Pues ya estaría. La familia orlegiana se ha dado prisa en elegir al sustituto de Asier Garitano, al que las cinco derrotas consecutivas le adelantaron la fecha de caducidad en el Sporting. El que aterrice en las próximas horas en Mareo, no se sabe si en modo paracaidista de la 101.ª División Aerotransportada o con confianza y calma para construir un proyecto de una vez estable en el tiempo y en el espacio, se convertirá en el quinto técnico desde que Orlegi compró el club para modernizarlo, someterlo a un profundo tratamiento anticaspa y devolverlo a ese lugar que cada año que pasa se aleja más y más.
La institución rojiblanca, salvo milagro, camina a marchas forzadas hacia su décima temporada consecutiva en Segunda. El ir y venir de entrenadores no es algo exclusivo del Sporting, pero tanto cambio de inquilino en el banquillo es un síntoma de que algo marcha mal, muy mal. Ya incluso antes de la llegada del grupo empresarial mexicano a Gijón, el Sporting iba de la mano de expresiones como «crisis» o «eludir el descenso». El nuevo técnico se tendrá que dedicar a eso, a alejar al equipo de los puestos que queman para evitar que la entidad se termine achicharrando de tanto caminar por el lado salvaje.
Con el paso de las semanas, se comprobará si Garitano exprimió a fondo la plantilla que pusieron bajo sus órdenes o si, como dijo en su día Maceda, «esto es lo que hay, amigos». El técnico vasco, acusado de amarrategui y de triste en cuanto llegaron mal dadas, se marcha de Gijón tras dirigir al Sporting un total de dieciséis partidos, de los que ganó la mitad y perdió el resto. Blanco o negro. Triste o no, Garitano demostró de puertas hacia fuera ser un tipo normal que llegó para cumplir una misión que superó holgadamente. Incluso revalorizó a un tal Gelabert.
El tiempo dirá si pudo hacer más una vez que arregló el desaguisado que había dejado Albés, que como el técnico recién despedido también acudió a Washington para ser investido como nuevo profeta rojiblanco. Las dos excursiones a ultramar acabaron mal. Así que lo mejor, que todo se haga cerquita, cerquita, y a ser posible, con el mismo huso horario, como el estreno de los rojiblancos en Copa ante el Caudal, ¿oyisti, güey?
Vía: La Nueva España