Jane Goodall no sólo observó a los chimpancés: lo que comenzó como un acto de escucha en la profundidad del bosque se convirtió, décadas después, en un movimiento mundial por la defensa del planeta y sus habitantes olvidados.
Jane Goodall, famosa primatóloga y pionera en la conservación, falleció esta semana a los 91 años por causas naturales. Revolucionó el estudio de los chimpancés al observarlos en libertad en Tanzania desde 1960, usando métodos poco convencionales como darles nombres en vez de números y estableciendo una conexión emocional con ellos.
Descubrió el uso de herramientas entre chimpancés en una época donde se creía que solo los humanos eran capaces de ello, rompiendo así la barrera entre humanos y otros animales. Su trabajo ayudó a replantear la visión antropocéntrica y fomentó el respeto por otras especies.
Además de su investigación, Goodall se convirtió en un ícono científico y defensora activa de la conservación, inspirando a mujeres en la ciencia y promoviendo el respeto por todos los seres con los que compartimos el planeta. Consideraba que su mayor contribución fue desdibujar la línea entre humanos y otros seres vivos, abriendo la puerta a una nueva comprensión y respeto por la naturaleza.
Más allá de la ciencia
En 1960, Goodall aterrizó en la Reserva de Gombe, Tanzania, sin formación académica tradicional y bajo la mentoría de Louis Leakey, quien confió en que una mente abierta podría descubrir perspectivas nuevas.
Goodall observó a los chimpancés utilizando hojas de hierba como herramientas para pescar termitas, un comportamiento que hasta entonces se consideraba exclusivo de los humanos. Cada observación cuestionaba y finalmente derrumbaba la creencia en una barrera rígida entre la humanidad y el resto de las especies, obligando a la comunidad científica a “redefinir al hombre, redefinir la herramienta o aceptar a los chimpancés como humanos”.
Pero el avance de Goodall no fue solo técnico, sino profundamente humano. Mientras otros científicos numeraban a sus sujetos de estudio, ella les daba nombres: David Greybeard, Flo, Goliath. Reconocía personalidades, emociones y vínculos familiares, y defendió la existencia de culturas y comunidades en las sociedades animales.
Su disposición a aceptar la complejidad —a veces la luz y la oscuridad— del comportamiento de los chimpancés hizo que su ciencia fuera más real y honesta. Registró instantes de ternura y crueldad, de paz y guerra, revelando criaturas cuyas vidas reflejaban tanto la belleza como la dureza de nuestra propia especie.
Enfoque holístico
Su investigación otorgó urgencia a la conservación, pero su impacto fue mucho más allá. Goodall creía que proteger la vida silvestre no podía separarse de mejorar el bienestar de las comunidades locales y de capacitar a las personas, especialmente a los jóvenes.
El Instituto Jane Goodall que ella fundó en 1977 puso en práctica un enfoque holístico: preservar hábitats, impulsar la educación y ofrecer nuevas vías para una vida sostenible. Con su programa Roots & Shoots inspiró a generaciones de jóvenes activistas ambientales para enfrentar retos como el cambio climático, el bienestar animal y los desafíos sociales, tanto en sus barrios como a nivel global.
Goodall nunca eludía verdades incómodas: desde la destrucción ecológica hasta la responsabilidad ética de investigadores y gobiernos. Habló en nombre de quienes no podían hacerlo por sí mismos, abogando incansablemente por una conciencia global sobre la íntima relación entre la salud ambiental, la justicia social y la acción personal. Su mensaje—que cada individuo importa, que cada acto cuenta—sigue expandiéndose. Mostró que la ciencia y la compasión profundas no solo son compatibles, sino socios necesarios para transformar el mundo.
Aunque recibió reconocimientos, permaneció humilde, atribuyendo los logros principalmente a los animales, las comunidades y los colegas que la acompañaron.
Su mayor herencia no reside solo en descubrimientos, premios o cargos, sino en una fuerza amable—una disruptora con empatía extraordinaria—que nos recuerda que mirar el mundo de otro modo es el primer paso para mejorarlo.