La relación de Antonio con su yerno, el mosso d’Esquadra Víctor, era irreconciliable. Tanto es así que este miércoles, a las tres de la tarde y veinticuatro minutos, este anciano, de 78 años, cogió su pistola del calibre 22 y fue a esperar al marido de su hija en el Barrio de Cappont donde residían en Lleida, para vaciarle el cargador como -supuesta- venganza por no dejarle ver a sus dos nietas.
“Es un tema de disputa familiar”. “Todo apunta a que el anciano lo tenía planificado”, tal y como apunta una fuente de los Mossos d’Esquadra a EL ESPAÑOL. «La víctima vivía a unos 800 metros de su asesino. Ningún miembro de la familia se acercaba por la casa del anciano. Hasta evitaban pasar por su calle, a causa de los problemas psiquiátricos que -supuestamente- padecía».
Desde hace un tiempo, Víctor, de 47 años, le tenía prohibido a su suegro, Antonio, de 78 años, ver a sus dos nietas: de 9 y 14 años. «Le impedía ver a las niñas y parece que su suegro se ha vengado”. De hecho, el caso se investiga por la División de Investigación Criminal (DIC) como un asesinato: un delito que exige de una premeditación o planificación previa.
La aterradora secuencia de los hechos evidencia que este yayo no actuó movido por un calentón. Este miércoles, Víctor había ido a acompañar a sus hijas al Colegio Frederic Godàs. En Cataluña, la jornada docente es partida y a las tres de la tarde les dio un beso, un abrazo y las dejó en el centro. A esa hora, Antonio ya estaba merodeando por el Barrio de Cappont de Lleida, tras haber acudido a una consulta del Hospital Santa Maria de Salut Mental.
«El anciano iba con una pistola del calibre 22 porque tiene licencia de armas. Llevaba una bolsa de la compra, la típica de supermercado, donde había metido una sábana blanca de su casa«. Parece que Víctor entró a un supermercado y cuando salió, a las 15:24 horas, su suegro ya le estaba esperando en la calle Doctora Castells para llenarlo de plomo a bocajarro. Este mosso d’Esquadra que estaba fuera de servicio recibió cuatro balazos. «Le ha dado dos tiros de gracia en la cabeza».
Antonio, tras disparar a su yerno llamó al 112 para confesar el crimen.
«Parece que el anciano ha disparado su arma 6 o 7 veces. Cuando la víctima estaba en el suelo, ha sacado la sábana de la bolsa de la compra para cubrir él mismo el cadáver, ha guardado dentro el arma y ha llamado al 112”. El propio Antonio, ante la estupefacción y el horror de los vecinos de la calle Doctora Castells que contemplaban la escena, sacó su teléfono con frialdad, para informar de una ejecución propia de un sicario.
Cuatro patrullas de los Mossos d’Esquadra llegaron pisando el acelerador a la zona, «apenas tardaron dos minutos», ya que inicialmente «se pensaba que había sido un ajuste de cuentas». Pero los agentes no se podían creer lo que se encontraron: un septuagenario ‘custodiando’ el cadáver de su propio yerno. Antonio les entregó su DNI y confesó espontáneamente: «Le he matado».
Víctor estaba destinado en la Comisaría del Pla d’Urgell-Garrigues y la noticia cayó como una bomba entre sus compañeros con los que trabajaba en el pueblo de Mollerusa de apenas 16.000 vecinos. Era un agente destacado en el Área Básica Policial. «Estamos todos consternados», según resume un concejal de la citada localidad leridana.
A partir de ese momento, se sucedían las especulaciones. Prueba de ello es que se llegó a valorar que el asesinato de Víctor estuviera vinculado con desavenencias con su pareja por la custodia de sus hijas o con problemas de convivencia entre ambos. Pero esta esta fuente de los Mossos d’Esquadra lo rechaza: «No hay indicios de violencia de género con su esposa ni ningún proceso de custodia de las menores por temas de divorcio«.
Antonio, tras disparar a su yerno llamó al 112 para confesar el crimen.
De todas las líneas de investigación abiertas, sigue ganando enteros la mala relación que Antonio mantenía con su yerno: Víctor. No se hablaban. No se podían ver. Parece que hasta la propia hija del anciano había roto relaciones con su padre por las disputas que mantenía con el padre de sus dos niñas y, finalmente, el yayo dejó de pasar tiempo con sus nietas. «Tenía prohibido verlas».
De ahí que este septuagenario decidiera -supuestamente- vengarse. «El anciano conocía las rutinas de la víctima y sabía que a esa hora iba a pasar por la calle donde le disparo». Así lo evidencia que la ejecución se produjo cerca del domicilio familiar de Víctor. «Ha salido a su encuentro en cuanto ha visto al yerno y le ha vaciado el cargador», según insiste la citada fuente.
Los investigadores de la División de Investigación Criminal (DIC) están tratando de indagar en el historial clínico de Antonio, para confirmar si en estos momentos seguía un tratamiento psiquiátrico por algún tipo de patología mental. De momento, lo que han confirmado es que este miércoles había estado en el Hospital Universitari Santa Maria de Salut Mental de Lleida.
También están indagando cómo es posible que mantuviera su licencia de armas y su pistola en casa. El sindicato USPAC (Unió Sindical de la Policia Autonòmica de Catalunya) ha mostrado sus «más sentidas condolencias» por la muerte de Víctor S., de 47 años, trasladando todo su «apoyo» a los familiares. Pero también ha denunciado lo sucedido y anuncia medidas.
«Aquí han fallado los protocolos, no es posible que una persona con aparentes problemas de salud mental pueda seguir en posesión de una pistola. Hay que esclarecer cómo mantenía su licencia de armas en vigor y si pasó algún tipo de evaluación psicológica que lo autorizó».