La ciencia ya ha demostrado que los microplásticos se encuentran en prácticamente todos los órganos de nuestro cuerpo, desde el cerebro hasta los pulmones, pasando por el torrente sanguíneo y las células reproductoras como los óvulos y el semen. Pero lo que no han logrado aún aclarar los expertos es su efecto sobre nuestra salud a corto, medio y largo plazo. Un equipo austriaco de investigadores ha llevado a cabo un estudio experimental para evaluar el impacto de todo esto en nuestro microbioma y, según afirman sus autores, por primera vez se ha podido demostrar que los microplásticos producen una clara alteración en los microorganismos que viven en nuestro intestino. «Hemos hallado un impacto similar al de la depresión«, afirman los expertos.
El estudio simula las condiciones de la microbiota de cinco pacientes expuestos a cinco tipos comunes de microplásticos
El estudio, presentado esta semana en el principal congreso europeo de gastroenterología, forma parte un proyecto internacional conocido como microONE que trabaja para entender cómo las partículas micro y nanoplásticas interactúan con el cuerpo humano y qué consecuencias podrían tener para la salud. En este caso, un equipo austriaco de científicos liderado por Christian Pacher-Deutsch tomaron muestras de heces de cinco voluntarios sanos y recrearon en condiciones de laboratorio su microbioma intestinal. A continuación, introdujeron cinco tipos comunes de microplásticos en concentraciones equivalentes a las que se estima que ingerimos a diario a través de los alimentos, el agua o el aire. Y a partir de ahí, estudiaron sus efectos.
Intestino más ácido y con menos variedad de bacterias sanas
Los análisis realizados sugieren que la presencia de microplásticos en el intestino no parece reducir la cantidad total de bacterias que habitan en él. Es decir, el número de microorganismos se mantiene estable pese a la irrupción de residuos ajenos al cuerpo humano. Sin embargo, donde sí se observan cambios importantes es en su comportamiento y, quizás, en su función. Según explican los invsetigadores, los cultivos de microbioma expuestos a microplásticos registraron una disminución del pH, lo que indica que estos minúsculos fragmentos de polímero podrían estar contribuyendo a la creación de un entorno más ácido. Además, los investigadores identificaron variaciones en la composición bacteriana, especialmente en el grupo Bacillota, que reúne a algunas de las bacterias más esenciales para mantener un intestino equilibrado.
Los expertos sugieren que estos residuos podrían estar contribuyendo a la creación de un entorno más ácido en el intestino
Estas modificaciones, afirman los científicos, no son menores. Sobre todo porque, según indica este análisis, las bacterias potencialmente afectadas cumplen funciones clave para la salud como, por ejemplo, ayudar a digerir los alimentos, generan ácidos grasos beneficiosos y refuerzan la barrera intestinal que protege frente a infecciones. Cuando este equilibrio se altera, pueden desencadenarse efectos en cadena que impactan en todo el organismo. «Los patrones observados en los cultivos tratados con microplásticos se asemejan a los que se han identificado en personas con depresión o cáncer colorrectal«, señalan los responsables de este trabajo, quienes también argumentan que este tipo de desequilibrios, conocido como disbiosis, podrían dar una pista sobre cómo la contaminación plástica influye de forma indirecta en ciertas enfermedades.
Primera evidencia directa
«Todavía no sabemos exactamente cómo los microplásticos alteran el microbioma, pero empezamos a tener pistas sobre qué podría estar ocurriendo», reconoce el investigador principal detrás de este trabajo, Christian Pacher-Deutsch, de la Medical University of Graz. Según relata este especialista, una de las principales hipótesis en la que se está trabajando es que estas partículas transforman el entorno químico o físico del intestino, favoreciendo a algunas bacterias y desplazando a otras.
También se cree que podrían liberar sustancias que interfieren con el metabolismo microbiano y la producción de compuestos ácidos. En este sentido, por ejemplo, los expertos observaron alteraciones en moléculas como el ácido valérico o la lisina, que influyen en la regulación del pH y la comunicación entre bacterias, afectando potencialmente el funcionamiento global del sistema digestivo.
«Sabemos que el microbioma influye en la digestión, la inmunidad e incluso el estado de ánimo. Si los microplásticos lo alteran, aunque sea mínimamente, podrían estar interfiriendo con procesos vitales del organismo»
Los autores de este estudio afirman que estamos ante la «primera evidencia experimental directa» de que los microplásticos pueden modificar el microbioma humano. Y aunque aún es pronto para establecer una relación clara entre su ingesta y la aparición de enfermedades, los expertos afirman que estos resultados abren una nueva línea de investigación sobre cómo la contaminación plástica puede impactar en la salud. «Sabemos que el microbioma influye en la digestión, la inmunidad e incluso el estado de ánimo», recuerda Pacher-Deutsch. «Si los microplásticos lo alteran, aunque sea mínimamente, podrían estar interfiriendo con procesos vitales del organismo. Es la primera prueba que tenemos, pero probablemente no será la última», concluye.
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