El agroalimentario es un sector estratégico que se encuentra en un proceso de transformación y que está lleno de nuevas oportunidades para quienes quieren emprender desde una mirada sostenible, innovadora y profundamente arraigada al territorio. Y en ese punto, el relevo generacional tiene mucho que aportar.
Claro ejemplo de ello son las experiencias de los ganadores de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles, que tras recibir sus galardones, se reunieron para debatir sobre el legado y el futuro del sector. Junto a ellos, también compartieron su visión Joan Roca, chef y copropietario de El Celler de Can Roca, colaboradores del proyecto, y María Eugenia López, responsable de Negocios Especializados Pymes de BBVA en España.
Los premios reflejan la gran diversidad y riqueza que tiene España en el sector, ya que los galardonados provienen de ocho comunidades autónomas, “lo que subraya el arraigo y la capilaridad que compartimos desde BBVA”, indicaba María Eugenia López. Además, los premios son una muestra del apoyo del banco a las pymes y autónomos de un entorno rural que se encuentra en constante proceso de innovación, buscando, además, modelos de negocio responsable. La escala de la entidad financiera supone una ventaja ya que permite hacer frente a las inversiones necesarias para ofrecer soluciones diferenciales en ese sentido. Al mismo tiempo, su amplia presencia territorial le permite estar cerca de las personas y empresas que forman el sector; de hecho, no es baladí que la compañía tenga cerca de 500 oficinas especializadas en el ámbito rural.
BBVA cuenta con cerca de 500 oficinas en el ámbito rural
Mirando al futuro teniendo el pasado presente
Mireia Pujol-Busquets de Alta Alella fue reconocida en esta edición de los premios como mejor iniciativa joven de producción sostenible. Una nueva categoría que la entidad financiera ha creado este año para poner en valor a las nuevas generaciones que deciden emprender de cero en el mundo rural o continuar un legado. Ella continúa con el negocio de sus padres, vinícola, pero ha podido aportar “otra visión más actualizada, más moderna, pero con unos valores de origen muy parecidos”.
La empresa alicantina Agrícola Marvic es otro claro ejemplo de relevo generacional en el sector agroalimentario. Carolina y Sergio Marhuenda crearon la empresa en 2018 pero parten de un legado, son la segunda generación de una familia que se dedica al cultivo desde 1992. Aportar su visión propia, profesionalizar la gestión y apostar por la innovación tecnológica, les ha convertido en un referente en la producción de verduras y hortalizas ecológicas. Ellos producen, elaboran y transforman. La empresa, ubicada en Cox, ha ido creciendo y actualmente exporta gran parte de su producción. Ello, siempre con la visión responsable del negocio. Carolina expuso en el encuentro cómo es posible combinar el fomento del empleo local y la dinamización económica del territorio donde se asienta, con la internacionalización y el crecimiento empresarial.
Carolina Marhuenda / BBVA
Carlota Pena también es otro ejemplo de segunda generación. Al frente de Vinyes d’Olivardots, puso foco en cómo aunar la preservación de la naturaleza con las nuevas técnicas de innovación, digitalización y transformación traídas al campo. Y Francesc Font, de Can Font, siguió en esa línea, afirmando que “el futuro de la agricultura pasa por cambiar la forma de producir” y apostar por la formación a los jóvenes.
La importancia de ese legado, de ese origen, quedó clara en los casos expuestos. Carolina, Mireia, Carlota y Francesc son una nueva generación de agricultores. En palabras de Joan Roca, es importante mantener vivo ese legado y esa “es la gran asignatura pendiente de todos estos sectores, poder dar a las nuevas generaciones la posibilidad de hacer algo que les gusta, un trabajo digno”, de modo que el legado continúe.
Acompañar, formar e impulsar
BBVA quiere acompañar a esos agricultores, ofreciendo las soluciones necesarias que les permitan emprender y avanzar con seguridad, con una financiación adaptada a sus necesidades, con herramientas digitales, con soporte de gestores expertos que apoyan en todas y cada una de las etapas de los proyectos.
En el evento también se trató cómo el emprendimiento rural puede contar con nuevas visiones viniendo de otras profesiones no relacionadas con el sector, como es el caso de Sandra Viñas, de Mare Monte, o de Toño García, de Arándanos La Peña. Por otro lado, Sergio Riudavets, de Productes Ecològics Santo Domingo, y Noemí Pezuela, de Valle y Vega, destacaron la importancia de fomentar el comercio de proximidad, analizando el impacto social que tiene en el entorno más cercano. Igualmente, Aitor Lobato, de La Lleldiría, y Óscar Paz, de Entrecabritos, ejemplificaron cómo la dinamización de la zona, la producción artesanal y la diversificación pueden ayudar a fijar la población, sin olvidar cuestiones básicas, y esenciales, como el impacto medioambiental, la conservación del paisaje e incluso la ayuda en la prevención de incendios.
No hay mejor cierre que las palabras de Joan, que afirmó que “todos los presentes estáis dando los pasos correctos, para mejorar el sector y para contagiar a la gente joven, para que tenga ganas de incorporarse a este mundo”. Unos premios merecidos y necesarios.