El primer ataque tuvo lugar en julio. La madrugada del 17, la tripulación del portacontenedor portugués ‘AS Carelia’ alertó a las autoridades marítimas de que unos polizones se habían colado en su buque, a unas 40 millas náuticas del litoral de Cádiz. El barco, que realizaba la travesía Vigo-Málaga, procedía de Cartagena de Indias (Colombia). A la llamada acudieron efectivos de la Guardia Civil. Cuando llegaron, no había ni rastro de los polizones.
Ha vuelto a suceder. La información, adelantada por Narcodiario y confirmada por EL PERIÓDICO, hablaba de un grupo especializado que abordó el navío en alta mar y que, con toda probabilidad, buscaba un alijo de cocaína. Es lo que en el argot policial se conoce como un ‘vuelco’: ataques de bandas criminales para robar cargamentos de droga. Un tipo de delito del que, hasta la fecha, solo se tenía constancia de que sucediese en tierra.
Ahora, algunas de estas bandas proceden a abordar los barcos, cual tripulación de barco pirata, para hacerse con la droga en alta mar. Un operativo que, según autoridades marítimas consultadas por este diario, «son esporádicas y muy arriesgadas». «Tienen que llevarse a cabo por personal muy especializado y partir de un chivatazo previo», añaden. La motivación de acometer el vuelco en alta mar podría obedecer, según estas fuentes, «a cuestiones de seguridad; sería más rápida la intervención policial en tierra».
El primer barco abordado fue el AS Carelia, un portacontenedores con bandera portuguesa / Hafen Hamburg
Tripulantes secuestrados
En aquella ocasión, y sin que se conozca aún el motivo, los asaltantes no se hicieron con los fardos de droga. Se trata de un alijo de 1.300 kilos de cocaína que fue posteriormente aprehendido por efectivos del Instituto Armado. Este mes se ha vuelto a repetir un incidente similar, precisamente en la misma ruta que realizaba el ‘Carelia’.
Sucedió el pasado 3 de septiembre: dos hombres con acento de Europa del Este accedieron al portacontenedores de bandera liberiana ‘Odysseus’, después de haber zarpado del puerto de Vigo tras llegar desde Ecuador, y que también tendría como destino final el puerto de Málaga, tal como revelaba el ‘Diario de Pontevedra’.
Los hombres iban armados y buscarían, según informaciones de la prensa portuguesa, un alijo de cocaína que habría sido introducido en el buque en el puerto de Guayaquil (Ecuador), uno de los puntos más calientes de los envíos de droga a Europa desde Sudamérica en los últimos tiempos. Para hallar el lugar donde se escondía la droga, los asaltantes habrían mantenido retenidos en la sala de máquinas a dos de los miembros de la tripulación del ‘Odysseus’.
Kamikaze
A pesar de lo aparatoso del abordaje, el comando armado no habría podido conseguir su objetivo. La Marina portuguesa desplegó a un equipo armado y un helicóptero y fue fondeado en la costa del Algarve. No obstante, fuentes próximas al caso consultadas por este diario señalaron que «las autoridades portuguesas actuaron, pero no con celeridad; tardaron casi 11 horas en llegar al buque», lo que habría permitido a los asaltantes escapar de las autoridades. En esta ocasión, sí se habrían apoderado de la droga.
«O es gente muy curtida en la mar, o son personas con preparación militar. Solamente intentar un abordaje a un portacontenedores, que son barcos de más de 200 metros de esloras, es algo kamikaze», explican a este diario estas fuentes policiales, que consideran que, en este último caso, «los asaltantes habrían podido partir de la costa andaluza con una lancha rápida, probablemente desde la provincia de Huelva».
«Son actuaciones de película, muy peligrosas. Abordar un barco en alta mar, con la oscuridad de madrugada, es una misión muy peligrosa. No es habitual», señalan, concluyendo que «una misión tan compleja como asaltar un mercante, tiene que venir con un soplo detrás que les haya señalado que ese barco en concreto iba cargado» y que «si se arriesgaron a un asalto así, también deja ver que esos asaltantes no tienen demasiado apoyo en tierra».
Sea como fuere, estos sucesos revelan que el puerto de Málaga se está convirtiendo en la nueva entrada de la cocaína en España. El que más entradas suele registrar en toda España es el de Valencia. En el sur, el de Algeciras (Cádiz) es el que lidera la tabla. Pero este último cuenta con un escáner de detección. El malagueño no, lo que lo convierte en un punto especialmente atractivo para los narcotraficantes.
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