El magnate Andrej Babis, de 71 años, admirador de Donald Trump y del ultranacionalista húngaro Viktor Orbán, ha ganado las elecciones parlamentarias de la República Checa. La alianza centrista-liberal del hasta ahora primer ministro, Petr Fiala, sucumbió al ímpetu de Babis, quien aspiraba a recuperar la jefatura del gobierno tras una legislatura en la oposición.
Escrutados un 75 % de los distritos, el movimiento que lidera Babis, ‘Acción de Ciudadanos Descontentos’ (ANO), obtuvo un 36 % de los votos. La alianza centrista-liberal de Fiala ‘Spolu’ quedó en un 21 %. De confirmarse esta correlación de fuerzas, Babis podría gobernar en minoría con el respaldo de la ultraderecha más xenófoba y prorrusa, el SPD, con un 8 %, o buscar alianzas múltiples.
La victoria de Babis refuerza el eje prorruso del húngaro Orbán, el máximo aliado en la UE de Vladímir Putin, junto con el primer ministro eslovaco Robert Fico. Si la República Checa fue, con Fiala como jefe de gobierno, un gran contribuyente al ayuda militar y suministro de munición a Kiev, ahora se pronostica un giro radical en detrimento de Ucrania.
Los comicios legislativos, con ocho millones de electores convocados para una votación que se abrió el viernes a las 14.00 y se cerró el sábado a esa misma hora, estaban planteados como una confrontación entre el centrismo de Fiala y el populismo de Babis. El líder del ANO aspiraba a recuperar el puesto de jefe de gobierno que ocupó entre 2017 y 2021. Los sondeos apuntaban desde hacia semanas a una victoria amplia de Babis, con diez puntos o más sobre Fiala.
Reforzamiento para el frente prorruso de Orbán
La victoria de Babis es una sacudida del tablero parlamentario checo y un reforzamiento para los llamados ‘Patriotas para Europa’, el grupo de la Eurocámara impulsado por Orbán, en confrontación persistente contra Bruselas. Ahí están integradas formaciones ultras pujantes, como el FPÖ del austríaco Herbert Kickl y el PVV del neerlandés Geert Wilders, la RN de la francesa Marine Le Pen y el VOX del español Santiago Abascal. Algunos de estos partidos son primera fuerza en su país, aunque quedaron fuera del gobierno nacional, como le ocurrió a Kickl en Austria. Otros lideraron un ejecutivo, como la ultraderecha en Países Bajos, a costa de que Wilders se resignara a mantenerse formalmente al margen del gobierno. Wilders tiene de nuevo opciones a la victoria con las elecciones anticipadas que tendrán lugar a final de mes.
Un reforzamiento de los ‘Patriotas’ y posible ascenso de Babis complicará previsiblemente las cosas al primer ministro polaco, europeísta Donald Tusk. Su coalición en Varsovia está muy debilitada por disensos internos y por la presión del presidente, el ultraconservador Karol Nawrocki, que bloquea sistemáticamente sus reformas. Polonia integra, junto con Hungría y Eslovaquia, el llamado Grupo de Visegrado. Hasta ahora, no había una línea clara hacia Rusia, ya que Varsovia y Praga ‘compensaban’ la dirección marcada por Orbán. Un decantamiento checo tendrá efectos inmediatos en ese grupo, clave para el conjunto del este europeo.
El ANO, en realidad, no era identificable como prorruso en el momento de su fundación, en 2011. Babis lo creó como partido en las antípodas de los partidos establecidos. Ya como primer ministro, entre 2017 y 2021, Babis se movió entre los populismos euroescépticos, aunque sin plantearse abandonar la UE. Tras unirse a los ‘Patriotas’ de Orbán, ha asumido como propias las consignas de Orbán contra el apoyo a Ucrania y por el bloqueo al Pacto Migratorio de Bruselas.
El contrapeso presidencial
El rival de Babis en estos comicios no era solo Fiala, cuyo gobierno estaba muy debilitado por el descontento ante los estragos de la inflación, la precariedad o las dificultades de acceso a la vivienda. En paralelo a la confrontación en las urnas entre el exprimer ministro y el actual jefe del gobierno, reapareció la rivalidad entre Babis y el presidente del país, Petr Pavel. Ambos se enfrentaron en 2023 en los comicios presidenciales, que ganó Pavel. El ahora jefe del Estado, exmilitar de la OTAN, ha intervenido en la recta final de la campaña pidiendo la movilización ciudadana. La participación se situó en el 69 %, un nivel medio en ese país.
Se partía de la base de que lo único que podía frenar a Babis era una alta participación favorecedora de Fiala. Aparentemente, los procesos abiertos contra Babis por corrupción e irregularidades con los fondos europeos, relacionados con su empresa, el conglomerado agroindustrial Agrofert, no han hecho mella entre el electorado.