Como mi marido es el que manda en España y, a la vista está, siempre se sale con la suya haciendo lo que más le conviene en cada momento para perpetuarse, ya que el Manzanares pasa por Madrid, voy a imitarlo y si sale con barbas, San Antón y si no, la Purísima Concepción. Ha salido con barbas. La UCO terminará afeitándolas. Las pruebas son abrumadoras y no dejan lugar a dudas. Begoña Gómez está hasta el cuello de mierda. Yo que soy una mujer comprensiva, entiendo que su marido, enamorado declarado, lo lleve mal, muy mal, hasta el punto incluso de querer cambiar leyes, el amor es ciego y la pasión no le deja ver la cruel realidad pero esa es la verdad.
El último informe de la Unidad Central Operativa en el «caso Begoña Gómez» pone de manifiesto que la asesora de Moncloa, Cristina Álvarez, intervino de manera directa en todas las gestiones relativas a los patrocinios de la cátedra que codirigía la mujer de Pedro Sánchez en la Universidad Complutense de Madrid. La asesora, que pagamos entre todos los españoles, atendiendo los caprichos de la dama presidencial. Eso está muy feo.
Pero, hete aquí, que la dama presidencial tenía que realizarse como profesional y en vista de que por méritos propios resultaba imposible, ya que los estudios no le daban ni para bedel de instituto, de la noche a la mañana se inventó no un seminario, no, ¡una cátedra!, eso sí patrocinada que para eso es la mujer del presidente y llega a todas las grandes empresas patrias por el mero hecho de ser la mujer del que manda, yo diría que, a veces, sin escrúpulos. En este caso no los ha habido.
La asesora, una mandada al fin y al cabo, muy en su papel, utilizaba sin miedo ni pudor alguno su cuenta personal de gmail para abordar todo lo abordable con el exvicerrector de la Complutense para mayor beneficio de la cátedra que a Begoña le venía grande. Para cátedra la de Ramón Tamames, por citar un ejemplo. A Ramón Tamames se le debe su millones de veces difundido libro «Estructura Económica de España», convertido en la primera y permanente referencia sobre economía española por más de seis décadas. Por el contrario a Begoña nada se le debe. Y eso, a pesar de la asesora.
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