Morena Verdi, Brenda Loreley Del Castillo, ambas de 20 años, y Lara Morena Gutiérrez, de 15, fueron asesinadas en la periferia de Buenos Aires días atrás. El triple femicidio estremeció a buena parte de la sociedad argentina. «Pequeño J», el presunto autor intelectual de un crimen de ribetes macabros, ha sido arrestado a 70 kilómetros de Lima, donde intento esconderse. La narcobanda que, bajo su liderazgo, el de un muchacho de 20 años, operaba en la capital argentina, se presenta por estas horas apenas como la punta de un iceberg. A primera vista surgen los negocios de la droga y el proxenetismo. Pero la historia de Tony Janzen Valverde Victoriano y el que parece ser su mano derecha traza a su vez líneas que se conectan a la distancia con el grupo terrorista que asoló Perú, Sendero Luminoso, y, también, el presente del «criptogate», la estafa con un activo digital que ha sacudido al Gobierno del ultraderechista Javier Milei.
Nueve personas han sido detenidas por el escalofriante hecho. De todas ellas aparece en el primer plano el Pequeño J, de nacionalidad peruana, y su principal colaborador, Matías Agustín Ozorio, también arrestado en Lima. «Bandido por siempre», se presentaba Pequeño J en las redes sociales donde no faltaban elogios a Pablo Escobar y Tony Montana, el personaje de Scarface, la película de Brian De Palma en la que Al Pacino protagoniza a un narcotraficante de origen cubano que conoce las cumbres del enriquecimiento y la desgracia. No en vano él había adoptado el apodo de aquel hampón de película.
Cuando fueron hallados los cadáveres de las tres jóvenes cruzó la frontera boliviana e ingresó ilegalmente en su país de origen. Fue su novia quien lo delató ante la policía argentina. El fiscal de la causa, Adrián Arribas, sostuvo que Pequeño J y Ozorio conocían a las víctimas. El motivo del asesinato fue «económico o de droga». Ellas fueron asesinadas y mutiladas bajo la sospecha de que se habían quedado con cocaína. El ritual de muerte se transmitió en un grupo cerrado de TikTok. «Miren lo que les pasa a los que nos roban droga».
Un linaje violento
Pequeño J creció en el asentamiento Nueva Indoamérica, una de las zonas más violentas de la ciudad norteña de Trujillo. Allí había nacido la banda «Los Injertos de Nuevo Jerusalén», liderada por su padre, Janhzen Valverde Rodríguez, hasta ser asesinado en diciembre de 2018 por un grupo rival. «Te prometo que esto no va a quedar así, porque si nadie hace nada, yo mismo lo hago con pana y elegancia», hizo saber su hijo al recordarlo recientemente. Pequeño J es apenas un engranaje marginal en la trama de la red de narcos de origen peruano que controlan algunas de las llamadas «villa miseria» en la zona sur de la capital argentina. Ese mundo de chabolas ha estado bajo control de personas ligadas a los remanentes de Sendero Luminoso, la formación de ideología maoísta que intentó tomar el poder en Perú. Sus acciones entre 1980 y el 2000 provocaron miles de muertos.
Una facción del senderismo devino tras la derrota política y militar en una de las bandas ligadas al narcotráfico que se despliega por El Vraem, la región del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, entre los Andes y la selva peruana. Ese grupo está liderado por Víctor Quispe Palomino, alias «camarada José». Adoptó el nombre de Militarizado Partido Comunista del Perú y se ha asociado al negocio de la droga que tiene una de sus terminales en la ciudad Buenos Aires. Marcos Estrada, un exsenderista, fue uno de los que llegó a Argentina. La prensa local asegura que existe una relación familiar con el Pequeño J. Si bien Estrada volvió a Perú, la red que funciona en la ciudad de Buenos Aires, y de la cual el joven involucrado en el triple crimen no es ajeno, mantiene sus lazos con el universo delictivo que todavía se camufla de insurgente en el Vraem.
Criptomonedas
La situación de Ozorio, el principal secuaz del Pequeño J, tiene otra arista llamativa. «Era un fanático libertario de Javier Milei y habría sido afectado por la estafa con la criptomoneda Libra, según reveló una persona de su familia», consignó el diario Perfil. Ozorio dijo al ser detenido que lo habían llevado engañado a Perú «unos narcos mafiosos a quienes les debía dinero». De acuerdo con la publicación, el joven se entusiasmó con el mensaje presidencial que saludaba el nacimiento del activo digital $LIBRA. Confió en la palabra del anarcocapitalista. «Él es muy libertario. Es libertario cien por ciento, defiende a Milei cien por ciento. Él apenas Milei subió eso (a X), empezó (a compra)». Siempre según la prensa argentina, a diferencia de los otros argentinos estafados que recurrieron a la justicia, Ozorio se vinculó con el Pequeño J para resolver su situación. La fantasía de enriquecimiento exponencial terminó del lado del crimen.
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