Recientemente hemos leído en los periódicos que el Ayuntamiento de Castellón tiene previsto levantar un muro en Refeyme. Ya saben, queridos lectores, en el recinto de ferias y mercados, para que los conciertos y otras actividades que allí se desarrollan molesten menos a los vecinos de la zona. No tengo nada que criticar a ese respecto. Me parece muy adecuado que se explote ese espacio con grandes eventos, y me parece absolutamente lógico que esas actividades sean compatibles con el descanso de los residentes.
Sí que quiero dedicar unas líneas a afinar un poco el concepto. Una pantalla acústica no es un muro cualquiera. No vayamos a liarla parda. El Ayuntamiento debe explorar las diferentes pantallas acústicas que ahora hay en comercialización y levantar en Refeyme la más adecuada. Si cuando la obra esté acabada, el exceso de ruido continúa molestando habremos hecho un pan como unas hostias, y no se trata de eso.
Este tema no es baladí. También hemos podido leer que el Ayuntamiento piensa acorazar el recinto para paliar las molestias. No sé si esta palabra es la más adecuada, pues, además de cumplir con su función, esa pantalla acústica debería de ser visualmente atractiva. La contaminación visual también existe.
Así pues, desde esta humilde columna invito a todas las partes implicadas a estar a la altura. La actividad económica de Refeyme debe continuar. El descanso de los vecinos debe de estar garantizado. Y el impacto visual de la pantalla en cuestión no debe afear el entorno.