China ha adelgazado el caudal de tierras raras un día después de que el Congreso estadounidense pidiera más límites a las exportaciones de equipos para fabricar microchips. Serán intensas las tres semanas que restan hasta que Xi Jinping y Donald Trump se encuentren en la cumbre de la APEC para sellar la paz, si hay suerte, en la guerra comercial. Hasta entonces son previsibles los castigos al contrario para llegar con una posición fortalecida. Y en esa dinámica era seguro que China apelaría a su as de bastos, imprescindible para varias industrias estadounidenses, con el que ya forzó la rendición de Trump meses atrás.
Desde el Ministerio de Comercio chino salieron varios comunicados durante la tarde de este jueves contra Estados Unidos por más que insistiera en que no perseguían a ningún país en concreto. Las nuevas regulaciones no sólo limitan el comercio de tierras raras sino que exigen una licencia para la exportación de tecnología que sirva para su extracción y procesamiento. El trámite se extiende a las empresas extranjeras que comercian con tierras raras producidas en China. Pretende Pekín tapar las grietas para que no lleguen a Estados Unidos a través de terceros con la misma fórmula que aplicó Washington para cortarle el flujo de semiconductores a China.
Explica el comunicado que organizaciones y particulares extranjeros «han procesado, directa o indirectamente, artículos de tierras raras originarios de China» y los han hecho llegar a sectores como la industria militar. «Esto ha causado daños significativos o amenazas potenciales a la seguridad e intereses nacionales de China y ha afectado negativamente a la paz y estabilidad del mundo», justifica.
Uso dual
Pekín justificar sus restricciones en el Tratado Internacional de No Proliferación de Armas Nucleares que faculta a sus firmantes a controlar el comercio de «productos de uso dual» (civil y militar). Es tan paradójico que Estados Unidos necesite las tierras raras chinas para renovar sus cazas F-35, misiles Tomahawk o drones Predator como disculpable la falta de entusiasmo de Pekín para facilitarle la tarea en estos tiempos convulsos. El Ministerio de Comercio ya envió meses atrás cartas a las principales compañías surcoreanas amenazándolas con cerrarles el grifo si seguían exportando sus productos a la industria armamentística estadounidense.
Las tierras raras sometidas a restricciones son ya 12 tras las cinco agregadas hoy: homio, europio, iterbio, tulio y erbio. En otro comunicado ha incluido China a 14 empresas extranjeras, en su mayoría estadounidenses y ligadas al sector militar, a su listado de «no fiables» que prohíbe cualquier intercambio comercial con el país. Algunas de ellas suministraron tecnología de drones a Taiwán.
La relevancia de esas tierras raras ya la adivinó Deng Xiaoping, el arquitecto de la apertura económica, cuando las equiparó al petróleo de Oriente Próximo. Cuatro décadas después son el ariete chino en la guerra comercial y la razón de que Trump pidiera tablas en la guerra comercial que había emprendido. Bastó que Pekín cortara el caudal para que varias industrias estadounidenses alertaran del desastre inminente. Con ellas se fabrican teléfonos o televisores, aviones y coches eléctricos. Tan imprescindibles son para el Ejército como para la Sanidad, por hacer la lista corta.
Negociaciones y prórrogas
Una llamada telefónica de Trump a Xi permitió el armisticio y que volvieran a fluir las tierras raras hacia Estados Unidos y los chips hacia China. Desde entonces siguen las negociaciones y las prórrogas a los muros arancelarios a la espera del acuerdo final. Algunas de las medidas aprobadas este jueves por China entrarán en vigor el 8 de noviembre, es decir, apenas dos días antes de que expire la última prórroga.
No disfruta Trump de la posición envidiable que preveía meses atrás en su litigio porque a China le sobran las palancas. Por primera vez en este siglo no ha comprado este año ni un gramo de soja estadounidenses. Para sus agricultores, que el pasado ejercicio enviaron cargamentos por valor de 12.000 millones de dólares, es una drama que China recurra hoy a Argentina o Brasil.
Suscríbete para seguir leyendo