Ankush Khardori, antiguo fiscal federal del Departamento de Justicia que ahora escribe en la web Politico, publicaba la pasada madrugada una columna dedicada a Pam Bondi, la fiscal general en el segundo mandato de Donald Trump. Tras buscar y ver cerca de 100 discursos, intervenciones públicas y entrevistas de Bondi en sus ocho meses en el cargo, Khardori llegaba a una conclusión: “Históricamente, al menos desde la Administración (de Richard) Nixon, el Departamento de Justicia ha intentado mantener algún tipo de independencia de la Casa Blanca. (…) Bajo Bondi y Trump, la distinción entre las dos entidades prácticamente ha desaparecido”.
Ese análisis salía reforzado este martes tras una combativa y beligerante comparecencia de Bondi ante el comité judicial del Senado. Aunque repetidamente la fiscal general ha dicho que con Trump se ha acabado la politización del Departamento de Justicia de la que ha acusado especialmente a la Administración de Joe Biden, ha quedado plenamente expuesta esa politización, que sin ser nueva se ha intensificado hasta cotas inéditas con el republicano.
Politización
La de este martes era la primera comparencia en el Congreso de Bondi desde que Justicia tomó la decisión de imputar al exdirector del FBI James Comey. Esa imputación cumplía una meta largamente acariciada por Trump y llegó, además, después de que el presidente regañara y humillara públicamente a Bondi en un mensaje en Truth Social por no actuar contra quienes ve como sus enemigos políticos. (Trump también presionó a un fiscal que desaconsejó buscar la imputación de Comey hasta que dimitió y lo sustituyó por una abogada personal y sin experiencia).
Unos de esos “enemigos” señalados por Trump, el antiguo congresista y ahora senador Adam Schiff, es uno de los demócratas que han interrogado a Bondi. Y el cruce entre ambos, donde la fiscal general ha usado un tono despectivo, insultante y desafiante, y ha llegado a pedir a Schiff que se disculpe con Trump por haber participado en sus procesos de ‘impeachment’, ha sido culmen de un choque continuado y a veces a gritos de Bondi con los demócratas durante la comparencia, que se ha acercado a las cinco horas de duración.
La dureza del lenguaje y del tono no han llegado acompañados de respuestas contundentes a preguntas directas. Bondi se ha negado, por ejemplo, a hablar de ninguna de sus conversaciones con Trump o con la Casa Blanca, alzando una barrera infranqueable para tratar de negar el uso como arma política y de venganza del Departamento, del que están alertando centenares de fiscales y antiguos fiscales y que está detrás de más de un centenar de dimisiones en Justicia desde que Trump volvió al Despacho Oval.
Cuando le ha convenido se ha negado a hablar de casos que actualmente están abiertos en los tribunales, aunque ese argumento lo ha olvidado para referirse a otros que también están en litigación pero que apoyan teorías o causas republicanas.
Defensa del despliegue militar en EEUU
Lo que Bondi sí ha hecho, en sus respuestas a los demócratas y de la mano de los senadores republicanos, es defender ardientemente algunas de las políticas más controvertidas de Trump, aunque sin explicar los razonamientos legales en que supuestamente se sustentan.
Lo ha hecho, por ejemplo, con las operaciones endurecidas contra inmigrantes y con los despliegues de la Guardia Nacional en ciudades estadounidenses para combatir, supuestamente, el crimen y proteger a agentes federales.
Lo ha hecho también en defensa de los ataques militares en el Caribe a embarcaciones señaladas por narcotráfico en las que EEUU ha matado a todos sus ocupantes.
Epstein y las sombras sobre el zar de inmigración
La fiscal general ha replicado a los interrogantes de los demócratas sobre sus acciones en el ‘caso Epstein’ intentando señalar a los políticos por donaciones de Reid Hoffman, el cofundador de LinkedIn y uno de los acaudalados amigos del depredador sexual.
Bondi ha tratado de eludir también los interrogantes del escándalo que rodea a Tom Homan, el “zar” de Trump para inmigración, que supuestamente aceptó en septiembre del año pasado un maletín con 50.000 dólares de agentes encubiertos del FBI que se hacían pasar por gente de negocios prometiendo contratos si Trump ganaba las elecciones. El Departamento de Justicia de Trump cerró el caso (antes de que Bondi llegara al cargo en febrero) y el director del FBI, Kash Patel, ha dicho que no hay indicios de que Homan cometiera un crimen.
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