Primogénita del rey Harald V y cuarta en la línea de sucesión al trono, Marta Luisa de Noruega (Oslo, 1971) se recuerda como una niña sensible y abrumada por la atención que reclamaban de ella en los regios salones que le tocaba frecuentar. Ahora se cuestiona su título de princesa, aunque pudo haber sido reina de Noruega de nacer solo una generación después: la ley sálica se derogó en el país nórdico en 1990 pero sin carácter retroactivo, de modo que su hermano menor, Hakoon, se convirtió en heredero y la hija mayor de éste, Ingrid Alexandra, sí podrá reinar.
Tres de cada cuatro noruegos piden que se le retire a Marta Luisa el título de princesa, según una reciente encuesta del periódico ‘VG’, pese haber sido un miembro muy querido de la familia real. El documental de Netflix ‘Realeza Rebelde: una insólita historia de amor’, sobre su romance con el chamán Durek Verrett, ha sido demasiado incluso para los altos niveles de tolerancia de los noruegos. En la cinta, el chamán reduce a un problema de racismo su difícil encaje en la familia real: polémico por vender medallones contra el coronavirus y afirmar que el cáncer “es consecuencia de que una persona ya no quiere vivir”, se presentó a conocer a Harald V y Sonja de Noruega con túnica y botas de vaquero, decidido a que le aceptasen tal y como es. Divo y almasexual, según se presenta en Netflix: las tres hijas que Marta Luisa tuvo con su primer marido fueron las primeras sorprendidas cuando su madre les anunció que volvía a casarse con quien hasta entonces, daban por supuesto, era su mejor amigo gay.
Hablar con el más allá
Interesada desde siempre en la meditación y la espiritualidad, a Marta Luisa de Noruega la polémica le precede. Clarividente, en definición propia, solía hablar con el más allá, o eso creía, hasta el punto de fundar en 2007 Astarte Education, un centro para enseñar a entablar conversación con los ángeles de la guarda. Fisioterapeuta, aunque nunca ejerció, también ha probado suerte como escritora de libros infantiles. En 2002 renunció a su asignación pública y a su título de Alteza Real para desarrollar una carrera independiente.
Ese mismo año se casó con el escritor Ari Behn, de quien se divorció en 2017 tras un tumultuoso matrimonio. En 2019 él se suicidaba el día de Navidad y Marta Luisa se sumía en una depresión –“a veces tiendo a caer en un pozo de desesperación y de autocompasión, a sentirme como una víctima en todas las áreas de la vida, sin energía”, describía en su Instagram – de la que el chamán Durek Verrett le ayudó a remontar. No en vano, su relación saltó a la escena pública en aquel momento.
Ya en 2022, la Casa Real noruega apartó a Marta Luisa de cualquier representación de la corona y trazó una línea roja para que no utilizara su título de princesa en sus negocios. A la hora de argumentar por qué no les ha gustado el documental, Harald V y su hijo Hakoon se han limitado a lo obvio: Marta Luisa no ha respetado el acuerdo. Las referencias a los reyes de Noruega, a los que presentan como unos racistas que solo hicieron autocrítica tras sentirse amenazados por la entrevista de Meghan Markle con Oprah, son continuas. Del mismo modo, las alusiones al pasado de Mette-Marit “lleno de fiestas y drogas”, también han sentado mal a su marido Hakoon. Espiritual, pero aficionada al dispendio, queda por ver como Marta Luisa se gana la vida sin hacer uso de su adscripción real. De momento, una exclusiva en ‘¡Hola!’ y el documental de Netflix le han ayudado a financiar su costosa boda en el fiordo de Geiranger con el chamán.