La evolución de los incendios en Galicia, poniendo el foco en los de este año, han sido asunto de debate este miércoles en el Centro de Investigación Interdisciplinar en Tecnoloxías Ambientais (Cretus) de la USC, donde Felipe Macías, investigador colaborador del centro, impartió el seminario ‘Incendios forestais de Galicia. Raíces climáticas, edáficas e socioculturais’, al que acudieron una treintena de investigadores de la Universidad.
Tras su experiencia en distintos proyectos como Prometeo, Terramater y Galicia Forestal, el profesor emérito y catedrático del departamento de Edafología y Química Agrícola de la Facultad de Biología comenzó su intervención facilitando algunas claves sobre el inicio del fuego. Así, pronunció que hay indicios de fuego en la superficie terrestre desde hace 400 millones de años, «poco después de la colonización terrestre de las plantas desde el medio acuático». También facilitó el dato de que «el fuego hecho por el hombre se estima que comenzó hace un millón de años, mientras que en Galicia las primeras evidencias de fuego provocado por el hombre «datan del Mesolítico» (8.000 a 600 años).
La evolución de los fuegos «desde que hay datos fiables correspondientes al año 1979», según recoge Fernando Veiga, subdirector xeral de Extinción de Galicia, indica que surgen 6.000 incendios por año quemándose 18 hectáreas en cada uno. «Con el paso de los años va aumentando y en 1989 se produce el récord con en torno a 200.000 hectáreas quemadas, lo que hace que se cree el Plan de prevención y defensa contra los incendios forestales de Galicia (Pladiga) para reducir fuegos», comenta. De los años 90 al 2000, según recordó Macías, hay más incendios pero la superficie quemada es menor «por lo que se habla de éxito de extinción». Es a partir del 2010 cuando se produce un descenso del número de incendios, si bien este año «se produce un retroceso», superándose las 100.000 hectáreas arrasadas.
Felipe Macías y la directora del Cretus, María Teresa Moreira, durante el seminario sobre incendios forestales en Galicia. / L.R.
El experto en ámbitos como la Ciencia del Suelo, la Biogeoquímica, la evaluación de riesgos ambientales o la planificación de recursos naturales aclaró que los focos de fuego se sitúan «en el sur de una línea que une Fisterra con A Rúa». En ellos influye el clima y el terreno improductivo. «En el norte hay más aprecio por el bosque, la silvicultura es mayor y hay más prevención, por eso arde menos», afirma Macías.
«Existen sensores de unos cuarenta euros para medir la temperatura del suelo o la humedad»
En referencia a los incendios de este año que se centraron en Ourense y sur de Lugo habla de superficies «ya quemadas en anteriores ocasiones» y como causa cita «la falta de limpieza». El mayor incendio fue el de Larouco- Seadur con más de 30.000 hectáreas quemadas, siendo el incendio más grande en Galicia hasta la fecha, y en segundo lugar se sitúa el de Oimbra- Xinzo de Limia con cerca de 24.000 hectáreas ardidas. Por otra parte, como zonas de bajo riesto cita A Mariña Lucense, Terra Chá, Ordes y Bergantiños. «Hablamos de suelos muy profundos que hacen que arda poco», informa. En Ourense solo sería la zona sedimentaria de A Limia la que presenta bajo nivel de probabilidad.
Concluyó el seminario proponiendo actuaciones de mejora. En primer lugar mencionó la «educación e información veraz» de los efectos del fuego incontrolado, «especialmente por los urbanitas». También apuntó la necesidad de «una alarma temprana» de dónde se va a producir el fuego y el por qué. Al respecto mencionó que ya existen sensores «de unos cuarenta euros» para medir la temperatura del suelo o la humedad que él fijaría en las 97 parroquias con más riesgo de incendio. También se podrían medir los infrarrojos de la vegetación. Asimismo considera indispensable la ordenación del territorio forestal que concentre la gestión, refiriéndose a la «transformación del matorral no protegido en sistemas productivos de alta rentabilidad».
Otras actuaciones a tener en cuenta para prevenir incendios serían el incremento de la fertilidad con la remineralización de suelos, un mayor número de humedales, incrementar la eficacia de los cortafuegos «porque en Galicia están abandonados» y rehabilitar suelos quemados.