Son solo dos titularidades consecutivas, consumadas notablemente tras dar pinceladas de sus capacidades como centrocampista durante sus tres primeras apariciones con el Levante (Betis, Girona y Real Madrid), pero sus actuaciones en la medular levantinista, por pocas que sean, han sido suficientes para maravillar a un coliseo de Orriols que ya se siente identificado no solo con su fútbol, tan destructor en defensa como valiente en ataque, sino también con sus principios. “Es un jugador importante, con jerarquía, que nos va a sostener mucho en el campo. No tenemos sus características en la plantilla”, dijo Julián Calero tras el empate frente al Betis. Las frustrantes horas posteriores al encuentro contra el Real Madrid, donde el conjunto granota cayó derrotado mediante un doloroso 1-4, no mermaron la forma de ser de Kervin Arriaga frente a los aficionados que quisieron inmortalizar su firma o su presencia a través de una foto. El centrocampista atendió, durante 60 minutos de reloj, a absolutamente todo el mundo a pesar de las horas, inmersas en la medianoche. Sin embargo, no le faltaron razones. Tampoco aparentó su comportamiento, fruto tanto por unos inicios llenos de obstáculos en el universo del fútbol,, donde fraguaron al Kervin Arriaga bondadoso y agradecido de la actualidad, como por su ambición de devolverle al Levante la confianza depositada en sus servicios.
Kervin Arriaga (5 de enero de 1998, Puerto Cortés, Honduras) se encuentra en plenas condiciones de proyectar al Levante hacia la permanencia después de dejar atrás una lesión en el recto femoral izquierdo, sufrida en pretemporada bajo los efectos de su participación en la Copa Oro junto a Honduras, que le llevó a la rabia más absoluta. A pesar de encadenar dos años sin descanso vacacional, debido a que su traspaso desde el Minnesota United hasta el Partizán de Belgrado se produjo en pleno desarrollo competitivo de la MLS, y lo enlazó con fases previas para acceder a competiciones europeas, Arriaga no quiso frenar su actividad deportiva en su llegada a València como muestra de agradecimiento y de compromiso con Julián Calero, quien demandó su incorporación al club, y con la dirección deportiva, cuya apuesta se materializó abonando un traspaso al conjunto serbio, castigado por una crisis económica y unos impagos que le llevaron a desprenderse de uno de sus mejores jugadores. Ambas situaciones, sumadas a la oportunidad de dar el salto a la élite del fútbol español, provocaron que Kervin Arriaga sintiera su llegada al Levante como una bendición de Dios, divinidad que siempre tiene presente y que abraza en cada paso que da en su vida plena, pero cuya infancia fue dura y estuvo repleta de dificultades.
Procedente de un barrio marginal de Puerto Cortés, donde carecen las oportunidades y el desarrollo, el ‘16’ granota soñó con ser futbolista no solo por su pasión por el mundo del balompié, sino también para sacar a su familia hacia un entorno más favorable. Dio comienzo a su aventura con un balón en los pies desde una edad bien temprana, pero haciendo el sacrificio de ir a entrenar, en ayunas y pedaleando con su humilde bicicleta, durante un trayecto de 45 arduos minutos hacia su centro de entrenamiento. Quién sabe si dichos esfuerzos le llevaron a madurar un físico corpulento y portentoso, pero no solo su empeño le llevó al fútbol profesional. Su madre, fiel escudera y acompañante vital, al ver cómo su hijo sufrió con 11 años una fractura de tobillo que casi le deja sin poder caminar, vendió el único solar de su familia para acometer una cirugía importante que le permitiera recuperarse y volver a la normalidad.
Desde entonces, fue progresando hasta alcanzar un hueco en la plantilla de Marathón, el club más laureado en Honduras por el que firmó en 2019 tres temporadas. Y, cuando su carrera profesional empezó a torcerse, después de que su negativa a renovar le llevó a ser víctima de un aislamiento deportivo durante cuatro meses, y a sufrir difamaciones relacionadas con un mal comportamiento inexistente, la ausencia de recursos para seguir las retransmisiones de la liga de Honduras no fue un impedimento para que Minesotta United, después de recibir varias recomendaciones relacionadas con el fichaje del centrocampista, le permitiese dar el salto a un contexto profesional. El resto, forjado desde una mentalidad luchadora y mediante una personalidad de guerrero, es historia.
Del misilito al chamaquito del barrio
Apodado desde sus inicios como ‘El Misilito’ por su potente disparo, comparado con el del exfutbolista profesional, referente del centrocampista y leyenda de la Selección de Honduras, De León, Kervin Arriaga es tendencia en el Ciutat de València y disfruta del dulce momento que vive en el Levante teniendo presente la letra de la que se convirtió en la banda sonora de su vida: Bori, de los cantantes 6ix9ine y Leiner, que reza lo siguiente: “Sufrir me tocó a mí en esta vida; llorar cuando ni lágrimas tenía; pero siempre supe que mi suerte llegaría (…) Y yo solo le pido que me dé salud y bendición para mi familia”. La aspiración de ‘El Chamaquito del Barrio’, apodo que postea Kervin Arriaga en sus redes sociales procedente de la canción en cuestión, es esa: seguridad para su familia, condición que solicita cada vez que cambia de club, y que su trabajo se traduzca en éxito teniendo al Levante entre ceja y ceja pero sin olvidarse de la Selección de Honduras, donde es considerado un capitán general y a la que ha regresado después de que su última lesión le impidiese formar parte de la lista de convocados del parón internacional de septiembre.
Vía: Superdeporte