Garry Kasparov es un gran maestre mundial del ajedrez, pero también un reconocido crítico del presidente ruso, Vladimir Putin. Haciendo un guiño a sus dotes en el tablero, el presidente de la Renew Democracy Initiative inició su intervención en la clausura del VII Foro La Toja-Vínculo Atlántico cargando, precisamente, contra el mandatario ruso: «Los dictadores no juegan al ajedrez porque es un juego en el que el otro tiene toda la información disponible. Los dictadores suele jugar al póquer, donde si tienes suficiente dinero puedes ir subiendo. A Putin se le da bien el póquer, no porque tengo un brazo fuerte, sino porque la otra parte sigue barajando».
Kasparov se mostró contundente en sus afirmaciones, pidiendo que «se dejen de aplicar los estándares democráticos a un dictador». «Le puedo echar la culpa de muchos crímenes, pero él antes de ser dictador ya hablaba de sus planes», apuntó en conversación con el periodista Xavier Colás.
El opositor ruso explicó que «cuanto antes de se enfrenta a un dictador, mayores son las posibilidades de frenarlo», pero que, con Putin, ya hubo «señalas claras» con las que la comunidad internacional optó por «mirar hacia otro lado». Para ilustrar esto, mencionó la invasión de Georgia en el año 2008 o la anexión de Crimea a Rusia en 2014.
Con estos antecedentes escritos en la historia reciente, Kasparov se mostró poco optimista con un posible final de la invasión rusa en Ucrania: «La guerra no va a terminar mientras Putin tenga recursos. Los ucranianos se han sacrificado para salvar a Europa de un desastre total». Y es que para él, esta guerra «no va a finalizar en Ucrania porque no es solo contra ella. Va también a por la Unión Europea, la OTAN o Estados Unidos».
Con esta percha, aprovechó para hablar del mandatario estadounidense, Donald Trump, que, en sus palabras, solo sigue «dos criterios en su filosofía: dinero y gloria personal». «Solo quiere ir con el que va ganando», aseveró, justificando que Trump pensó en un primer instante que Putin conquistaría pronto Ucrania, pero, al ver la resistencia, cambió de postura y empezó a considerar un apoyo a Kiev.
Kasparov fue, incluso, más allá en su análisis, advirtiendo de que la guerra ya ha salido de Ucrania y «no podemos negociar con un cáncer; hay que extirparlo antes de que se extienda». Para sostener esta declaración acudió a sucesos como los ataques con drones en Alemania o el cierre este mismo fin de semana del aeropuerto de Múnich.
«El futuro de Europa no se decide en Israel o Palestina, se juega en Ucrania», zanjó, al tiempo que remarcó que Europa «vive en un mundo de ilusión», cuando ya «estamos en situación de guerra».
Acabar con el «virus imperial»
Cuestionado sobre cómo se debe actuar frente a Rusia, Kasparov evidenció que en el país existe una fuerte mentalidad imperial —parece una «memoria genética», dijo— que sale reforzada con cada victoria militar. Por ello, llamó a terminar con lo que definió como «virus imperial» para tratar de demostrar a los ciudadanos rusos de los beneficios de mantener una buena relación con otros puntos del mapa, como el espacio que conforman los países de la UE.