Antes de que el mundo la escuchara, María Orán ya cantaba. Lo hacía desde pequeña, en Santa Cruz de Tenerife, en una casa donde la música era casi un idioma más. A los siete años ya ganaba concursos, como si la ópera hubiese estado esperándola desde antes de nacer.
Lo que nadie sabía entonces es que esa niña, nacida el 1 de mayo de 1943, acabaría cantando junto a Luciano Pavarotti, recorriendo los grandes escenarios internacionales y formando a decenas de voces que hoy siguen resonando gracias a su legado.
La historia la recuerda como una de las sopranos más grandes que ha dado Canarias, una tierra con tradición musical profunda y nombres ilustres como Alfredo Kraus. Pero María Orán fue más que una gran voz. Fue también maestra, pionera, referente, y sobre todo, una mujer comprometida con el arte y la enseñanza.
Una carrera forjada entre notas y kilómetros
“Hoy rendimos homenaje a una mujer canaria que dejó huella en la música internacional”, afirma el profesor y divulgador de historia de Canarias Luis Cabrera Rodríguez.
Con solo siete años ya demostraba su talento natural, y muy pronto abandonó las Islas para continuar su formación musical en Madrid. Allí estudió piano con el gran José Cubiles y canto con Lola Rodríguez de Aragón en el Real Conservatorio de Música. Pronto, su voz encontró eco más allá de las aulas, pues las orquestas más prestigiosas de Europa la reclamaban.
Actuó con la Orquesta Sinfónica de Viena, la Suisse Romande, la Sinfónica de Berlín, la Filarmónica de Israel, la Orquesta de París, la Yomiuri Nippon Symphony Orchestra, entre muchas otras. Actuó en una gran cantidad de países y compartió escenario con grandes artistas, recuerda Cabrera.
Una vida entre escenarios y aulas
Pero María Orán no se quedó solo en la fama. También quiso formar a las nuevas generaciones. Fue catedrática de canto en la Escuela Superior de Canto de Madrid y más tarde en la Escuela Superior de Música de Friburgo, en Alemania. De vuelta a casa, también fue profesora en el Conservatorio Superior de Música de Canarias. Enseñó con la misma pasión con la que cantaba.
En una entrevista, destacó la importancia de esa faceta educativa, que compaginó durante décadas con su carrera artística. Como explica Cabrera, “no quiso obviar su labor como docente, que desarrolló tanto en España como en Alemania”.
Su talento no pasó desapercibido: en 1993 recibió el prestigioso premio Larios a la interpretación musical. En 1994, el Cabildo de Tenerife le otorgó la Medalla de Oro de la Isla y, un año más tarde, el rey Juan Carlos I le concedió la Cruz de Oficial de Isabel la Católica.
Un adiós sereno en su tierra natal
María Orán falleció en 2018, en su ciudad natal, como si el círculo vital quisiera cerrarse donde todo empezó. Lo hizo después de una larga enfermedad, pero también con el reconocimiento de su tierra y de quienes, como Luis Cabrera, mantienen vivo su legado.
Su nombre sigue resonando en los auditorios, pero también en las aulas, partituras y voces de quienes alguna vez aprendieron de ella porque su legado no fue solo lo que cantó, sino lo que enseñó.