Habla calmado, tranquilo, seguro de sí mismo. Se interesa por cuestiones más allá del objeto que tiene esta entrevista: dar a conocer la película que protagoniza junto a Aura Garrido, ‘La sospecha de Sofía’, dirigida por Imanol Uribe y basada en la novela de Paloma Sánchez-Garnica. Álex González (Madrid, 1980), demuestra una seguridad que traspasa la gran pantalla, fruto de un bagaje profesional adquirido a base de vivir el cine español desde todos sus ángulos. Está leyendo la Biblia por el propósito que se hizo de leer todos los libros sagrados para entender más y mejor el mundo que le rodea, una curiosidad que apuntala el actor inquieto y apasionado en el que se ha convertido.
¿Cómo se siente con la película y qué respuesta está recibiendo?
Muy ilusionado y orgulloso de poder promocionar esta película. La respuesta ha sido lo último, porque hemos pasado por la preproducción, la realización de la película, la postproducción y después, la vimos. A mí me encanta, sobre todo después de haber leído la novela. Creo que rinde honor a lo que Paloma Sánchez Guernica, la autora de la novela, quiso transmitir, palabras textuales de ella. Por tanto, orgulloso de poder mostrar una película que creo que el público la va a disfrutar. Ahora, a través de los compañeros y compañeras de la prensa que la han visto ya, nos dicen que la han disfrutado mucho. Nunca sabes, porque a ti te gusta, pero no sabes si eres objetivo. En este caso creo que es una gran película.
Es la primera vez que se enfrenta a un papel que es un doble personaje. Con la carrera tan larga y extensa que tiene, ¿cómo sienta hacer algo por primera vez?
Hacer algo por primera vez te invita al mundo de lo desconocido, que te pone en un estado entre la alerta y la efervescencia, sentirte vivo y aprendiz otra vez. Cuando sucede, te abres a crear algo nuevo, que siempre suele ser genuino y, por tanto, llega más.
¿Fue un proceso complicado tener que ser dos personajes a la vez?
Cuando oí hablar del proyecto por primera vez, hace años, y empecé a leer la novela, dije: “Guau, esto es muy difícil”. Me encantó la novela, pero el universo que ha creado Paloma es un universo complejo, lleno de detalles, que retrata muy bien un momento sociopolítico tanto en España como en Alemania. Y luego la historia de los personajes de Sofía y los dos gemelos me parecía muy complicada, porque conectaba mucho con el dolor, con la pérdida. Cuando me llegó la película me parecía inabarcable, pero empecé a trabajar con mi coach, Manuel Morón. Dedicamos muchos meses a crear las dos identidades de los dos personajes. Y luego a coger confianza en hacer uno y otro, salir de uno y otro y coger práctica en eso, para que luego en el rodaje, pues, bueno, no fuera simplemente cambiar de vestuario y peluquería. Además de los personajes, había otro reto, que es el paso del tiempo. Daniel sale de la cárcel 23 años después. ¿Cómo caminaría? ¿Qué le ha ocurrido en ese tiempo? Está más mayor. ¿Cómo es esa mirada? No sé… La verdad fue un trabajo muy enriquecedor el poder investigar todo esto.
Precisamente, de esas dos identidades que interpreta, no sé qué es más complicado para un actor: intentar ser alguien normal, como un padre de familia en una vida tranquila y plácida, o el villano, que tiene otra complejidad psicológica.
Las dos cosas, porque al final lo que es normal o lo que no es normal creo que es una mirada un poco subjetiva, pero realmente la persona que lo vive, para él es su universo. Entonces, cuando yo estaba alojado en Daniel, decía: “¿Qué le pasa a este personaje?” Y me he intentado apoyar mucho en su insatisfacción, en un ser que es un poco anodino, pero eso se traduce en que al final hay gente que nunca está satisfecha. En ese momento, claro, es como cuando los problemas que tienes aquí los comparamos con conflictos que hay en otros países y dices: “Bueno, mi problema es una tontería”. Pero tú lo vives como que para ti es lo más importante. Y luego me ponía en Klaus, que tiene graves problemas con la pérdida y el duelo de su familia, su mujer, sus hijas, siendo extorsionado y viviendo con una pistola en la cabeza. Decías villano, pero al final es un fontanero que, muy a su pesar, soñaba con darle a su familia una vida mejor y se vio envuelto en un conflicto sociopolítico que lo hace rehén de su propia vida.
Dejé de entrenar, de comer… estaba un poco a lo loco, pero me ayudó a sentir la vulnerabilidad de Klaus y Daniel.
¿Cómo ha sido la transformación física en estos personajes?
Un poco a lo loco, la verdad. Cuando yo leía el guion, veía cada vez más claro que nunca habíamos hablado de perder peso con Imanol Uribe, pero le dije que claramente tenía que perder volumen. Es decir, no me puede quedar el traje como si estuviera haciendo una campaña. Hay un paso del tiempo en el que Daniel entra en la cárcel y sale cuando cae el muro, 23 años después. Obviamente, tiene que salir deteriorado. Luego Klaus tampoco es un hombre al que le vaya muy bien, que coma bien… Entonces sentía que el físico tenía que ser diferente. Entonces, dejé de entrenar, de comer… Acababa de terminar otro rodaje que era todo lo contrario: una comedia romántica en República Dominicana, estaba moreno, saludable… Entonces, bueno, lo hice sin nutricionista ni nada y un poco a lo loco.
¿Cómo fue?
No lo hice por la interpretación, pero curiosamente me ayudó mucho porque el personaje de Klaus está en contacto con la extorsión, la vulnerabilidad y la pérdida. La falta de energía me ayudó bastante a esa debilidad. Las últimas semanas estaba en rodaje tratando de economizar mucho la energía y no hacía nada, realmente. Iba a rodar y casi siempre estaba sentado en una silla. Volvía a casa y me ponía una peli que me inspirara en lo que estaba haciendo. Leía y poco más. Solo estaba concentrado en eso, sabiendo que no podía sostenerse mucho en el tiempo. Lo tenía programado para los meses de rodaje y cuando terminó, volví a mi vida normal otra vez.
Además de las cuestiones psicológicas, el canon del físico en la década de los 60 tampoco era el de hoy.
Sí, totalmente. Tienes toda la razón, no pega. Los hombres no iba a los gimnasios como ahora, que todo el mundo entrena y sabe de nutrición. A mí me parecía lo mínimo acercar así la historia al público.
En las adaptaciones de la narrativa al cine siempre existe ese temor del espectador de que los personajes en pantalla no se parezcan a lo que hemos imaginado. Entiendo que, como el actor protagonista, ¿existe miedo a defraudar las expectativas?
Al principio sí, luego intenté olvidarme, porque si no estás tan pendiente del resultado que te pierdes el proceso. Además, dirigida por Imanol Uribe, sé que parte de su grandeza pasa por saber qué es lo importante de una historia. En la novela lo es todo, pero no puedes hacer una película de 400 minutos. Tienes que elegir y renunciar a partes. Se hizo de tal forma que la esencia se mantuvo, ese era nuestro reto.
Y a la autora, Paloma Sánchez Guernica, ¿qué le pareció?
El día que vio la película por primera vez estábamos todos juntos y, obviamente, observamos mucho su reacción y su gesto. Yo decía: “Por favor…”. Hubo un momento que empezó a llorar y no sabía si de disgusto o de alegría. Nos cogió de las manos y dijo: “Gracias por haber conseguido que la esencia esté intacta. Es justo lo que yo sentía cuando escribía la novela. Lo habéis conseguido reflejar en la película”. Y, bueno, pues, es una gran satisfacción, porque si ella siente esto, estoy seguro de que las lectoras y lectores sentirán lo mismo. Y luego, al mismo tiempo, pues la gente que no haya leído la novela disfrutará de la película igualmente y le entren ganas de leer la novela.
Precisamente Imanol Uribe lleva a sus espaldas cinco o seis adaptaciones de novelas. ¿Qué consejos le dio como director?
Imanol es un hombre que hace más de lo que dice. Es una cosa que yo valoro mucho en general en la vida, y con los años más, porque al final somos lo que hacemos y no lo que decimos. Yo, que soy un parlanchín, echaba de menos hablar de más cosas. Me dijo que hablaríamos en los ensayos, que durante el rodaje hablaba poco. Pero no. Sin embargo, su forma de actuar y su forma de acompañarnos, hacía que le sintiera muy cerca, sobre todo en las secuencias con alta carga emocional. Parecía que hacíamos la escena juntos. En vez de hablar, me acompañaba, y eso me emocionaba mucho.
Imanol Uribe, Aura Garrido y Álex González en la presentación de ‘La sospecha de Sofía’ / Alberto Espada
Por su presencia más que por los consejos que le dio, ¿no?
Parte de su grandeza —me he dado cuenta ahora— es su humildad. Sabe que hay algo que está por encima, que es el proyecto. Y se quita de en medio, como si dejara que cada departamento ofreciera lo suyo. Escucha a todo el mundo y acepta las propuestas, lo dice abiertamente si algo es mejor. Y cuando no, también, porque sabe muy bien lo que quiere.
Aura Garrido es un regalo de persona y de actriz; hace que el espectador crea que mis dos personajes son reales.
¿Cómo ha sido trabajar con Aura Garrido?
De Aura podríamos hacer una entrevista aparte. Es un regalo de persona, de mujer, de compañera. Es una actriz a la que admiro, no solamente por el resultado, sino viendo cómo trabaja, por el amor que tiene a esta profesión, el respeto, su generosidad. Parte del trabajo lo hacen tus compañeros. Y la forma en la que ella, haciendo de Sofía, me miraba siendo Daniel o Klaus, hace que el espectador se crea que de verdad son dos personas. Esto lo explicaba Javier Bardem —salvando las distancias— en ‘No es país para viejos’, donde hizo de uno de los villanos más terroríficos de la historia. Siempre dice que la escena de la moneda, donde responde que ha sido su día de suerte, no es mérito de él, sino de su compañero, «porque estaba interpretando un hombre muerto de miedo». El espectador sentía miedo no por Bardem, sino por su compañero de reparto.
Por último, ¿qué haría si sospecha que vive con alguien que no es quien dice ser?
Cortar por lo sano. Yo valoro mucho saber en qué escenario estoy en casi todo en la vida, e intento hacer lo mismo. Porque me parece que es la forma de ser libres y que, con base a eso, tomas las decisiones que quieras. Pero si alguien me engaña, corto por lo sano.
Las recomendaciones de Álex González
La última película que ha visto:
Acabo de ver ‘Tardes de soledad’, que lleva tiempo desde que se estrenó y no la había visto. Me ha fascinado, la verdad.
La serie que está viendo ahora:
‘El Refugio Atómico’. Aunque lo vaya a decir todo el mundo, es la que estoy viendo y me está gustando bastante.
El libro que tiene en la mesilla de noche:
A lo mejor me meto en un jardín pero bueno, qué tontería. Estoy leyendo la Biblia. No la había leído de pequeño y llevaba años queriéndome leer los libros sagrados, la Biblia o el Torá, por la cultura general. No la estoy leyendo cronológicamente, sino por pasajes, haciendo el ejercicio de interpretar lo que dice.