Un devastador incendio que asoló la Zona Arqueológica de Las Médulas (León) en agosto de 2025 ha dejado un paisaje calcinado y daños de alcance «generacional». Un primer informe del CSIC confirma la destrucción de gran parte de la red hidráulica romana y la infraestructura turística, abriendo un debate urgente sobre el uso de inteligencia artificial y drones para proteger el patrimonio cultural de futuros desastres.
Un gran incendio asoló la Zona Arqueológica de Las Médulas (el Bierzo, León) entre el 9 y el 18 de agosto de 2025, causando daños extensos y graves y un impacto devastador en las estructuras romanas, las instalaciones de interpretación para visitantes y la vegetación. Este desastre originó la elaboración de un informe de reconocimiento preliminar, llevado a cabo por el experto y profesor ad honorem Javier Sánchez-Palencia (IH-CSIC), basado en una valoración breve y estrictamente visual del alcance del fuego.
El reconocimiento inicial, basado en una valoración visual y documentado fotográficamente con imágenes satelitales incluidas, confirmó que el fuego afectó seriamente tanto la vertiente meridional como la septentrional de la antigua mina de oro romana. Posteriormente y ya controlados todos los fuegos de la zona, un equipo especializado del CSIC está realizando una investigación a fondo que se espera arroje un informe detallado y recomendaciones.
Daño arqueológico
Según el informe preliminar, el fuego ha impactado de manera crítica la morfología del sitio y la integridad de las estructuras romanas. La red hidráulica fue una de las áreas más seriamente afectadas, resultando sus laderas denudadas en ambas vertientes. En la zona meridional, donde las elevadas pendientes son una preocupación, el riesgo de erosión se ha incrementado significativamente, lo que podría comprometer la estabilidad y la visibilidad de los canales de abastecimiento romanos. En esta vertiente, el incendio se unió con otro foco, arrasando gran parte de la Cabrera Baja, una porción importante de la Cabrera Alta y la Sierra del Teleno.
En el norte, aunque el fuego se detuvo antes de alcanzar Voces, La Chana y Paradela de Muces, prosiguió por la zona alta hasta las peñas de Ferradillo y se extendió hasta la Valduerna, afectando también la red hidráulica.
Los hallazgos detallan la devastación en puntos clave como los depósitos de agua de la red hidráulica fueron alcanzados casi en su totalidad, con sus superficies calcinadas debido a la vegetación de bajo porte que las cubría. Además, los canales de evacuación actuaron como tubos de propagación del fuego, calcinando sus superficies incluso en las proximidades de áreas que tradicionalmente estaban encharcadas, como Lago Somido.
Hay que destacar que la cola de lavado de La Brea, la segunda más importante del yacimiento, quedó totalmente calcinada. Los principales sectores de explotación de la mina de oro, como el Sector 3 y el Sector 2, sufrieron intensamente, quedando calcinados en su casi totalidad y la vegetación sobre los estériles apilados (por ejemplo, en Las Pedrices o Los Muriacales de Balouta) fue casi eliminada por completo. Solo una parte de las zonas sur y este, conocidas popularmente como El Souto y Las Valiñas, escaparon al fuego, conservando castaños.
Pérdida de infraestructura y riesgo de erosión
El informe de reconocimiento básico subraya que todas las instalaciones y puntos de información visitados han sufrido daños graves o muy graves, quedando calcinados en su mayoría. Los casos extremos incluyen el Aula Arqueológica de Las Médulas, la caseta de entrada a las galerías de Orellán y los miradores de Orellán, Las Pedrices, Chaos de Maseiros y La Frisga. La destrucción de esta infraestructura de interpretación reduce la capacidad inmediata de la zona para el turismo y la educación.
Una de las mayores preocupaciones es la pérdida de cubierta vegetal en las laderas de los canales hidráulicos, lo que incrementa significativamente el riesgo de erosión. El impacto es tan devastador que la superficie quemada se estima en unas 1.500 hectáreas dentro de la zona declarada Bien de Interés Cultural (BIC) y Patrimonio Mundial (que abarca 2.208 ha). Sánchez-Palencia y la investigadora del CSIC, Almudena Orejas, han señalado que “La recuperación del paisaje cultural va a ser casi de alcance generacional”, dado que la vegetación centenaria no se recupera con facilidad.
Estrategias de prevención futura
Para prevenir desastres futuros en yacimientos arqueológicos al aire libre, es crucial la implementación de sistemas de vigilancia tecnológicos avanzados que combinen sensores remotos y terrestres. Se propone la utilización de drones equipados con cámaras térmicas y multiespectrales, junto con sistemas satelitales, para una monitorización constante y en tiempo real de grandes extensiones.
Estos sistemas aéreos deben complementarse con redes de sensores terrestres de bajo coste (que midan temperatura, humedad, humo y CO2), ubicados estratégicamente para enviar alertas automáticas e instantáneas ante cualquier anomalía, reduciendo el tiempo de respuesta.
Además de la detección, resulta fundamental la inversión en inteligencia artificial (IA) y algoritmos de análisis predictivo. La IA podría procesar grandes volúmenes de datos (incluyendo meteorología, mapas de vegetación, topografía y registros históricos) para evaluar el riesgo de propagación y predecir zonas vulnerables con alta precisión. La integración de estos datos en una plataforma centralizada permitiría a los equipos de emergencia coordinar respuestas efectivas, maximizando las posibilidades de controlar el fuego antes de que cause daños irreparables.
Aunque no se completó el proyecto del gemelo digital antes del desastre, un mapa 3D público liderado por investigadores de la Universidad de León que reconstruyó los 1.100 kilómetros de canales del complejo hidráulico, será de gran ayuda en las tareas de reconstrucción y forestación.