El próximo mes de diciembre se cumplirán siete años de un hecho capital en la historia política española reciente, la aparición de Vox por primera vez en una institución. Se produjo en el Parlamento andaluz, en unas elecciones que además fueron históricas, pues posibilitaron una alternancia inédita en la Junta de Andalucía, hasta ese momento y desde la constitución de la autonomía siempre gobernada por el PSOE, y que pasó a gobernar el popular Juan Manuel Moreno. Para entonces, Santiago Abascal ya llevaba casi un lustro, tras haber abandonado el Partido Popular (PP) en el que militó desde su juventud, impulsando Vox, que a diferencia de otras formaciones aparecidas la última década, como Podemos y Ciudadanos, tuvo que pasar una travesía del desierto de años para dejar de ser un partido extraparlamentario.
Hoy se ha consolidado como el tercer partido de España, presume de una panoplia de aliados internacionales que van de Donald Trump a Giorgia Meloni, pasando por el primer ministro húngaro Viktor Orbán o al presidente de Argentina, Javier Milei, y no para de consolidarse o incluso de subir en las encuestas, hasta por encima del PSOE en algunas comunidades, como ocurriría en Murcia de confirmarse el resultado que esta semana avanzaba el Centro de Estudios Murciano de Opinión Pública (Cemop).
Pero mientras la formación de la extrema derecha vive ese dulce momento, su líder empieza a sufrir un cierto asedio desde distintos lugares de la órbita de Vox, al margen del combate que de su figura y de su partido hace siempre la izquierda. Un breve inventario de los frentes que le acechan evidencia la situación, aun cuando esta no pueda ser calificada de grave hoy por hoy ni amenace a medio plazo su liderazgo. Con el PP los puentes están más rotos que nunca desde que Alberto Núñez Feijóo llegó en la primavera de 2022 a Génova; su otrora estrecho colaborador, Iván Espinosa de los Monteros, impulsa con éxito de convocatoria indudable un think tank, Atenea, que en buena medida enmienda parte de su estrategia política, y a esa ola se apunta otro de su más estrechos colaboradores de siempre, el ex secretario general de Vox y aún diputado y concejal en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith.
Este último, que hizo un ostensible gesto al presentarse el pasado 25 de septiembre en la puesta de largo de Atenea, no es cualquiera en la biografía de Abascal. Le acompaña fielmente desde los tiempos de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES) el embrión político de Vox, fundado por Abascal en la primera década del siglo cuando aún era dirigente del PP vasco. Y de su grado de amistad, hoy resentida, da cuenta un hecho elocuente: durante mucho tiempo, Ortega Smith tenía en su foto de perfil en WhatsApp una fotografía junto a Santiago Abascal Escuza, el padre del líder de Vox, ya fallecido, histórico dirigente del PP de Álava y la figura obviamente más decisiva en la gestación de la carrera política de Abascal. «Le quiere casi tanto como yo», confesaba por entonces Abascal hijo.
Si con Espinosa de los Monteros, y con la mujer de este, la ex líder de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, la relación nunca llegó a ese grado de intimidad y complicidad, con Ortega Smith sí. Abascal le confió toda la estrategia jurídica con la que Vox empezó a hacerse notar antes de entrar en las instituciones, particularmente la acusación particular en el procés, que la sentencia de 2019 del Tribunal Supremo (TS) criticó tan duramente, después de un juicio a Oriol Junqueras y el resto de cabecillas del independentismo en el que el entonces número dos de Vox tuvo que ser reconvenido en varias ocasiones por el presidente del tribunal juzgador, el magistrado Manuel Marchena. La pericia como abogado del diputado de Vox siempre estuvo en entredicho, pero Abascal nunca dejó de otorgarle un voto de confianza, incluso para defenderle personalmente en alguno de los litigios que tuvo por el acoso de Batasuna en su etapa de concejal del PP vasco. Y eso ayuda a calibrar el impacto que para el líder de Vox hubo de tener el respaldo de su antiguo amigo al acto inaugural de Atenea, que Abascal llegó a calificar de «sarao» durante una entrevista en Telecinco ese mismo día.
«Espinosa se fue dando un portazo»
En Vox los próximos a Abascal, que hoy por hoy son abrumadora mayoría, descalifican la iniciativa de Espinosa de los Monteros y la atribuyen a cierto resentimiento por su manera de haber abandonado la cúpula del partido en el verano de 2023, justo después de que las elecciones generales adelantadas a julio de 2023 por Pedro Sánchez frustrasen la expectativa de la derecha de llegar al poder. «Se fue dando un portazo, y eso tiene consecuencias», explican, al tiempo que deslizan que la nueva plataforma ha buscado unos apoyos del poder económico que no ha logrado.
El ex portavoz parlamentario y ex secretario general, que sigue impulsando Atenea con una gira de presentaciones y entrevistas por toda España, prefiere no entrar en el cuerpo a cuerpo, pero sí reprocha a sus compañeros que critiquen, por ejemplo, el giro del PP en materia migratoria, pues a su juicio es un síntoma de que Vox ha arrastrado al partido tradicional de la derecha a sus posiciones. Espinosa incluso ha rehabilitado en cierta manera, con mensajes de apoyo en las redes sociales, a la primera persona que saltó sonadamente de la cúpula de Vox, la ex secretaria general del grupo parlamentario Macarena Olona, quien llegó a presentarse con un partido político creado para la ocasión a las últimas elecciones, cosechando un rotundo fracaso.
Su salida fue el primer gran contratiempo interno que sufrió Abascal, quien no ha perdonado lo que considera una traición política en toda regla. La versión que trasladan fuentes de su entorno es que Olona le puenteó a través de medios de comunicación ideológicamente próximos para autodenominarse candidata a las elecciones andaluzas de 2022, cuando Abascal no tenía esa idea en la cabeza. El mal resultado (Moreno logró la mayoría absoluta y no necesitó ya al partido a su derecha para revalidar su presidencia) terminó por romper la relación, como más tarde y en otras circunstancias ocurriría con Espinosa y con Rocío Monasterio. Además, la mera fundación de Atenea entra en competición directa con Disenso, el think tank ideológico propio de Vox, que en las últimas semanas por ejemplo ha presentado una amplio informe sobre la cuestión migratoria en nuestro país, y por el que varias personas, incluida Olona, acusan a la cúpula de Vox de desviar dinero, algo negado totalmente por el partido.
Abascal, cada vez más centrado en su agenda internacional, y que desde 2022 entregó la secretaría general del partido a Ignacio Garriga, el líder de Vox en Cataluña, confía en seguir adelante sin los que un día fueron sus estrechos colaboradores. A la presentación de Atenea en la capital asistió también el primer presidente de Vox, el ex líder del PP catalán Alejo Vidal Quadras, con quien tanto Abascal como Espinosa de los Monteros y Ortega Smith habían roto en términos no precisamente amistosos. El líder de Vox mira hacia el nuevo ciclo electoral que comienza en 2026 con, al menos, elecciones en Castilla y León y Andalucía, con un nivel de enconamiento con el PP parecido al que terminó produciéndose en la última etapa de Pablo Casado, sobre todo a raíz del No de los populares a su moción de censura contra Sánchez del año 2020. Hace un año decidió abandonar todas las coaliciones autonómicas con los populares por su rechazo al reparto de menores inmigrantes que aún permanecen en Canarias, un gesto de autoridad que logró solventar pese a algunas resistencias internas de calado en las comunidades donde se rompieron los gobiernos.
Si en los próximos comicios la derecha no lograse desalojar de La Moncloa a Sánchez su liderazgo y su estrategia podrían estar en entredicho, pero obviamente también la de Feijóo, en un escenario que abriría en canal una crisis en toda la derecha, con consecuencias impredecibles a día de hoy.
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