Tras resistir en vano la pertinaz y amable persecución telefónica de Orlando Moratinos –director de la Fundación Foro Jovellanos–, cedí y me avine a colaborar en el número 12 de ese "Foro de cultura en papel" como subtitulan su "Almanaque" los entusiastas miembros de tal asociación. Ya cumplen sus páginas una docena de años. Que por julio era, por julio, cuando se presentó el volumen en acto público al que asistí encantado, con las olas de la mar cantábrica ahí mismo, con tanta gente sabia alrededor, con ese empape de música y voz y buen tono que tan ansiolíticos resultan en tiempos de desmedidos alaridos rebuznadores. Cuando Moratinos me aclaró que el tema de mi colaboración escrita era libre, libérrimo, lo que me diera la gana, se me ocurrió rendir homenaje y moler la desmemoria en un breve artículo sobre Gonzalo Torrente Ballester y Juan Benet: "Cómo tener dos maestros a la vez (Y no estar loco)". Tras la suavidad en el trato y el afecto recibidos, vuelvo a las mismas: a preguntarme por qué seré tan poltrón y vago (gracias, Cervantes) para salir de casa a actos tales (hoy llamados eventos) que luego, al retornar, tan bien noto que me hicieron sentir un rato. Un rato, pues nada borra la acechante barbarie, el horror de Gaza, de Ucrania en los ojos y el corazón.
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