Los sueños no siempre se cumplen aunque se peleen hasta el final. Por eso, la batalla que presentó ayer el Universitario en su encuentro de vuelta de la ronda preliminar de la Copa ante el Inter de Valdemoro no fue suficiente para lograr el billete para estar en el bombo del sorteo copero que se celebra mañana en La Ciudad del Fútbol de Las Rozas y que le hubiese cruzado con un equipo de Primera División. Todo ello, a pesar de haberlo merecido más durante la contienda (1-3).
La magia del torneo del KO se hizo notar en un Nicolás Sánchez engalanado hasta la bandera para una cita con la historia, algo que para un club como el Universitario era como estar viviendo una noche de Champions. Con un ambiente bonito, los dos equipos saltaron al césped con la tensión de estar ante uno de los partidos de sus vidas, cuestión en la que también incidió el 1-1 del choque de ida. De hecho, ese nerviosismo iba a ser común a lo largo de los más de 120 minutos de fútbol que se iban a disputar.
Al que no le pasó factura la angustia del escenario fue a Héctor Figueroa, quien tuvo la primera del partido en un mano a mano con Busy en el que le faltó chispa para convertir. A partir de ahí, el Inter y el Universitario no terminaban de dar ese paso al frente para ir a por el gol; el balón rodaba demasiado por el centro del campo sin llegar a concretar ocasiones reales. Había que dar un paso adelante.
Cuando rondaba ya la media hora, el Universitario mejoró para adueñarse de la contienda e inició el camino para buscar su gol, pero el Valdemoro reaccionó sin miedo y tanteó a Cristian, el meta isleño, que con solo 18 años tenía la dura misión de defender el arco de su equipo en un encuentro de esta magnitud y lo hizo con soltura. De ese modo, en un córner pasado al segundo palo, Isaac peinó la bola y Nico cabeceó el balón casi dentro del área pequeña para firmar el primer tanto (39’); el jarro de agua frío para los grancanarios pudo ser bastante peor. La respuesta llegó rápido gracias a un penalti por mano en el área visitante y Héctor Figueroa no falló desde los once metros, transformando la pena máxima con elegancia al engañar al meta perfectamente (42’).
Tras una segunda parte en la que apenas pasó nada, más allá del ímpetu y la valentía del Uni, que quiso más y se mostró menos tibio que su rival, nadie consiguió evitar la llegada de la prórroga. De nuevo, los locales quisieron más, pero otro córner les volvería a condenar. Un despeje de la zaga isleña cayó en la frontal y Cata lo aprovechó para fusilar a Cristian (105’).
El Universitario empujó y trató de intentarlo; aun así, la falta de frescura y de piernas no le ayudó demasiado para generar peligro. Asimismo, el Inter tiró del otro fútbol y comenzó a perder tiempo. Por eso, cuando un Álvaro Martín con más energía que su marcaje puso el 1-3 definitivo, la luz del Uni se apagó del todo (116’).
Al final, pese a merecer más, los jugadores de Eduardo Batista se marcharon de vacío de un choque que habría sido histórico para una entidad que se fundó en 2018. Sin embargo, no se le puede reprochar nada a un Universitario que soñó, pero que tendrá que esperar su momento entre los mejores.
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