Como si una broma se tratara, el prestigioso premio Nobel de la Paz va a fallarse solo días después de que Trump se arroge un incipiente acuerdo de paz entre Israel y Hamás. Se puede trabajar por la paz desde la estridencia y el espectáculo como es el caso del presidente de EEUU o desde la discreción y la entrega, como las redes de ciudadanos voluntarios de Sudán que, a nivel local, se vuelcan en situaciones de emergencia (Emergency Response Rooms Sudán, ERRs, por sus siglas en inglés).
Son los perfiles más dispares entre los 338 candidatos al Nobel de la Paz 2025 cuyo ganador que se dará a conocer el viernes 10 de octubre en la capital noruega. Dos perfiles que, pese a ser tan distintos, se codean en las quinielas como ganadores del prestigioso galardón. En medio, nombres como Yulia Navalnaya, viuda del opositor ruso Aléksei Navalni -fallecido en una prisión rusa de Siberia como consecuencia, según su esposa, de un envenenamiento-, que ha recogido el testigo de su compañero.
Como si estuviera calculado, la coyuntura beneficia sin duda al presidente de EEUU, artífice del acuerdo de paz que se acaba de cerrar en en Egipto entre Israel y Hamás con el compromiso de liberar a todos los rehenes israelíes en manos de la organización que gobierna la Franja. El presidente sigue pensando, como lo hiciera en el primer mandato, que merece el galardón aunque también es consciente de que no se lo van a dar, en coincidencia con la opinión general de los expertos. «Quizá encuentren una excusa para no dármelo», ha dicho el republicano que se arroga ser el primer mandatario que logra una pequeña luz al final del oscuro túnel de la guerra en Oriente Próximo tras dos años.
Yulia Navalnaya, viuda del líder de la oposición rusa Alexei Navalny. / EFE
El presidente republicano ha entrado en la lista de los candidatos susceptibles de ser laureados de la mano del primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, que lo ha propuesto junto con los mandatarios de cuatro países -Bielorrusia, Gabón, Guinea Bissau y Pakistán-. Argumenta su amigo israelí que Trump trabaja por la solución del conflicto en la zona, incluida la Franja de Gaza, donde Israel ha masacrado a 66.000 personas en respuesta al ataque terrorista de Hamás perpetrado hace ahora dos años con un balance de más de mil muertos.
Crisis humanitarias silenciosas
En las antípodas del show trumpista, la gestión silenciosa de las crisis humanitarias también se abre paso entre los mejor situados para recibir el Nobel de la Paz de la mano de Emergency Response Rooms Sudán (ERRs, por sus siglas en inglés), una iniciativa comunitaria formada por los comités de resistencia que han desempeñado un papel crucial en la prestación de ayuda humanitaria durante la cruenta -aunque poco mediática- guerra civil sudanesa que comenzó en abril de 2023.

Archivo – Los trabajadores médicos trabajan en la sección de triaje de un centro de tratamiento del cólera, en Kosti, estado del Nilo Blanco, Sudán / Europa Press/Contacto/Zhang Meng – Archivo
Las quinielas son abultadas, teniendo en cuenta que el listado de candidatos también lo es: de los 338 presentados, 244 son personas y 94 organizaciones. Así, junto a Trump, Yulia Navalnaya y las redes locales de asistencia de Sudán, aparecen nombres como el portugués Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, y organizaciones humanitarias como la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), duramente castigada por Israel hasta el punto de prohibir su actividad en Palestina y perder una buena parte importante de su financiación. Las oenegés Médicos Sin Fronteras (MSF) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) también son susceptibles de ser galardonados.

Archivo – Una mujer frente a un edificio de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en la Franja de Gaza en 2018 (archivo) / Europa Press/Contacto/Mahmoud Issa – Archivo
Caben en la lista hasta nombres como Elon Musk, mano derecha de Trump hasta su distanciamiento, presentado como candidato al galardón por el eurodiputado esloveno del Partido Popular Europeo, Branko Grimspor, con el argumento del «impacto positivo, extraordinario y global» del dueño de SpaceX, Tesla y X en su trabajo por proteger la libertad de expresión.
Nominada año tras año, la activista noruega Greta Thunberg ya es conocida como la eterna candidata al Nobel que nunca consigue por su labor como activista medioambiental desde que era adolescente. Se suma esta año su participación en la flotilla que ha intentado, sin éxito, hacer llegar ayuda humanitaria a Gaza pero sí mantener en el foco mediático el conflicto.

La activista sueca Greta Thunberg habla ante la prensa desde Grecia tras ser deportada por Israel después del abordaje en aguas internacionales de la Global Sumud Flotilla (archivo) / Europa Press/Contacto/Aristidis Vafeiadakis
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