Una combinación de aspectos genéticos, ambientales, evolutivos y sociales parecen incidir en conjunto en las diferencias observadas en la esperanza de vida de machos y hembras en la mayoría de los mamíferos, que también se aprecia entre hombres y mujeres en los seres humanos. Los datos de un nuevo estudio confirman, sin embargo, que los componentes biológicos se encuentran profundamente arraigados y condicionan la continuidad de la tendencia con el paso del tiempo.
Desde hace siglos se sabe que entre los seres humanos y otras especies de mamíferos, las mujeres tienden a vivir más que los hombres. Un estudio publicado en la revista Science Advances, que analizó los registros de longevidad de 1.176 especies de mamíferos y aves, arroja ahora luz sobre por qué esta desigualdad es tan persistente y sugiere que la explicación tiene raíces evolutivas profundas.
El trabajo, liderado por investigadores del Instituto Max Planck, en Alemania, y colaboradores internacionales, reunió datos de 528 especies de mamíferos y 648 de aves. Descubrieron que en alrededor del 72 % de las especies de mamíferos las hembras viven más que los machos, mientras que en las aves, en cambio, la tendencia es contraria: la ventaja suele recaer en los machos, concretamente en un 68 % de las especies estudiadas.
La hipótesis cromosómica
De acuerdo a una nota de prensa, el patrón hallado coincide con diferencias en los sistemas cromosómicos sexuales. Hasta hoy, una explicación plausible para estas diferencias es la llamada hipótesis del “sexo heterogamético”: en mamíferos, las hembras son XX y los machos XY, mientras que en muchas aves los machos son ZZ y las hembras ZW.
¿Qué significa esto? Tener dos copias del mismo cromosoma sexual (XX o ZZ) ofrece una especie de «respaldo genético» frente a mutaciones dañinas en genes ligados a ese cromosoma. En tanto, el sexo con cromosomas diferentes (heterogamético) carece de esa redundancia y quedaría más expuesto a efectos perjudiciales, que merman la longevidad. Este mecanismo genético quizás no explica todo el fenómeno, pero sí ayuda a entender por qué la ventaja femenina en longevidad es tan común entre mamíferos, incluyendo por supuesto a los seres humanos.
A esto se suma la presión de la selección sexual y las estrategias reproductivas. En aquellas especies donde los machos compiten intensamente por parejas, incluyendo peleas, exhibiciones o conductas arriesgadas, el coste en salud y supervivencia se eleva, acortando la vida promedio de los machos. En especies monógamas o donde la inversión parental es compartida, la brecha se reduce o incluso se invierte. En otras palabras, el “estilo de vida evolutivo” importa tanto como la genética.
Genética, evolución, comportamiento y ambiente
Sin embargo, los autores subrayan que las cromosomas y la selección sexual no son las únicas fuerzas en juego. Existen factores fisiológicos, como por ejemplo cuestiones hormonales, de comportamiento y ecológicos que también modulan la expresión de la longevidad. De esta manera, el estudio amplia la perspectiva comparativa y refuerza la idea en torno a que la desigualdad en longevidad entre sexos es una combinación de genética, ecología y historia evolutiva.
Referencia
Sexual selection drives sex difference in adult life expectancy across mammals and birds. Johanna Staerk et al. Science Advances (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/sciadv.ady8433
En ese sentido, los científicos comprobaron que las diferencias de sexo son más pronunciadas en las poblaciones silvestres que en los zoológicos o espacios temáticos similares con animales en cautiverio. El dato muestra que tanto los factores genéticos como los ambientales contribuyen a las diferencias en la esperanza de vida.
Por otro lado, los autores enfatizan que en los seres humanos la brecha de esperanza de vida ha fluctuado con el tiempo: mejoras en salud pública, cambios en comportamientos de riesgo y avances médicos han reducido parte de la diferencia en algunos países, pero no la han eliminado por completo. Esto sugiere que la tendencia tiene componentes biológicos profundamente arraigados, que deberán profundizarse en futuros estudios.