Se trata de la casa más antigua de la plaza de España, hoy sede del Arzobispado de Mérida-Badajoz. Es llamada vulgarmente como Casa del Cordón, por el cordón franciscano que rodea su portada de granito. Hoy es un solo edificio, pero antiguamente eran tres casas con fachada a la plaza de España y calles Obispo San Juan de Ribera, Hernán Cortés y Muñoz Torrero, junto a otras accesorias de menor importancia en la parte trasera. La casa más importante, citada como «casa principal o casas principales», era la central, que tiene la mencionada portada de granito y una torre, figurando en su fachada el escudo de la familia Andrade, de origen gallego, que fue propietaria de ella desde finales del siglo XVII, durante todo el XVIII y parte del XIX. La segunda casa es la que hacía esquina a la actual Hernán Cortés, donde existió en la planta baja la famosa confitería y ultramarinos La Perla. La tercera casa era la que hace esquina a la calle Muñoz Torrero, que perteneció desde 1629 a la Hermandad de la Santa Misericordia, luego al Real Hospicio hasta su desamortización. Muchos la recordarán por haber sido un salón de juegos recreativos hasta 1998. Hasta 1950 fue la imprenta La Económica, después sustituida por una sucursal bancaria.
No sabemos la fecha exacta en la que se construyeron estas casas. Seguramente, fue en el siglo XVI. La primera persona que he documentado que habitó parte de ella fue el clérigo Tomé López, quien ya vivía allí en 1521. Ello explicaría, quizá, el cordón franciscano y la clave con la cruz de Malta o de San Juan que tiene una de las bóvedas de crucería del patio porticado, que poseen unos curiosos capiteles visigodos reaprovechados. La cruz de Malta, junto al cordero, son los símbolos del cabildo catedralicio. Por lo tanto, es posible que perteneciera a la catedral, pues después perteneció al hospital de Nuestra. Señora de la Antigua Piedad, fundado en 1485 por el obispo fray Pedro de Silva. En 1521 ya tenía otra parte Alonso de Silva Alvarado, VI señor de la dehesa de los Leales de Jerez de los Caballeros, apodado el Loco, que estuvo casado con Mayor Bazán. Era apodado así porque mató a un canónigo de la catedral cuando de noche iba a «maitines», por cuyo motivo se empezaron a hacer los rezos de día en la catedral. Alonso donó las casas como dote a su hija Usenda Bazán Portocarrero al casarse con Rodrigo Pacheco Portocarrero. Usenda y Rodrigo, después vecinos de Jerez de los Caballeros, deciden venderla en 1576 desde Jerez. Las citan así: «unas casas principales con otras accesorias que nosotros tenemos y nos pertenecen en la ciudad de Badajoz, que nos fueron dadas en dote y casamiento y por renunciación de la señora doña Elvira, hermana de mí, la dicha doña Usenda, monja profesa en el monasterio de la Luz, extramuros de esta dicha ciudad. Que fueron y quedaron las dichas casas por bienes del señor don Alonso de Silva, nuestro padre y suegro, difunto, que linda con la plaza de San Juan de la dicha de ciudad de Badajoz y con calles públicas que están junto al hospital de la Piedad». El hospital de la Piedad estaba en la esquina de la plaza y la calle Obispo. Usenda Bazán se las vende por 530 ducados a su hermano Vasco Fernández de Silva, VII señor de los Leales y aclara que antes «fueron de Tomé López, clérigo». En 1593 heredan las casas los dos hijos de Vasco Fernández de Silva: Alonso y Rodrigo de Silva Orellana. Alonso era el VIII señor de los Leales y Rodrigo fue el noveno, vecino y regidor perpetuo de Jerez de los Caballeros.
Las casas se venden al canónigo de la catedral de Badajoz Miguel de Mesa Villalobosen 1614, cuando se cita que «las cuales dichas casas están a donde dicen el campo de San Juan de la dicha ciudad, en la calle real del Hospital de Nuestra Señora de la Piedad, enfrente del dicho hospital, que lindan con casas por la una parte de don Gómez de Moscoso y calle del Bachiller Ñame y por otra parte con casas del canónigo Morquecho». Miguel de Mesa dejó las casas a su hermano Fernando de Mesa en su testamento de 1638, citando que «lindan de la parte de arriba con casas que están de esquina, que son de la Hermandad de la Misericordia, y por la parte de abajo, hacen esquina para la calleja que va a la portería del convento de monjas de Santa Catalina. Y las otras dos accesorias están en la calle que dicen del Bachiller Ñame». La calle de Ñame o del Bachiller Ñame es la actual Muñoz Torrero. El convento de Santa Catalina fue después el instituto Bárbara de Braganza. Fernando de Mesa dejó las casas a su hija Catalina de Mesa en 1649. Catalina de Mesa, ya viuda de Francisco de Toro Negrillo, dejó en su testamento las casas a su única hija, Isabel de Toro Mesa. Fue en 1670 y un año después se arriendan las tres casas por cuatro años al pagador general del Ejército Bartolomé Rodríguez de Andrade, casado con Catalina de Frías Rasal. Isabel de Toro Mesa y su marido, Bernabé Sánchez de Liaño Arjona, las venden en 1676. Las compró José Antonio Vélez de Guevara Ortiz, marido de Catalina Antonia de Andrade Frías, hija del ya difunto Bartolomé Rodríguez de Andrade y Catalina de Frías Rasal, quienes las tuvieron arrendadas desde 1671. Aquí hace la descripción más completa de ellas: «unas casas principales en esta dicha ciudad que se componen de diez aposentos altos, corredores y azotea, con su torre, y de diez aposentos bajos, con su patio, y en él una cisterna y con su cocina y despensa baja, con zaguán, corredores bajos, jardín con árboles, un patio pequeño, caballerizas y tres corrales, en la plaza de San Juan, de frente del hospital de la Piedad. Y, asimismo, otras casas pequeñas por bajo de las principales y hacen esquina de frente del convento de Santa Catalina». Las tres casas hacían un total de 31.500 reales. Alonso de Andrade Moriano, nieto de Bartolomé Rodríguez de Andrade, estuvo casado con Inés de Alvarado, y les deja las casas a sus hijos Ana y Manuel de Andrade Moriano Alvarado en 1799.
Los nietos de Alonso de Andrade Moriano: José y María de las Lágrimas de Andrade Martínez, junto a Manuela Muñoz de Andrade (hija de la anterior y de Antonio Muñoz Santiago), las venden en 1827 a Juana Topete Arguello, viuda condesa de la Torre del Fresno, por 88.700 reales. La condesa se trasladó desde su anterior domicilio en la plaza de las Descalzas, edificio conocido después como Capitanía General. Su difunto marido, el III conde de la Torre del Fresno, Toribio de Vargas Grajera, regidor perpetuo de Badajoz, brigadier y coronel, fue asesinado el 30 de mayo de 1808 en un motín por la sospecha de que había traicionado al rey Fernando VII. Se le acusaba de que era partidario de los invasores franceses durante la Guerra de Independencia, aunque no era cierto. Fue enterrado en el panteón familiar del convento de las Descalzas. Una vez fallecida la condesa Juana Topete, la casa se adjudica en 1831 a Petra Grajera Topete, esposa del teniente coronel y marqués de la Aliseda Mariano de Rojas Orellana. María del Carmen Grajera Topete, la primogénita, heredó el título de condesa, pero no tuvo descendencia de sus dos matrimonios. Por ello, el título pasó a su hermana Joaquina, casada con Carlos María de Combes y de David, comandante del Regimiento de Navarra. La casa se tasa en 99.372 reales. El 14 de agosto se le notifica a Carlos María de Combes, quien muestra interés en comprarlas y completó la adquisición de las tres casas con fachada hacia la plaza de España, entonces llamada del Rey.
Después de Carlos de Combes la heredó el senador Francisco de Asís Felipe Fernández Marquesta, VI conde de la Torre del Fresno. No fue el único que la habitó, pues también lo hizo su hermana, la también madrileña María de los Dolores, que se casó con su tío, el también madrileño Rafael de Combes y de la Llave. Francisco Fernández Marquesta contrajo matrimonio con Dolores Pizarro Sainz. De este matrimonio tuvieron al menos tres hijos. Entre ellos, Ascensión Fernández Pizarro, que falleció en Badajoz en 1894a los 19 años. Por ello, sus padres le dedicaron el llamado jardín o parque Ascensión de la avenida de Elvas. Dolores Pizarro Sainz tuvo varias hermanas, entre ellas, Josefa, que estuvo casada con el senador Juan Antonio Murillo Rico. Tuvieron dos hijos: Juan y Joaquín Murillo Pizarro, el segundo casado con María Antonia Retamar Pizarro. De Joaquín y María Antonia nacieron varios hijos que heredarían las casas, entre ellos, José y Miguel Murillo Retamar, este último fue directivo del Club Deportivo Badajoz en los años 50, fallecido en 2014. Le venía de tradición familiar, pues Francisco Fernández Marquesta, su tío abuelo, donó los terrenos del antiguo estadio del Vivero.
La Casa del Cordón estuvo a punto de ser derribada en los años 90 del pasado siglo. Se salvó, en parte, gracias a las protestas de Amigos de Badajoz. La empresa Recreativos Pacenses adquirió la casa a los hermanos Murillo Retamaren 1983. Recreativos Pacenses propuso convertir la casa en el hotel La Perla en 1996, pero no se llegó a realizar. Finalmente, el Arzobispado de Mérida-Badajoz adquiere la casa a la empresa Recreativos Pacenses en 1998 y se le realizó una profunda reforma desde 1999 por el arquitecto Eduardo Escudero Pintado. Fue inaugurada el 8 de junio de 2002, siendo bendecida por el nuncio apostólico Manuel Montero de Castro.