A Xabi Alonso no le gustan las ruedas de prensa. No está cómodo en ellas. No le intimidan los futbolistas porque lo ha sido y conoce sus códigos. Pero cada vez que tiene que acudir a una rueda de prensa se sienta con su encargado de prensa a preparar las preguntas que le van a hacer en Valdebebas. Se toma su tiempo y luego sale a lidiar con los periodistas. Al tolosarra primero le gusta pasar lista a los periodistas que están, porque ya pone cara a las firmas y a las voces. Y mientras Juan Camilo pide al personal que se identifique al preguntar, el donostiarra barre la sala de prensa con una visual antes de responder.
Después llega el momento de las preguntas. Su jefe de prensa hace de filtro eligiendo a quién da la palabra y a quien se ‘limpia’. Al final la nómina de periodistas que preguntan es perfectamente reconocible, empezando por Victorio Calero, que siempre abre fuego preguntando por cómo afronta el partido en cuestión. Después se suceden cuestiones amables y futboleras, salvo las del clásico programa de entretenimiento que busca el morbo. Estos días los desplantes de Vinícius o el órdago de Rodrygo ha sido la carnaza. La ronda suele concluir con alguna preguntada con acento brasileño de una corresponsal y el educado ‘Gracias’ del técnico para cerrar la comparecencia. Ancelotti era diferente. Se mostraba a la defensiva en las primeras cuestiones, pero luego fluía para acabar gastando bromas o tirando de socarronería en sus apariciones. Su inteligencia emocional, sumada a su experiencia, hacía que las más de cien comparecencias de la temporada no fueran una tortura. Y con Xabi parecía que se iba encauzando. Hasta la semana pasada.
Tensión en el vestuario
La goleada encajada en el Metropolitano ha descuadrado sus planes. El Madrid arrastra un problema de la temporada anterior con los partidos ante rivales de jerarquía. Hay seis duelos que definen su temporada y en la última campaña de Ancelotti, los resultados en esas citas fueron catastróficos. Goleadas ante el Barça, derrotas en el Metropolitano, fiascos en Liverpool o Londres ante el Arsenal… Una peligrosa tendencia que Xabi no ha podido romper, siendo arrasado en Estados Unidos por el París Saint-Germain y en el derbi del sábado por un Atlético que llegaba dubitativo. Dos goleadas que confirman la falta de consistencia blanca en los combates con pesos pesados.
Lo que no esperaba Alonso es que el vestuario se le revolviera tan pronto. Los desplantes de Vinícius por sus suplencias eran parte del precio a pagar al implantar la meritocracia. Sin embargo, el técnico ha sido desafiado por jugadores como Rodrygo, quien le advirtió que solo jugaría en la izquierda, o Federico Valverde. La rueda de prensa del uruguayo en Kazajistán, tras ser probado como lateral por las bajas de Carvajal y Alexander-Arnold, ha caído como una bomba en el vestuario. El charrúa insistió en que no le gusta jugar como lateral, consciente de que el regreso de Bellingham puede empujarle al carril, con Tchouameni y Arda asentados en el medio. Xabi reaccionó al desplante dejándolo en el banquillo, lo que generó una situación incómoda que Valverde no ocultó con su lenguaje corporal y su actitud. No salió a calentar con el resto de suplentes y se mantuvo al margen en el banquillo. La tensión se mascaba en un grupo al que extraña la mano dura de Xabi con Valverde y cómo se pone de perfil con los feos de Vinícius.
Más reproches a Xabi
Alonso ha perdido credibilidad en el vestuario. Primero por alinear a un Bellingham sin ritmo en el derbi. Su apuesta por la meritocracia, con la suplencia de Vinícius, fue celebrada en la plantilla al dar oportunidades a todos. Sin embargo, el paso de partidos ha rebajado la fe del grupo. No se ha entendido que entregase el 9 a Enrick tras la exhibición de Gonzalo en el Mundial de Clubes. Y Rodrygo y Brahim tampoco entienden cómo Mastantuono desembarca directamente en el once sin haber hecho méritos previos para ello. Es más, tras jugar ocho partidos, suma un gol y una asistencia, lo mismo que Brahim en la mitad de minutos.
Todo esto ha provocado que se haya enrarecido el ambiente en el vestuario y el equipo. El entrenador ha sido desafiado por Vinícius, Valverde o Rodrygo, y a eso se suma que el Madrid, como apuntaba afiladamente el uruguayo, lleva “dos derrotas muy duras con Xabi”. Todo eso explica por qué el domingo 26 de octubre el ‘clásico’ ante el Barcelona en el Bernabéu se convertirá en el primer ‘match ball’ en contra de Xabi en el banquillo blanco. Lo que pase hasta ese día endulzará o avinagrará el tránsito, pero una tercera derrota en un día grande dejará sin crédito al donostiarra.
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