El Real Madrid llegó a Kazajistán con serios daños estructurales tras la goleada encajada en el Metropolitano. Xabi Alonso se había granjeado el respeto del vestuario al ejemplificar su apuesta por la meritocracia con decisiones como la suplencia de Vinícius, algo que había jugadores que sospechaban que no se atrevería a hacer. Lo hizo y se ganó el crédito del grupo, lo que reactivó a la plantilla. Sin embargo, la titularidad de Bellingham ante el Atlético confirmó sospechas que revoloteaban en el vestuario sobre el técnico.
En las últimas semanas, Gonzalo, el goleador del Mundial de Clubes, ha caído en el olvido, y Brahim y Ceballos son residuales. Tampoco Rodrygo disfruta de lo que se ha ganado, teniendo más protagonismo un Vinícius que sigue mostrando una versión gris de lo que era. Pero ha sido la decisión de sentar a Mastantuono en el derbi para hacer sitio a un Bellingham sin ritmo la que ha desengañado al grupo. Se suma a esto que en el vestuario hay futbolistas que no entienden cómo Rodrygo puede imponer su rol en la izquierda o el posicionamiento público de Valverde en contra de ser lateral. A ojos del grupo, Xabi ha dejado de ser lo que parecía.
El discurso de Xabi y sus decisiones
No se cuestiona el trabajo de vasco, pero se pone en duda que sea capaz de imponer su idea a la vez que gestiona los egos de las estrellas. Ancelotti apostó por una gestión de «mano blanda» y le costó el cese en su primera etapa. Xabi pretende convencer al grupo respaldando con hechos sus palabras. El problema es que sus decisiones no respaldan su discurso y los resultados cuestionan el modelo. Dos partidos ‘grandes’ ha jugado el Madrid de Xabi, en estados Unidos ante el París Saint-Germain y el derbi, y en ambos los resultados han sido catastróficos. Nueve goles en contra y la sensación de incapacidad para revertir lo que ocurría en el césped.
En este contexto aterrizaba el Madrid a Almaty para medirse a un rival exótico en un duelo que debía ser balsámico. Pero las declaraciones de Federico Valverde han enrarecido aún más el ambiente: «Podemos fallar en muchas cosas, pero la actitud no se negocia. En los primeros minutos del segundo tiempo salimos como si el empate nos sirviera. (…) Fueron dos días duros, muy jodidos por la derrota. Charlamos mucho, pero desde que estoy en el Madrid pocas veces había habido tantas conversaciones. También con el entrenador hubo muchas charlas (…) Llevamos dos derrotas con Xabi y fueron muy duras». Y no lo dice cualquiera, lo dice un capitán.