En la plaza de Porlier, en pleno casco antiguo, un cristal separaba y conectaba al espectador con la música. En el interior de una estructura que simulaba un invernadero, un piano de cola llamaba la atención del público que se desplazaba por las calles de Oviedo para sumergirse en las variadas propuestas de la Noche Blanca.
A los visitantes se les ofrecía la oportunidad de escuchar a través de auriculares conectados al invernadero, pero también de asistir a los dos conciertos, de media hora de duración. Guillermo Laporta (flauta) y Josefina Urraca (piano) ofrecieron los recitales en la instalación artística efímera «Música de cristal».
La propuesta, coordinada por Ensemble CreArtBox en colaboración con el festival Adar, congregó a numeroso público alrededor del invernadero de cristal en una escucha individual (con los auriculares) o colectiva. Con esta instalación artística se pretendía, explican los creadores, «evocar la energía suspendida en una sala de conciertos vacía, justo antes o después de un recital, sin audiencia, pero donde aún resuenan en la memoria los últimos acordes».
Bajo la tenue lluvia el público seguía el primero de los recitales. Con un aplauso sostenido concluyó la actuación con un cristal separando a los asistentes y a la música en la céntrica plaza de Porlier. «Me ha gustado mucho la experiencia de asistir a un concierto tan distinto», aseguró la joven María Álvarez, que disfrutó de las actividades de la Noche Blanca junto a sus amigas. «Y, además, en este escenario», añadió Carolina Fernández.