad, la Ofrenda de Flores se ha convertido en un auténtico fenómeno cultural. Cada año se depositan entre 6 y 8 toneladas de flores, de gentes procedentes no solo de Aragón, sino también de otros rincones de España e incluso del extranjero. Gladiolos, claveles, margaritas y lirios son las variedades más utilizadas para tejer el impresionante manto que cubre la estructura central, de más de 15 metros de altura. El resultado es una obra efímera que transforma la plaza del Pilar en un gran tapiz.
Más de 12 horas ininterrumpidas de emoción
El desfile comienza a las 6.45 de la mañana con la llegada de los primeros grupos y se prolonga hasta bien entrada la noche, superando las 12 horas seguidas. Durante todo ese tiempo, los oferentes —vestidos con trajes tradicionales aragoneses y de otras regiones— desfilan al ritmo de las jotas y otros bailes. Es un espectáculo que mezcla fervor, color y tradición, seguido en directo por miles de personas desde la plaza o a través de la televisión autonómica, que lo retransmite en directo.

Haga sol o llueva, los zaragozanos nunca faltan a su cita con la patrona. / MIGUEL ANGEL GRACIA
Un recorrido de más de dos kilómetros
Los oferentes parten desde distintos puntos del centro de Zaragoza, según el acceso asignado a cada grupo y a quienes acuden por libre. El recorrido medio supera los dos kilómetros, lo que convierte el trayecto en una procesión festiva y multicolor que serpentea por las principales calles hasta desembocar frente a la Basílica del Pilar. A pesar de las multitudes, el acto se desarrolla con puntualidad y sin apenas incidencias, salvo pequeños retrasos en horas punta.
Un récord de participación difícil de superar
El récord histórico de participación se alcanzó en 2019, con más de 350.000 oferentes desfilando ante la Virgen. A ellos se sumaron miles de visitantes y espectadores, llenando cada rincón del Casco Histórico. Tras la pandemia, las cifras se han mantenido muy altas, con una media de entre 250.000 y 300.000 personas cada año. La Ofrenda se ha consolidado así como el acto más multitudinario del Pilar y uno de los mayores eventos populares de España.

Participantes en la Ofrenda de flores, el acto central de las Fiestas del Pilar. / EL PERIÓDICO
Un mosaico multicultural
Otro dato curioso es la creciente presencia de colectivos de otros países que participan en la Ofrenda. En los últimos años han desfilado por las calles de Zaragoza en su día grande más de 70 nacionalidades, desde Japón hasta Bolivia o Senegal. Cada grupo aporta flores y atuendos típicos de sus países, lo que convierte el acto en un símbolo de unión y diversidad.
Más allá de las cifras, la Ofrenda de Flores simboliza el espíritu de Zaragoza, una ciudad hospitalaria, participativa y devota de su patrona, que cada 12 de octubre, se transforma en un gran jardín para rendir homenaje a sus raíces.