Tenían previsto hacer sonar las campanas de la parroquia de San Fulgencio el toque Tentenublo, el viernes a las 10 horas, coincidiendo con el aviso rojo y la alerta decretada por fuertes lluvias e inundaciones, pero el tiempo se puso tan feo que abortaron la misión. Según la creencia antigua, este repique se realizaba para alejar granizadas o al menos intentar que las tormentas se suavizaran.
Es uno de los sonidos perdidos de un lenguaje ancestral que está recuperando la asociación Campaneros de la Vega Baja, un joven grupo que intenta que los toques antiguos, repiques y volteos vuelvan después de que la figura del campanero se perdiera hace varias cuando se electrificaron los campanarios.
Tenían la misión de tocar a mano las campanas para comunicar noticias y hacer llamamientos de todo tipo cuando las redes sociales aún eran inimaginables. Porque, además de las horas a las que seguimos acostumbrados, era todo un medio de comunicación. También anunciaban el inicio de los festejos o los entierros, diferenciando si era hombre -con tres clamores al principio- o mujer -dos-.
Si el Tentenublo anunciaba tormentas, el de Arrebato advertía de peligros inminentes como danas e incendios, un toque tan rápido que el martillo eléctrico se bloquea. El del Alba al amanecer, el Ángelus a las 12 horas, el Din Din para avisar a los antiguos del campo de la hora de comer, el de Ánimas para rezar a los difuntos a las 21 horas, el Dominica morada al inicio y al final de la Cuaresma y del Adviento. El repique festivo cuando va a empezar la procesión o el de misa, incluyendo el Canto de Gloria, cuando se voltean todas las campanas, o el «volteo de la campana gorda cuando el cura consagra», explica el presidente de la asociación, Alejandro Fernández Ruiz, que a sus 21 años recuerda que sus mayores siempre le han contado que «desde bien pequeñico me quedaba mirando las campanas y cuando sonaban me tenían que subir a la terraza o llevar a la iglesia».
Alejandro también añade que han incorporado al repertorio el toque Les Dones Fan Olla, típico del norte de la provincia. «Nos gusta porque da alegría a la procesión», expresa. Y es que estos campaneros de la Vega Baja han ido incluso a Busot a recuperar estos sonidos que son memoria.
La asociación se gestó a principios de año en la parroquia de San Fulgencio, y en mayo anunciaron que se acercaba al pueblo la romería en honor a San Isidro, con repiques, bandeos y volteos de Santa Florentina -la campana pequeña, de 94 kilos-, Sagrada Familia -una mediana, de 170-, Santísimo Sacramento -la otra mediana, de 186- y la San Fulgencio -la mayor, de 458-.
«Se necesita una persona por campana y si pesan mucho dos», cuenta Ismael Martínez Baldó, de 26 años, uno de los fundadores de un grupo que comenzó siendo de cuatro y ahora son diez con próximas incorporaciones a la vista. Incluso, hay cuatro menores de edad de entre 13 y 17 años -incluyendo una chica-, tres superan los 40 y el resto tiene menos de 30. Todos ellos de Rojales, Guardamar, Benijófar, La Marina, Almoradí, San Fulgencio, Daya Nueva y San Vicente del Raspeig.
Dos de los componentes de la asociación en el campanario de una iglesia de la comarca / Asociación Campaneros de la Vega Baja
Desde entonces han recorrido varios municipios de la comarca. Antonio Rabasco, de 23 años, que se acaba de unir, menciona el reciente concierto de toques y volteo en la parroquia Santiago Apóstol de Guardamar con motivo de sus fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario.
También cuando hicieron que las campanas de la Iglesia Santiago Apóstol de Albatera volvieran a sonar el 6 de octubre, víspera de la Virgen del Rosario, patrona de la localidad, después de la reforma del campanario. No lo hacían desde julio de 2022, cuando debido a la caída de unos cascotes de la fachada se procedió a poner una malla y se decidió que dejaran de sonar para evitar que las vibraciones produjeran más desprendimientos.
«La gente se emocionó mucho», dice con orgullo Antonio. «Se queda con ganas de repetir», prosigue Alejandro. Los próximos son en Navidad en Benijófar por Navidad, en enero en San Fulgencio por los patrones San Fulgencio y San Antón, Guardamar y Albatera en marzo y Busot en agosto. La agenda la tienen abierta tanto a nuevos componentes como iglesias.

Campaneros de la Vega Baja en la parroquia de Guardamar del Segura / Asociación Campaneros de la Vega Baja
«A los vecinos se les caen las lágrimas», apunta Alejandro, cuando escuchan de nuevo esos sonidos en desuso. No en vano, «hay mucha diferencia entre el toque a mano y el mecánico, porque la mecanización es muy básica», continúa el presidente de la asociación. En este caso, la mano del hombre supera a la máquina, que no logra reproducir las variedades de un patrimonio que vuelve a resurgir a golpe de campana como en aquellos tiempos en los que los campanarios eran faros guía que anunciaban todo tipo de acontecimientos.
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