Solo hay un ser humano capaz de ganar (y no siempre, ni mucho menos), hoy, a Carlos Alcaraz. Y como quiera que Jannik Sinner jugaba en Pekín mientras el murciano preparaba su final en el ATP 500 de Tokio, el desenlace estaba escrito. Un día más en la oficina, el número uno del mundo ha derribado en dos sets (6-4 y 6-4) a Taylor Fritz para conquistar su octavo título de la temporada.
Con menos apuros (todavía) que en su semifinal frente a Casper Ruud, Alcaraz se quitó de encima al número 5 del mundo en dos sets, poco más de hora y media de partido, confirmando el progreso imparable de su tenis y, sobre todo, de su cerebro. Porque el otoño era su talón de Aquiles, el momento de la temporada en que su brazo se encogía y su mente se nublaba. Una conclusión del pasado.
El mejor año de su vida
Alcaraz, todavía 22 años, ha aprendido a gestionarse a sí mismo y ya no se le atisban límites. Nunca había conseguido más de un título después de Wimbledon y este año ya lleva tres, cuando todavía quedan tres grandes torneos por delante que, no es casualidad, todavía no ha ganado nunca. Síntoma inequívoco de la plenitud del tenista español, embarcado en el que es, de largo, el mejor año de su todavía incipiente carrera. Tokio no deja de ser un ATP 500, un torneo de segundo rango, y por ello es más importante lo que significa el triunfo que el título en sí.
Alcaraz, durante la final del ATP 500 de Tokio. / KIYOSHI OTA / EFE
Son ya ocho títulos en una temporada prodigiosa: Roland Garros, Abierto de EEUU, los Masters 1000 de Montecarlo, Roma y Cincinnati y los ATP 500 de Róterdam, Queen’s y, ahora, Tokio. Éxitos a los que hay que sumar las finales de Wimbledon y Barcelona. Desde marzo, seis meses ya, el murciano ha alcanzado el partido por el título en todos los torneos en los que ha participado.
Más cerca de acabar número uno
La victoria que le acerca a su objetivo de acabar el año como número uno del mundo. Tiene ahora apenas 300 puntos que defender el murciano, frente a los 2.500 de un Jannik Sinner que el año pasado se impuso en Shanghái y las ATP Finals y que tratará de profundizar en la persecución disputando mañana la final del ATP 500 de Pekín, la misma que el año pasado perdió contra Alcaraz.
El número uno del mundo fue madurando con calma el primer set, tratando de optimizar su primer servicio. Arriesgó con él durante toda la manga, apenas un 55% de acierto, pero cuando lo consiguió conectar se demostró letal, cediendo apenas dos puntos a Fritz jugando con primeros. Así es extraordinariamente difícil ganarle.
Fritz, con dolores
Alcaraz llevó al límite al californiano restando su tercer y cuatro servicios. Y, al quinto, tras cuatro oportunidades desperdiciadas anteriormente, el murciano logró el ‘break’ que le iba a garantizar la conquista de ese primer set, aprovechando varios errores de un Fritz que aprovechó el descanso para recibir tratamiento de fisioterapia en su cuádriceps izquierdo.

Taylor Fritz, durante la final contra Alcaraz. / Louise Delmotte / AP
Se le notaba renqueante al estadounidense. Y, claro, Alcaraz olió la sangre. Sin tregua, el prodigio español ganó el primer juego del set al resto, con una sensación de dominio absoluto sobre el cemento japonés. Repitió ruptura en el quinto juego, poniendo un marcador de 4-1 que iba a ser ya un epitafio para Fritz.
Todavía se revolvió el californiano, recuperado en el octavo juego uno de los servicios que había perdido. Estertores agónicos de un tenista que no se quitó de encima las muecas de dolor en todo el set y que no evitaron el desenlace triunfante de un Alcaraz que ya florece en otoño como lo hace en la primavera y el verano.
Suscríbete para seguir leyendo












