Hay gente que es feliz y otra que no, y eso depende de su diálogo interno

El estrés y la ansiedad son algunas de las patologías de salud mental más comunes en la sociedad. Todos hemos sufrido en algún momento de alguna situación que nos ha podido suponer esas emociones negativas, pero los especialistas alertan que hay que aprender a relativizar y que esas emociones no imperen en nuestro día a día.

Rafael Santandreu es un reconocido psicólogo que acude de forma recurrente al programa ‘Atrévete’ de ‘Cadena DIAL’, en el que aconseja a la audiencia para mantener el bienestar mental. En una de las últimas apariciones, alertó del poder de las quejas en nuestro cerebro.


Es muy común sufrir ansiedad o estrés

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«En gran medida, la gente se vuelve neurótica al quejarse. Tenemos ansiedad, depresión y demás por la queja. Nos invade el hábito malicioso de quejarnos y ya se lía», empezó el experto antes de hablar de Stephen Hawking: «Durante la mayor parte de su vida tuvo ELA y no podía moverse nada en absoluto. Pese a eso, se convirtió en uno de los mejores científicos de todos los tiempos. Viajó por el mundo, se casó dos veces, tuvo hijos, pero sobre todo fue una persona muy feliz. Tenía un lema personal: quejarse es inútil y una pérdida de tiempo», relató. 

El psicólogo mantuvo que «lo que se trata es de desactivar la queja, no quejarse por las pequeñas adversidades ni por las grandes. Tendremos 20.000 adversidades a lo largo de nuestra vida, desde pisar una caca de perro hasta que te encuentren una enfermedad seria. Con esas 20.000, hay gente que es feliz y otra que no, y depende de su diálogo interno que se quejen de esas adversidades o que se nieguen a hacerlo». 


Tras ello, Rafael Santandreu habló de sus técnicas para relativizar: «Yo prefiero estar en el grupo de los que no se quejan, pero hay que entrenarse como cuando vas al gimnasio. Tienes que revisar tu diálogo interno, alguien te dice algo desagradable en el trabajo y tú te has puesto furibundo. Con ese diálogo interno te estás provocando unas emociones muy fuertes también, pero hay que minimizar la queja y relativizar».

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Por último, terminó la intervención con lo que ocurre si damos rienda suelta a las malas emociones: «Armar un pollo te va a hacer sufrir y a tener unas emociones muy fuertes. Es mejor aprender a tener siempre las emociones más suaves posibles y así las cosas se arreglan mejor».



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