Tres veterinarios que han venido formando parte de los equipos que reconocen las reses destinadas a la lidia fueron conocedores en la mañana de este viernes de que no habían sido nombrados por el Gobierno de Aragón para desempeñar su labor en la plaza de toros de Zaragoza en espectáculos taurinos (conocidos popularmente como festejos mayores).
De hecho, José María Escobedo, Ricardo Loriente y Miguel Ángel Martínez conocieron por uno de los dos presidentes de la plaza, Jorge Moreno, que su nombramiento se circunscribía únicamente a los festejos populares. El motivo esgrimido por la administración se justificaba en su avanzada edad y su supuesta dificultad para, por ejemplo, bajar al corral o realizar toma de muestras en vivo. Ante la negativa de estos de desempeñar su labor solo de modo parcial su puesto será ocupado por otros facultativos llegados, por ejemplo, desde Calatayud.
Conflicto arrastrado
Lo cierto es que el empresario Carlos Zúñiga ha manifestado durante sus cuatro años de explotación del coso que ahora terminan su disconformidad con el rigor de ciertos veterinarios y su supuesta falta de criterio ignorando por completo que el reglamento aragonés es absolutamente presidencialista. Esto es, que todos los veterinarios pueden dictaminar que todas las reses presentadas a reconocimiento no son aptas y seguidamente, si el presidene así lo decide, todas esas reses rechazadas saldrían al ruedo. Y sería totalmente legal.
Y no resulta menos chusco que esos veterinarios que no habían sido nombrados, sin saber que estaban fuera de competencias, llevados por la buena fe y la norma no escrita de que quien es nombrado en abril lo es en octubre, habrían puesto su firma en documentos administrativos, por ejemplo, relativos al desembarque de reses cuya llegada ni siquiera habría sido comunicada previamente por la empresa.
En la era de las cibercomunicaciones instantáneas nadie sabe qué, quién, cómo ni mucho menos… por qué.