Uno de los grandes problemas del mercado inmobiliario en España es la enorme paradoja que arrastra desde hace años. Mientras miles de familias no logran acceder a una vivienda digna porque los precios del alquiler son demasiado altos o las condiciones hipotecarias se han endurecido, hay otro grupo de personas que compran casas no para vivir en ellas, sino para invertir.
Lo hacen con la expectativa de obtener rentabilidad futura, ya sea a través del alquiler o de la revalorización del suelo, y aunque este fenómeno no es nuevo, cada trimestre los datos confirman que sigue muy presente en el mercado.
La lógica detrás de este movimiento es sencilla: quien tiene capacidad de ahorro compra un piso y lo destina al arrendamiento. De esa manera obtiene una rentabilidad bruta anual que, en muchos casos, supera con creces la que ofrecen otros productos financieros como los Bonos del Estado.
El último informe de idealista confirma que en el primer trimestre de 2025 la vivienda en España ofrece de media un 7,3% de retorno, una cifra casi el doble que el 3,3% de los bonos a diez años.
Según este mismo análisis Murcia se consolida como la capital más atractiva para el pequeño y mediano inversor: la rentabilidad de una vivienda en la ciudad alcanza el 8,2%, situándose claramente por encima de la media nacional. Por detrás aparecen Lleida (7,7%), Jaén y Huelva (7,5% cada una) o Zamora (7,3%). En el otro extremo, ciudades como San Sebastián apenas llegan al 3,5%, mientras que en Palma (4,5%) o Madrid (4,8%).
El estudio no se limita a la vivienda. En España las oficinas siguen siendo el producto inmobiliario más rentable, con un 11,5% de retorno medio, seguidas de los locales comerciales (10%). Los garajes se sitúan bastante más abajo, en un 6%, aunque con enormes diferencias según la ciudad: en Murcia, por ejemplo, un garaje puede alcanzar un 10,1% de rentabilidad, mientras que en Salamanca apenas llega al 2,6%.