«La población de Ciudad de Gaza no puede mostrar nada de lo que está ocurriendo desde hace dos semanas porque están incomunicados. El ejército israelí está a pie de tierra disparando a toda persona que ve en la calle. Al azar. Sin control. Y los bombardeos han aumentado muchísimo. La situación es realmente inimaginable». Estas son palabras de Amaya Ferrer, asturiana que actualmente reside en Andorra y que lidera, junto a decenas de personas de diferentes países, la plataforma «Hope Palestina», una red de solidaridad mundial que ejerce de nexo para prestar apoyo a palestinos de la Franja de Gaza.
Actualmente, están en contacto con 27 familias, a quienes destinan todos los recursos posibles aportados por los 80 «padrinos y madrinas» repartidos en el mundo y a través del cerca de medio centenar de «voluntarios» internacionales que ejercen de «puente» entre ambos.
Así, «Hope Palestina», tal y como dicta su manifiesto y expuso Ferrer durante la presentación pública de la iniciativa el pasado 25 de septiembre, «no gestiona dinero de donaciones», sino que son las propias familias las que poseen cuentas en bancos «online» palestinos.
De forma complementaria, voluntarios inician campañas en diferentes plataformas que permite que se validen donaciones que van a los creadores de dichas campañas de recaudación para transferirlo a las familias gazatíes. Todo esto, explicó Ferrer, dio inicio hace un año, a mediados de 2024. «Siempre he estado sensibilizada con la causa palestina.
La voz avilesina que presta auxilio a los invisibles en Gaza
Así me educaron mis padres», comentó la especialista en tanatología –la ciencia que estudia el fenómeno de la muerte y su impacto en el ser humano–, quien en los últimos años comenzó a establecer contacto con aquellas personas que documentaban los ataques israelís contra la población palestina. Entre ellos estaba Nemrru, seudónimo de Nemr Khatib, un joven gazatí de 25 años que lleva desde octubre de 2023 documentando los ataques de las fuerzas israelíes. «A través de él me metí de lleno y comencé a conocer a muchas familias. Ahí fue cuando decidí crear una estructura y lo hice en Instagram, un intento de grito para encontrar familias que necesitasen algún tipo de ayuda», detalló Ferrer.
En ese sentido, además de pensar en la importancia de enviar ayuda a Gaza –dinero, alimentos, ropa…–, pensó en la necesidad de tratar la salud mental: «No podía dejar de pensar en cómo estarán todas esas personas tras tanto trauma, tanto duelo acumulado…».

La voz avilesina que presta auxilio a los invisibles en Gaza
Desde entonces, y gracias a la colaboración de medio centenar de voluntarios, esas 27 familias han comenzado a tener fondos para poder adquirir bienes básicos para los desplazamientos forzosos provocados por Israel. «Debido a las comisiones, todo lo que pueden comprar se dispara de precio», señaló Ferrer. Sin embargo, las últimas semanas comenzaron a ser «muy complicadas». «Israel anunció la evacuación forzosa de Ciudad de Gaza. El ejército entró por tierra y comenzaron los bombardeos a las instalaciones de tele comunicación. A partir de ahí se acabó la luz», señaló la avilesina.
En estas circunstancias tan críticas, Ferrer anima a colaborar. «En la web tenemos toda la información de las familias con todas sus necesidades. Quien quiera hacer una donación, lo puede hacer de forma muy sencilla y las familias tendrán acceso en pocos días».
Por otro lado, existe la posibilidad de «ser padrino«. En este caso, se puede «acompañar» a una familia y estar en contacto con ella a través de la plataforma. «Estas personas están solas. El mero hecho de lograr hacer una videollamada y establecer contacto con quienes les presta ayuda es muy importante para ellos», ahondó Ferrer, quien es, además, madrina de 5 de las 27 familias, con las que tiene contacto habitual y con quienes comparte experiencias y dolores.
«He diseñado protocolos de acompañamiento para las personas que apadrinan familias. Son orientaciones, guías, para tener contexto de lo que se va a encontrar la gente, es muy diferente a lo que vivimos aquí», explicó Ferrer, quien detalla que «el coste emocional depende de la sensibilidad o afección de cada uno» y que «hay que tener claro que estar en contacto con una familia expone a ver o saber hechos muy duros».
Por ello, «Hope Palestina» cuenta incluso con grupos de apoyo para los colaboradores formado por nueve profesionales de salud mental y que ayudan a gestionar «el trauma que pueda generar conocer lo que están experimentando las familias gazatíes».

La voz avilesina que presta auxilio a los invisibles en Gaza
«Hay que tener clara una cosa, y es que todas estas familias a las que tratamos de ayudar pueden morir en cualquier momento, ya sea en un bombardeo, por disparos del ejército israelí o por cualquier otra causa», añadió Ferrer.
Sin embargo, ese «pueden morir» ya no es un supuesto. El pasado mes de agosto, un adolescente, miembro de una de las 27 familias, fue asesinado tras recibir un disparo en el cuello mientras se encontraba en un punto de reparto de alimentos. Amir, de 16 años, iba acompañado por su hermana, quien ahora organiza una campaña de reparto de agua en Khan Yunis.
«Un día en España es un segundo en Gaza. Todo cambia», reflexiona Ferrer, quien piensa en los últimos sucesos a nivel internacional. Las protestas durante La Vuelta a España, la petición de expulsión de Israel de Eurovisión, los reconocimientos del Estado de Palestina… «Mientras los estados discuten si genocidio o no genocidio, Gaza está muriendo asesinada», afirma la tanatóloga, quien reclama «consecuencias jurídicas» contra los dirigentes israelíes.
Además, la avilesina Amaya Ferrer mira a los sucesivos reconocimientos de Palestina: «¿De qué Estado palestino hablamos? Está todo destruido, arrasado, sin posibilidad de regenerar. Han destruido la educación, la sanidad, la agricultura». A ello, Ferrer añade la complejidad por la gran densidad poblacional. En concreto, piensa en los dos millones de gazatíes desplazados de forma forzosa a la frontera con Egipto y la imposibilidad de prestarles auxilio: «Evacuar significa escapar, pero no hay sitio en el sur. La frontera está cerrada. Cruz Roja no puede actuar».
Ferrer subraya igualmente que «no hay espacio ni capacidad para atender a tanta gente». Y es que en la Franja de Gaza, con apenas 350 kilómetros cuadrados de superficie, residen más de dos millones de personas. Esto da casi 6.000 personas por kilómetro cuadrado. «Si hacemos un símil con Asturias, es como si se estuviese enviando a la frontera a 61 millones de asturianos», recalca la avilesina, quien insiste en el objetivo de «Hope Palestine»: «Somos un puente humano entre las familias gazatíes y las personas de todo el planeta que quieren ayudarlas. Debemos visibilizar sus historias», reume Amaya Ferrer como prioridad de esta red solidaria.
Suscríbete para seguir leyendo