La evacuación de heridos, el avance de tropas, el suministro de munición, la búsqueda de alimento, combustible o agua… ningún movimiento en la llamada “franja de exterminio” del frente de Ucrania está libre del alcance de un dron, y esa es la primera ley de la nueva guerra nacida con la invasión rusa.
Los drones caracterizan ahora buena parte del catálogo de amenazas que considera cualquier ejército. Y basan también buena parte de esa aseveración del almirante Teodoro Esteban López Calderón, jefe del Estado Mayor de la Defensa, según la cual “toda plataforma es hoy susceptible de ser observada, adquirida y batida”.
Estas variables flanquean el Ejercicio Atlas 25 que preparan las Fuerzas Armadas. En todo el calendario anual de pruebas y maniobras militares españolas no hay un encuentro conjunto más importante de prácticas, prueba de sistemas y coordinación entre fuerzas para la guerra de drones.
El rey observa un arma de inhibición de drones del Ejército en el ejercicIo Atlas 24 / ET
Este año, entre el 20 y el 24 de octubre en Huelva, participan los ejércitos de Tierra y Aire y la Armada en la observación y el ataque con drones como en la defensa contra los robots del contrario. Como la amenaza no es solo militar, también están llamados a participar la Guardia Civil y la Policía Nacional. Observan el Mando de Operaciones de Defensa y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
El muro
No es una feria, pero en cierto modo sí es un escaparate. En España “a nivel operativo hay preocupación e interés” por cómo está evolucionando este campo, explica Chulilla. El grupo Indra someterá a la prueba operativa “soluciones navales y terrestres”, explica una fuente de la compañía sin abundar en cuáles por motivos de seguridad.
Otra de las firmas que asisten al ejercicio, Arquimea, lleva una de las estrellas de su catálogo, el dron merodeador Q-Slam 40, capaz de atravesar entornos electrónicamente anulados porque puede volar sin GPS.

Un soldado, con un minidrón en una prueba del Ejército. Jesús de los Reyes / Jesus de los Reyes/DECET
Por su parte, una alianza entre las firmas TRC, Escribano e Indra lleva un sistema antidrón, que el Ejército ha bautizado como Cerberus, basado en la tecnología de detección e interceptación Nexor, el inhibidor Cervus y torres de disparos intensivo o con munición de fragmentación múltiple para el derribo de robots voladores.
Una tercera variable, geoestratégica, flanquea esta edición. Grandes drones Geran y los pequeños no identificados públicamente son también instrumentos que el Kremin podría haber usado para poner a prueba a la OTAN en las incursiones en su espacio aéreo de septiembre. Después de ellas, en la UE se habla de construir un muro antidrones. “En Europa, hasta ahora, que no había pasado nada, no parecía que fuera prioridad. Ahora sí”, comenta Juan Luis Chulilla, experto en el arma robótica y sus amenazas y dueño de la firma Red Team Shield, que llevará productos propios al Atlas 25 y que tiene abierta una ronda de inversión.
Lo sucedido en Polonia, Alemania y Dinamarca aporta peso a un ejercicio que es militar, pero con un inseparable aspecto industrial. Las Fuerzas Armadas prueban soluciones de las empresas españolas para lo que llaman técnicamente “ejercicio de doble acción UAS y C/UAS”.
“Hay mucha nota que tomar de las lecciones que nos comunican los amigos ucranianos”, dice un ejecutivo de una de las alianzas empresariales comprometidas con el Ejército de Tierra.
Ciertamente, es un momento clave. Rusia ha acreditado una gran capacidad de fabricar masivamente drones de largo alcance, pero también los países OTAN han demostrado cierta incapacidad para interceptarlos. Dice Chulilla que en España, en materia de investigación sobre drones, “estamos mejor que otros países, sobre todo a nivel policial, pero en toda Europa hay que recorrer todavía mucho camino, y debemos hacerlo rápido”.
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