Volvió a sonar la música en un Balaídos a reventar de ilusión tras el regreso del Celta a competición continental después de 8 años. Los celestes remontaron ante el PAOK griego (3-1) siendo fieles a su vistoso estilo de fútbol en el segundo duelo de la liguilla de Europa League. El partido ya comenzó con buen sabor de boca con los vigueses dominando el cuero y ganando terreno. Los griegos se fueron acomodando paulatinamente en ese escenario y, de manera injusta por lo demostrado hasta el momento, golpearon primero con un tanto en el 37, con la firma de Giakoumakis. Tan solo 10 minutos más tarde, Aspas puso las tablas con un tremendo testarazo a un palmo de la portería que insufló oxígeno a los suyos antes del descanso. Tras el tiempo de refresco, los locales dieron un golpe encima de la mesa con otras dos dianas y un control absoluto del duelo: Borja Iglesias en el 53 y Swedberg en el 70.
Giráldez, siempre leal a su postura, ofreció un once titular diferente a cualquier esquema visto hasta la fecha. Dio entrada a Damián Rodríguez como gran novedad, pues no había disfrutado ni de un solo segundo durante la presente campaña, confió en Manu Fernández en la defensa junto a Starfelt, ya recuperado de su lesión, y apostó por una delantera con Aspas, Borja Iglesias y Swedberg. Dio en la tecla el louriñés, pues se repartieron la tarta entre ellos, si bien es cierto que el PAOK es un rival a priori inferior al Celta y que saltó al campo con un once con cambios.
Desde que el balón echó a rodar, el celtismo sabía que este podría ser el partido clave para mudar la negativa dinámica que arrastraba: tranquilidad en los pases, personalidad en el trato de la pelota y llegada al área rival. La primera ocasión peligrosa se anotó en el minuto 17. Marcos Alonso, desde el suelo, aprovechó un exquisito pase de un Mingueza hoy imperial para disparar ante Pavlenka, el guardameta del PAOK, pero este achicó espacio y le privó de estrenar el marcador. En el 32, probó Ilaix Moriba con un potente disparo desde fuera del área y en el 34 Balaídos vivió un ‘déjà vu’: perdonó Javi Rueda una oportunidad semejante a la que falló Miguel Román ante el Elche. El lateral desmereció un pase de espuela de Aspas y una inteligente pantalla de Borja Iglesias, y le pudo salir caro. Para más inri, tres minutos más tarde, los griegos, ante la sorpresa de cualquiera, materializaron el primer gol del choque en su primera llegada con peligro. Un error en un pase hacia atrás del propio Rueda a Manu Fernández acabó en botas rivales. Fallaron los visitantes el primer intento, que lo tapó Radu, pero el rechace le cayó a un Giakoumakis que solo tuvo que empujarla desde el medio del área.
El gol no abatió a los celestes, que intentaron equiparar el electrónico como fuera antes del descanso para no llevar tal losa a los vestuarios. Con Aspas como líder, una vez más, lo lograron en el añadido (45+2). El moañés, que sigue desprendiendo un aura único en cada lance, diferencial en todo momento, remató de cabeza a quemarropa un centro botado por Mingueza desde el flanco izquierdo. Enloqueció entonces el estadio como en las grandes citas al filo del término del asalto inaugural. El control de los de Giráldez fue tal que la posesión se decantó hacia el lado celeste con un 70 % – 30 % aproximadamente.
La segunda mitad supuso el broche final a la fiesta en la discoteca de la que hablaba Giráldez en la previa. En el 53, Borja Iglesias, de nuevo hábil frente al gol, recogió un rebote a un disparo de Swedberg para lanzar el cuero a la red desde dentro del área. Más dinamita para un Balaídos que, al fin, pudo sonreír. En el 57, el sueco pudo sentenciar después de un pase filtrado del mismo Aspas, pero se topó de nuevo con un notable Pavlenka. Poco más tarde, Konstantelias acercó a los blanquinegros al empate con un tiro ajustado que no cogió portería. Sin embargo, fue Williot quien, en el 70, sentenció con un sutil toque entre las pierna y el brazo del portero tras una entrega de calidad de Javi Rueda -que se desquitó de lo vivido- y una carrera directa hacia los tres palos. El VAR tiró la línea y dio el gol: el Kraken no estaba en fuera de juego.
Las postrimerías del duelo sirvieron, además, para presenciar la mejor versión de Bryan Zaragoza, que gambeteó como en sus mejores tiempos, especialmente en una jugada en el 77, que acabó con un remate fallido. Finalmente, el PAOK pudo recortar distancias con un cabezazo de Fedor Chalov que se fue lamiendo la madera.